—¡Nunca más vuelva a tocarme!—amenazó la mujer, dándole una fuerte cachetada en el rostro.
Por reflejo, Sesshomaru llevó su mano derecha al lugar en donde había sido golpeado, dándose cuenta de que ahora no únicamente su labio inferior sangraba, sino que, además, Rin acababa de abofetearlo.
«¡Chiquilla insolente! ¿Cómo se atrevía a hacer semejante cosa?», se preguntó, mirándola con odio renovado.
—¡Lárguese!—ordenó la chica sin acobardarse ante lo que acababa de hacer.
No le atemorizaba la mirada que el hombre le estaba dedicando, lo quería fuera de su vista cuánto antes.
—¿Cómo te atreves?—la voz de Sesshomaru surgió baja, mortal, mientras daba un paso al frente.
Ante el inminente peligro, Rin retrocedió un paso, pero sin dejar de observarlo de forma desafiante.
—Usted se lo busco—contestó entonces—. ¡Escúcheme muy bien, señor Taisho, no quiero que nunca más vuelva a ponerme sus sucias manos encima, ¿le quedó claro?!—advirtió fieramente.
Sesshomaru arrugó la nariz como un animal rabioso ante el insulto. ¿Sus sucias manos? ¿Quién se creía para hablarle de esa forma? Al parecer, su cuñadita ignoraba el hecho de que una gran cantidad de mujeres se morían porque él les pusiera "sus sucias manos" encima, incluida ella.
—No te preocupes, Rin. No pienso volver a tocarte—dijo con desprecio, como si la sola idea le provocará asco.
—¡Muy bien, ahora váyase!
Rin apuntó a la puerta, con la barbilla erguida en un gesto desafiante.
—Que te quede claro que esto no se va a quedar así—amenazó un instante antes de abandonar la habitación.
Al verlo marcharse, la joven respiro con normalidad nuevamente. Se sentía completamente agitada y no se había dado cuenta de que sus manos estaban sudando.
«¡Infeliz!», pensó recordando todo lo que le había dicho hacía apenas unos instantes.
Esa noche a la mujer le costó volver a dormir, pero luego de dar insistentes vueltas sobre la cama, el sueño la alcanzó nuevamente muy entrada la madrugada.
A la mañana siguiente, Rin se despertó más tarde de lo normal y en cuanto bajó a desayunar las malas noticias no se hicieron esperar. Pero realmente no le sorprendió la información que acababan de darle, de alguna forma, intuía que el hombre haría una cosa así.
«Debí imaginarlo», pensó recordando lo sucedido la noche anterior.
—¿Cuánto tiempo tiene que se marchó?—preguntó la joven a la doméstica que acababa de informarle sobre el despido injustificado de Kirinmaru.
—Recogió todas sus cosas y se fue hace menos de media hora, señorita.
—Gracias.
Rin corrió al exterior de la mansión con la esperanza de ver a su amigo una vez más, sin embargo, era cierto que se había ido. Ya no quedaba rastro de Kirinmaru por ninguna parte.
Las manos de la joven se empuñaron tan fuertemente ante la injusticia, que le resultó inevitable no enterrarse las uñas en su propia carne. Le dolía.
«Sesshomaru era un vil desgraciado», era todo en lo que podía pensar con un claro deseo de venganza.
—Kagura, ¿qué pasó con Kirinmaru?—decidió preguntarle a su hermana.
La mayor desvió la mirada ante la pregunta sintiéndose avergonzada, sabía muy bien que todo era su culpa por haber abierto su enorme bocota. Si no le hubiese dicho nada a Sesshomaru la noche anterior, seguramente el jardinero seguiría cumpliendo con su jornada laboral.
—Yo… lo siento, Rin.
—¿Por qué? ¿Qué hiciste?
—Le conté—confesó Kagura sintiéndose terrible consigo misma. Por lo visto, nada le resultaba bien.
—¿Le contaste? ¿A quién?
Rin ya sabía la respuesta, pero necesitaba que su hermana le facilitará la información completa.
—A Sesshomaru, anoche estuvo aquí y no sé en qué momento terminé diciéndole de tu relación con el jardinero.
—¡¿Kagura, pero por qué hiciste eso?!
—Lo sé, fui una tonta. Siempre me vuelvo estúpida después del sexo—admitió con vergüenza.
Aquella última revelación hizo que la menor se sintiera incómoda. Entonces, luego de haber tenido relaciones sexuales con su hermana, ese hombre se había atrevido a ir a su habitación para armarle una escena. Sin duda era un descarado de lo peor, lo odiaba.
—Él piensa que puede perjudicar sus planes, y por eso lo despidió—le aclaró Kagura la razón de aquella acción.
—¡Por mí, sus planes pueden irse al infierno!—contestó Rin sin poder ocultar un segundo más su creciente ira.
—¡Rin, por favor, no hables así!
—¡¿Que no hable así?! ¡¿Acaso no entiendes la gravedad de lo que hizo?!—increpó con sus puños apretados—. Kirinmaru es un muchacho honesto, trabajador. Él necesitaba de este empleo para pagar sus estudios y ahora, por mi culpa, está despedido.
—Prometo ayudarlo a conseguir algo mejor—se comprometió Kagura, dispuesta a remediar su falta.
Rin no dijo nada más, se conformaba con saber que al menos tendría una nueva oportunidad, pero sin duda lo extrañaría, extrañaría a la única persona en ese lugar con la que podía sentirse en paz.
[...]
Dos semanas después, Rin asistió al consultorio de la doctora Becker en compañía de su hermana. Se suponía que ese día la mujer confirmaría que la inseminación había dado resultados favorables.
—Es un gusto tenerlas por aquí—saludó la doctora como siempre.
Las dos hermanas ocuparon sus respectivos puestos y esperaron a lo que la mujer tenía para decir. Los exámenes de laboratorio habían sido realizados el día anterior y en ese momento únicamente restaba que la doctora diera a conocer los resultados.
Rin sabía muy bien que estaba embarazada, pero aquello era algo que Kagura aún no sospechaba.
—¡La inseminación fue todo un éxito!—anunció la mujer mayor con aire triunfal.
Kagura se levantó de su asiento completamente emocionada y abrazo a su hermana.
—¡Felicidades, Rin!
La menor no respondió nada ante el efusivo gesto, por lo visto, Kagura se olvidaba de que le quitarían a sus hijos.
—Ahora, ven aquí, Rin. Necesitamos realizar un ultrasonido.
Rin se prestó para toda la farsa, mientras Kagura parecía apenas contenerse ante la emoción que sentía. Era como si ella fuese la embarazada y, de cierta forma, así era. Después de todo, esos niños serían legalmente sus hijos.
—Son dos—anunció la doctora, algo que habían descubierto hacía varias semanas, pero de lo que Kagura recién se enteraba.
—¿Dos? ¿Pero cómo es posible?
—En realidad es bastante común, señora Taisho. Al estimular los ovarios, puede darse una ovulación conjunta, de la cual puede producirse un embarazo gemelar o múltiple—explicó la doctora con voz solemne.
—¡Es increíble!
Kagura estaba tan fascinada, aunque de cierta forma, sentía un poco de envidia. Ella no podía concebir, mientras su hermana era incluso capaz de tener un embarazo múltiple.
—Gracias, Rin—agradeció la mujer cuando iban en el auto de regreso a la mansión.
—¿Por qué?—preguntó la menor sin entender.
—Gracias por darme la oportunidad de ser madre—dijo entonces, mirándola con ojos brillosos.
Aunque odiaba que su hermana sufriera por su culpa, no podía negar que estaba feliz de que hubiese firmado ese contrato. De esa forma, ella y Sesshomaru, se convertirían en padres y, quizás, en el futuro podrían incluso salvar su farsa de matrimonio…
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Obsesión - Sesshrin
Fanfiction"Cruel y despiadado", aquellos eran unos de los calificativos que Rin utilizaba para describir a su cuñado. Desde que llego a la casa de su hermana, luego de cinco años sin verla, descubrió que la vida que Kagura tanto pregonaba no era más que una f...