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Sin darse cuenta, las semanas se convirtieron en meses, para estas alturas Rin había alcanzado su cuarto mes de embarazo. La relación con Sesshomaru había escalado desde aquella noche, en la que había decidido utilizar los sentimientos del hombre a su favor.

Ese día, tenía uno de sus chequeos prenatales con la doctora Becker, un chequeo en el que esperaba conocer el sexo de sus bebés. A su lado, se encontraba Kagura e incluso estaba presente Sesshomaru.

La joven se sentía incómoda ante aquella situación, eran contadas las veces en la que había visto a su hermana desde aquel día en la empresa, y peor aún, no sabía cómo mirarla luego de aquellos encuentros íntimos que había estado manteniendo con Sesshomaru.

No solamente mantenían relaciones sexuales, sino que el hombre se había vuelto mucho más amoroso. Religiosamente, se presentaba cada noche y se quedaba a dormir, la abrazaba mientras estaban en el lecho y acariciaba su vientre bajo las sábanas.

"Buenas noches, bebés", "Pórtense bien y dejen dormir a su madre", aquellas eran una de las frases que solía repetirle a los pequeños al momento de dormir.

Rin se sentía de cierta forma extraña, porque más allá de odiar que invadiera su cama, lo disfrutaba, disfrutaba de tener una presencia cálida tras su espalda, sentir sus brazos rodeándola y compartir aquella sensación de protección.

Estaba mal, lo sabía perfectamente. Sabía que estaba mal disfrutar de ello, que debía únicamente concentrarse en que bajara la guardia y luego huir, pero había días como esos, en los que simplemente se permitía engañarse y pensar que, quizás, las cosas pudiesen ser diferentes.

La joven sacudió su cabeza, necesitaba desechar esos pensamientos que la hacían sentir avergonzada de sí misma. Su hermana no se merecía lo que hacía, no se merecía su traición.

—¿Qué ocurre, Rin?—preguntó la mujer, como si, de alguna forma, pudiese adivinar sus pensamientos.

La menor negó inmediatamente, sin poder evitar mirar en dirección a Sesshomaru. El corazón de la joven latió con fuerza, cuando se encontró con la mirada del hombre concentrada en ella. Algo en su rostro debió delatarla, porque Kagura se giró para mirar a su marido con extrañeza. Afortunadamente, en ese mismo instante, la doctora Becker hizo su aparición en el consultorio.

—Lamento la demora—se disculpó la especialista, tomando asiento en su escritorio.

Luego de una serie de preguntas generales sobre su estado de ánimo y como se había sentido últimamente, pasaron al área de ultrasonido dónde la doctora se dispuso a comenzar con el chequeo.

Rin descubrió su bajo vientre para que la mujer aplicará el gel, mientras le lanzaba miradas de reojo al hombre en la sala, el cual se mantenía silencioso, pero sin dejar de prestarle su completa atención. Aquello estaba poniendo nerviosa a Rin, quien temía que su hermana se percatara de la tensión existente, pero aquel temor, sin darse cuenta, hacía de la situación algo mucho más evidente.

Kagura evaluó a su marido con ojo crítico, no se suponía que un hombre tan ocupado estuviese asistiendo a este tipo de consultas, sin embargo, aquí estaba Sesshomaru comportándose de una manera completamente extraña.

La doctora se percató de lo que sucedía y decidió carraspear un poco para obtener entonces la atención absoluta, mientras comenzaba con el ultrasonido.

—Muy bien, tienen buen ritmo—señaló respecto a los latidos del corazón de los bebés.

Rin finalmente se relajó, al ver que la atención estaba en el lugar correcto, hasta que la mujer mayor dio con una información que sumergió a la sala en un profundo silencio:

Obsesión - SesshrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora