—¿Rin, dónde has estado?—interrogó Kagura a su hermana a través de una llamada telefónica.
El silencio reinó tras la pregunta. La joven estuvo tentada a decirle todo lo que había sucedido en su ausencia, pero se detuvo. No tenía caso preocupar a Kagura con algo como eso, no cuando sabía que no tenía forma de regresar en ese momento.
—Lo siento, perdí la noción del tiempo. Ya sabes, me distraigo muy fácilmente—contestó con una opresión en el pecho. Odiaba mentirle a su hermana, pero debía hacerlo.
Kagura pareció creerse su mentira. La mujer suspiró sonoramente y paso a otro tema:
—Parece que esto va a tomarme más tiempo de lo estimado—confesó con cansancio—. Quizás dentro de una semana esté de regreso, Rin. Por favor, mantente atenta al teléfono, no quiero volver a preocuparme porque no me contestas.
—Tranquila, estaré al pendiente—la tranquilizo Rin finalmente.
Luego de que la llamada finalizará, Rin se lanzó en la cama pensando en las palabras de su hermana. Al parecer, el asunto del viaje había sido parte del plan de Sesshomaru, enviando a su esposa lejos con la excusa de que representara a las empresas en un congreso que se estaría realizando en Hungría.
Si Kagura supiera que todo había sido con la intención de meterse entre sus piernas, seguramente su hermana explotaría de la rabia. Su esposo era la peor de las alimañas.
Al recordar al hombre, Rin sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo entero. «Volvería a presentarse esta noche?», se preguntó temiendo a la posibilidad de que eso ocurriera.
En definitiva, Rin prefería no averiguarlo, razón por la cual abandonó su habitación y se dirigió a la recámara de Kagura. Su hermana no estaba ahí, pero al menos su aroma la reconfortaba de alguna manera. Haciéndose un ovillo se acostó en el lecho y esperó a que el sol saliera.
A pesar de que aseguró la puerta no sirvió de nada, Sesshomaru era el dueño y señor de esa casa, por lo que obviamente tendría acceso absoluto a cualquier habitación de la misma. El hombre entró a media noche como perro por su casa y se deleitó ante la imagen de la joven profundamente dormida.
Rin, su rebelde cuñada, dormía ajena a todos los pensamientos que lo invadían. Podía escuchar claramente las voces que le susurraban para que la tomara de una vez por todas, y aunque se sentía tentado a hacerlo, desechó el pensamiento.
Aquella no era la primera vez que sentía esos impulsos, impulsos que estaban completamente alejados de su real naturaleza. Le gustaba el juego del gato y el ratón, pero no se aprovecharía de su indefensa ratoncita aunque la tuviese acorralada y a su merced.
Con eso en mente, se hundió sobre el colchón, sobresaltando a la joven ante la acción. Los ojos de Rin se abrieron con terror y se encontraron de frente con la razón de sus más recientes pesadillas. Antes de que pudiese dar un salto para levantarse de la cama, Sesshomaru se lo impidió, sosteniéndola con fuerza de su brazo.
—Dijo que no me haría nada—le recordó con un temblor insistente en su voz.
—Y no lo haré—confirmó él sus anteriores palabras.
—Entonces, ¿qué hace aquí? ¿Por qué no me suelta?
—Esta es mi habitación, Rin—le hizo saber, encorvándose de hombros.
—Muy bien, me iré—la joven intentó nuevamente liberarse, pero él no aflojó ni un poco su agarre.
—Quedémonos así—soltó confundiéndola, un instante antes de jalar de su brazo y hacerla aterrizar en su pecho.
Rin se estrelló de lleno con aquella muralla amplia y musculosa. Su primer impulso fue retroceder y alejarse, pero los brazos de Sesshomaru se cerraron en torno a ella.
—Usted está mal de la cabeza—murmuró sin dejar de luchar para liberarse.
—Quédate tranquila, no quieres verme realmente perder la cabeza—su tono era una mezcla entre suave y amenazante.
La joven se mordió el labio y dejó de luchar entonces. Se sentía incómoda y fuera de lugar entre sus brazos, pero debía reconocer que esto era mejor a lo que le había hecho la otra noche.
—Lo ves, no te cuesta nada ser buena—la felicito con una sonrisa en sus labios, mientras miraba el techo de la habitación y se preguntaba a sí mismo qué estaba haciendo.
Debía reconocer que asustarla tenía un efecto encantador, pero, ¿desde cuándo se tomaba el tiempo de hacer ese tipo de cosas?
Él no era un hombre de preámbulos ni mucho menos, siempre iba al grano en lo que quería y, en esta oportunidad, sentía un fuerte capricho con relación a la mujer que se encontraba entre sus brazos.
La cercanía de Rin no ayudaba a su escaso autocontrol. Solamente podía pensar en ese suave aroma que emanaba de su piel, era parte de su esencia natural mezclada con algo más… jazmín, tal vez.
Sesshomaru se permitió hundir su nariz en su cuello y aspirar un poco más de ese aroma que estaba a punto de volverlo loco. Rin se estremeció ante aquella acción.
—Tranquila, no voy a hacerte nada—le recordó con voz ronca.
Esto no relajo en lo más mínimo a la mujer, quien de alguna forma comenzó a sentirse extraña ante su excursión. La nariz de Sesshomaru se deslizó sin premura por la superficie de su clavícula y cuello, enviando oleadas de electricidad al resto de su cuerpo. La respiración de Rin aumentó y eso hizo que la habitación comenzará a sentirse intensamente calurosa.
Sesshomaru sabía que ella se estaba excitando de cierta manera con su toque y eso lo hizo gruñir en respuesta.
—Deténgase—gimió la joven, cuando se percató de que toda aquella situación se estaba tornando bastante comprometedora.
De esa forma se quedaron inmóvil por un lapso de tiempo que pareció extremadamente largo, pero a la vez insuficiente. Rin se separó y con una mirada cargada de circunstancias se levantó de la cama, rogando porque no la detuviera.
Una vez se encontró lejos de aquellas cuatro paredes, sentía que su corazón estaba a punto de salirse de su pecho. Todo esto era una locura. Ese hombre había empezado a jugar con su mente.
Los días transcurrieron en esa misma rutina, hasta que Rin se alegró al ver a su hermana de regreso. En medio de un apretado abrazo, se debatió entre la idea de decirle a Kagura todo lo que había sucedido en su ausencia o guardárselo para no lastimarla.
Rin se decidió por guardar silencio, sin saber que aquello estaba a punto de desencadenar otra serie de sucesos…
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Obsesión - Sesshrin
Fanfiction"Cruel y despiadado", aquellos eran unos de los calificativos que Rin utilizaba para describir a su cuñado. Desde que llego a la casa de su hermana, luego de cinco años sin verla, descubrió que la vida que Kagura tanto pregonaba no era más que una f...