Parte 12 .- Aled Last (de Mandalore).- La choza en el mar.

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El mar embravecido golpea el diminuto borde de nuestro refugio. En el islote de piedra, ya han crecido algunas plantas y musgo por el sol y la humedad constante.

Mi vehículo aéreo atraviesa la burbuja de invisibilidad creada por el encantamiento de Harry Potter. Y tras de ella, aparece nuestro refugio.

--Disminuyendo velocidad... ¡Ahora! –tiro de la palanca para hacer que los motores de mi nave cesen sus funciones. Descendemos muy lento para evitar que...

--Aled... Aled... --dice el señor Potter--. Creo que otra vez voy a... --es interrumpido por su propia arcada antes de terminar de volver el estómago en el cesto de basura que recién limpié.

Creo que prefiero estar limpiando ese bote a que Harry Potter se vomite en mi nave otra...

--¡Señor! ¡Señor! ¡Mi esposo quiere...! –Petunia Dursley complementa el ritual de vómito con su esposo acompañándola en llenar de amarillo el piso de mi vehículo.

--¡Sep! No se preocupen, les pasa a todos los que no están acostumbrados a viajar a tanta velocidad --. Supongo que el que se preocupa soy yo porque nadie me ayudará a limpiar esto.

La rampa de la nave se abre, dejándonos bajar en el pequeño refugio que el señor Potter improvisó: una choza en el mar, cerca de la costa. ¿Es en serio?

La señora Dursley es tomada de la mano por su sobrino para bajar de la nave, mientras a mí me toca empujar al viejo en silla de ruedas de talla extragigante.

--Harry. Esta es... --dice el señor Vernon.

--La casa donde recibí mi carta a Hogwarts tío. ¿Quién diría que volveríamos aquí? Aunque tal vez no es como la recuerdan.

La choza parece tener un tamaño de apenas unos metros cuadrados. El techo de madera podrida se cae a pedazos. Aunque al abrir la puerta...

--¡Harry! ¿Cómo hicieron esto?

--Es magia tía. Puramente magia de Hogwarts.

Detrás de esa puerta, la profundidad del refugio se extiende por varios metros abajo. La madera está barnizada con un tono color chocolate.

Unas cuantas cortinas naranjas adornan ventanas falsas que muestran varios paisajes con los que los niños pueden fantasear.

Un enorme candelabro reposa con docenas de velas pequeñas. Y debajo de él, está la sala del comedor decorada con un mantel rojo, con cerca de veinticuatro sillas.

--Es muy... bonito –elogia Vernon Dursley.

¡Cuarenta y ocho personas! ¡Cuarenta y ocho personas viviendo bajo este techo! Me siento honrado de haberlas rescatado de este maldito tormento desatado por los Destructores Estelares.

--¡Papá! ¡Tío Vernon! ¡Tía Petunia!

--¡Mamá! ¡Papá! ¡Primo!

Desde lo lejos, los hijos del señor Potter se lanzan corriendo a abrazar a su familia, acompañados por su madre Ginny y un eufórico tío Dudley Dursley.

--¡Dudley! ¡Niños! ¿Están bien? –dice recibiendo el abrazo de toda su familia. La señora Ginny casi llora por el momento.

--Le dije que le tenía una sorpresa señor Potter.

--¡Vaya que sí! –completa Dudley--. ¡Aled me salvó el trasero de esos zombis! ¡Y no solo a mí!

Los tacones de una anciana pelirroja se escuchan. Está poniendo los platos para la cena.

--¡Hijooooooooo! ¡Harry Potter! ¡Estás vivo! –creo que la señora Molly Weasley recibió con más alegría a Harry Potter de la que recibió a la propia Ginny, o a su otro hijo George, o a su nieto Terry--. ¡Aled! ¡Mi caballero salvador de armadura reluciente! ¡Ven acá!

Me abraza tratando de apretar el acero mandaloriano. ¿Cómo le dices a alguien muy cariñoso que su abrazo está pasándose de los cinco segundos? Ojalá pudiera decirle: "¡Ya suélteme señora!".

--¿Cómo está señora Weasley?

Ella inhala un poco antes de responder.

--Harry... solo digamos que hay mucho que resolver. Toda esta gente parece haberlo perdido casi todo. Hay casas destrozadas. Familias muertas. Y al parecer no mucho que podamos hacer contra todas esas naves.

--¿Qué hay de los aurores en el Congreso Internacional de Magos?

Todos guardan silencio. Se miran los unos a los otros mientras susurran.

--¿No supiste, Harry? Todos están Muertos. –le responde Ginny Weasley

Antes de que puedan seguir hablando, yo uso mi brazalete para mostrarles el holograma de los planos del vehículo que encontramos en Exegol.

--Los Destructores Estelares pequeños son nuestro menor problema. Este es el Acorazado Clase Eclipse II.

Todos, incluso los niños se callan.

Se acercan a ver el holograma, formando un círculo a mi alrededor.

--Está armado con un cañón prototipo de la Estrella de la Muerte. Un arma que podía borrar planetas enteros. No tiene siquiera que bajar del espacio.

Potter está cruzado de brazos. Mira el holograma comparativo entre los Destructores Estelares que él ya ha vislumbrado, que ahora parecen diminutos frente a esta bestia gigante acorazada.

--El cataclismo de Berlín en el que murieron todos los aurores solo fue una demostración. Cuando Palpatine termine de saquear lo que necesita del planeta Tierra... --suspiro, uffff, pienso lo que voy a decir antes de terminar--. Un disparo de esta cosa a su máximo poder podría destruir toda vida sobre el planeta.

Ginny abraza a sus hijos.

Nadie dice una palabra. Nadie.

La señora Petunia Dursley toma la mano de su esposo. Se dan una mirada de despedida.

--Ni siquiera con Voldemort nos habíamos enfrentado a algo así ¿Qué hacemos Aled? –me pregunta finalmente Ginny.

Todas las miradas se clavan en mí. Como si yo tuviera la respuesta.

Maldición. Me cuesta respirar de los nervios.

El casco me sofoca.

--No lo... No lo sé –respondo siendo sincero--. Esta cosa está armada con cañones que incluso mi nave apenas puede esquivar. Solo la flota de la Alianza Rebelde podría hacerle frente a esta cosa.

--¿"Podría"? –pregunta Dudley; y no sé qué decirle.

--Tenían cerca de treinta acorazados Mon Calamari a su disposición hasta donde supe. Pueden encargarse sin problemas de los Destructores pequeños. Pero esta cosa... costará mucho hacerle tan siquiera unos rasguños.

George Weasley comienza a buscar algo en los bolsillos de su pantalón. Parece estar desesperado.

--¡Mamá! ¡La carta! ¡La lechuza! –grita finalmente.

--¡Cierto! ¡Lo estaba olvidando! –Molly Weasley busca también entre sus bolsillos hasta encontrar lo que buscaban: Un sobre amarillo que parece albergar un dispositivo circular, poco visible por el papel--. ¡Una lechuza llegó hace unas horas! ¡Traía dos cartas! ¡Nos entregó una y se llevó la otra!

George corre para entregarme la carta, con todos aun viéndome.

El sobre de papel muestra una pequeña leyenda escrita a mano: "Dispara al corazón de la oscuridad".

Heartstopper  ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora