14

399 60 7
                                    

Sesshomaru intentaba hacer de aquel beso una caricia apasionada, pero Rin no le permitía llevar a cabo sus intenciones. La mujer no dejaba de retorcerse y suplicar, como si su simple toque fuese un carbón ardiente.

El ego de Sesshomaru se estaba viendo fuertemente pisoteado ante aquella reacción. Le molestaba, le molestaba demasiado.

—No te lo pienso repetir, quédate quieta—exigió separándose apenas de sus labios.

—Déjeme, por favor. No quiero hacer esto—suplico Rin con sus ojos llorosos, haciendo a un lado su actitud fuerte.

Sesshomaru maldijo en voz baja y se apartó, su mirada se oscureció y el odio que sentía se hizo más notorio.

—Mañana regresaré y espero que tu actitud sea otra—dicho esto se marchó, dejándola llorando en el suelo de aquella habitación.

«¿En dónde se había ido a meter?», se preguntó Rin, recordando que su vida en Suiza era tan pacífica. Ahora, estaba atrapada en ese país con un contrato que cumplir.

Rin no supo cuánto tiempo pasó engarrotada en el suelo, pero cuando finalmente recobró las fuerzas en sus piernas, se levantó rápidamente para salir de aquella recámara. No podía quedarse en esa casa. Sin embargo, cuando intentó abrir la puerta para escapar, se encontró con que la misma estaba cerrada.

—¡Ayuda! ¡Sáquenme de aquí!—empezó a gritar presa del pánico. Si aquello era una pesadilla, sin duda estaba durando demasiado.

Nadie la escuchó, o si lo hicieron aparentaron no hacerlo. De esa forma, Rin se quedó dormida en el frío suelo, cansada de tanto llorar y suplicar para que la liberaran.

Los rayos del sol inundaron aquella habitación que en un inicio le había parecido tan bonita, pero que ahora la veía como la más fea de las mazmorras. No quería estar ahí.

Alguien abrió la puerta y la mujer se levantó rápidamente para escapar. Sin embargo, se trataba de uno de los secuaces de Sesshomaru, al cual le había encargado que la mantuviera bien vigilada.

—No se desgaste, señorita—le advirtió el hombre al notar sus intenciones de luchar para que la sacaran.

—Esto es ilegal. Tú, todos ustedes, me están manteniendo encerrada aquí, en contra de mi voluntad—dijo ella, tratando de que el sujeto desistiera en su labor de mantenerla privada de su libertad.

—Fueron órdenes del señor—fue lo único que contestó dejando una bandeja de desayuno en una de las mesas.

—Tu señor no tiene el derecho de hacer esto y lo sabes. Por favor, déjame ir—suplico apelando a la buena voluntad de aquel sujeto.

Lamentable, el hombre únicamente negó un segundo antes de salir de la habitación y dejarla encerrada nuevamente.

En ese momento, Rin recordó sus palabras de la noche anterior. "Mañana regresaré y espero que tu actitud sea otra" Sesshomaru no se quedaría tranquilo hasta que se saliera con la suya, estaba completamente segura de ello.

El resto del día pasó de la misma manera, llorando y suplicando para que la liberaran. Pero nadie se compadeció de ella, nadie entendió su sufrimiento.

Y justo como lo había dicho Sesshomaru, él apareció nuevamente. La escaneo brevemente antes de cerrar la puerta, notando que tenía las mismas ropas de la noche anterior y que sus ojos parecían estar mucho más hinchados.

—No comiste—señaló al ver la bandeja de la cena que estaba completamente intacta.

—¿Por qué nos odia tanto?—preguntó Rin desde su posición, mirándolo con expresión derrotada.

Sesshomaru no respondió y ella prosiguió con sus preguntas:

—Hace unas semanas ni siquiera me conocía. No entiendo la razón de merecer tanto odio de su parte—siguió diciendo con las lágrimas bañando su rostro—. ¿Qué le hice? ¿Dígame?—exigió saber con un poco más de fuerza en su voz.

Sin duda el hombre no tenía una respuesta para eso. Lo único que sabía era que desde que la vio por primera vez, el desprecio fue mutuo entre ambos. Y aunque anhelaba hacerle pagar por cada una de sus insolencias, prefería a la fiera y no a la versión deprimente que le estaba dando.

—Levántate, Rin—demandó, sintiendo un poco de compasión.

Ella supo de inmediato la razón de su solicitud y se sintió tan miserable, pero aun así lo hizo. Antes de que Sesshomaru dijera una palabra más, comenzó a desvestirse.

—Hágalo rápido—pidió sin mirarlo, la resignación estaba presente en su voz.

Sesshomaru la veía fijamente, sin perder detalle de su hermoso cuerpo desnudo, pero a la vez sintiéndose desencajado por lo que acababa de suceder. Su intención no había sido ordenarle tal cosa, de hecho había desistido de la idea de llevársela a la cama.

Él no era un violador ni nada que se le pareciera. Y aunque había actuado de mala forma la noche anterior, no deseaba cargar con esa culpa. Nunca había tenido que llegar a esos extremos para acostarse con una mujer y esperaba que con Rin eso no fuese diferente.

Rin sintió los pasos del hombre que se acercaban a ella y solamente fue capaz de cerrar muy fuerte sus ojos. Todo su cuerpo temblaba ante la idea de entregarse a él, razón por la cual deseaba que todo eso concluyera rápido.

Una mano se posó en su mejilla deteniendo el recorrido de una de sus lágrimas, luego siguió limpiando su rostro hasta que estuvo completamente seco de nuevo.

—No pasará—dijo en un suspiro dejándola perpleja en el acto.

Ella abrió sus ojos y lo miró fijamente, como exigiéndole saber ahora de qué estaba hablando.

Sesshomaru no respondió, simplemente abandonó la habitación, dejándola más confundida que antes…

«Esta demente», pensó Rin al verlo partir.

Luego de salir de la habitación, la joven se vistió rápidamente y comprobó que ya nada le obstaculizaba el paso. Con desesperación llegó hasta la entrada de la casa e intentó huir.

Rin realmente logro salir de la propiedad corriendo como si su vida dependiera de ello. Únicamente para encontrarse con un camino desierto y completamente sola en medio de la nada.

De repente, un auto se estacionó frente a ella y vio al mismo hombre que le había llevado el desayuno esa mañana.

—Señorita, es peligroso que esté sola a estas horas—señaló el hombre con paciencia.

En ese momento lo entendió todo, por más que corriera muy lejos de la mansión Taisho, ella no tenía escapatoria. Sesshomaru se encargaría de encontrarla una y otra vez…

Obsesión - SesshrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora