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—Esto es todo lo que encontré, señor—informó Jaken entrando en la oficina de su jefe.

La carpeta fue colocada sobre la mesa del escritorio de Sesshomaru, quien luego de dedicarle una mirada indiferente, se animó a abrirla y descubrir su contenido. Ante sus ojos apareció un mar de información desconocida: récords académicos, y hasta un par de dibujos que habían sido seleccionados en un concurso escolar.

La vida y obra de Rin Meier estaba resumida en esos documentos.

Durante las siguientes horas, Sesshomaru Taisho se dedicó a conocer un poco más del pasado de su altanera cuñadita, sorprendiéndose con las buenas calificaciones que obtuvo durante toda su vida académica. A pesar de su precaria situación económica, logro hacerse de una beca y graduarse de la universidad con honores, y actualmente trabajaba en una escuela para niños especiales a las afuera de Berna. Su vida pintaba a ser sencilla y pintoresca.

«Patética», pensó, pasando a la siguiente página del informe.

Sesshomaru se entretuvo más con el álbum fotográfico de su escuela, los cambios en su aspecto eran sutiles, pero notorios. Había pasado de ser una chiquilla menuda, a una adolescente bastante bonita, y ahora sin duda era una mujer muy bella. De Kagura le había atraído su ingenuidad y belleza, pero debía reconocer que su hermanita poseía los mismos encantos, pero multiplicados de alguna manera. Podría llegar a convertirse en la fantasía de cualquier hombre, no de él, claro. Rin era simplemente buena para sus planes. Nada más.

Aquella tarde, Sesshomaru decidió visitar la mansión Taisho, aquel lugar donde se suponía que vivía con su adorada esposa. La realidad era que muy poco frecuentaba el sitio, pero luego de todo lo investigado en el día, le apetecía darse una vuelta por la mansión únicamente para… Sesshomaru detuvo la excusa que su mente estaba ideando cuando, diviso a la dueña de sus pensamientos de las últimas horas, su insulsa cuñada acababa de cruzar uno de los corredores. Su actitud sospechosa le llamo la atención, así que teniendo sumo cuidado de que no lo viera, la siguió.

En silencio y con el sigilo de un animal, se ocultó hábilmente de los ojos almendrados de la joven. La muy ingenua parecía completamente ajena a que alguien la observaba, caminando con propiedad, como si ya conociese cada uno de los rincones de la casa, mientras no paraba de sonreír de una manera que llamo su atención. Hasta ese momento, nunca la había visto sonreír. Debía reconocer que el gesto era de cierta forma cautivador, muy contrario, a la imagen que se había creado de ella hasta la fecha.

De pronto, Rin se giró y lo descubrió detrás de uno de los pilares. Su rostro se transformó de uno sereno a uno cargado de asombro y horror.

—¿Estaba siguiéndome…?—pregunto con voz temblorosa, como si aún no pudiese procesar el susto que se había llevado.

—No seas idiota—le respondió aparentando indiferencia y encendiendo la furia en los ojos miel de su cuñada—. Estoy en mi casa, puedo ir a donde me plazca.

—Usted es un maldito…—dijo la joven apretando los puños a su costado, se notaba que hacía un gran esfuerzo por contenerse y no callarlo a punta de golpes.

—Cuida tus modales, niñita.

Sesshomaru aparto su mirada de ella y saco un cigarrillo del bolsillo de su chaqueta, dando de esa manera la apariencia de que lo único que estaba haciendo era buscar un sitio donde fumar cómodamente.

Rin se creyó aquella mentira a regañadientes y se adentró nuevamente a la casa, para evitar respirar el mismo aire que aquel sujeto estaba a punto de contaminar. La mujer entró echando chispas a la habitación y deseando que ese ser despreciable pagara por todas y cada una de sus maldades, recién lo conocía, pero lo odiaba de una manera inexplicable.

Obsesión - SesshrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora