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Rin no podía dejar de maldecir su mala suerte. «¿Cómo fue que terminó viniendo a este lugar?», se preguntó al detallar en el enorme edificio. La verdad era que no quería estar en ese sitio, se sentía ajena, completamente fuera de lugar.

—Sube la mirada—la regaño su hermana al darse cuenta de que caminaba cabizbaja.

La joven asintió ante la solicitud de la mayor, aunque en el fondo de su ser albergaba un único pensamiento: "Quiero irme"

—Infórmale que estoy aquí—el tono de voz que Kagura utilizó fue bastante amargo.

En ese momento, Rin se percató de que algo extraño sucedía, las dos mujeres frente a ella, se veían fijamente con mucho desagrado.

—¿Acaso no me has escuchado?—y la tensión se incrementó tras aquella pregunta que evidenciaba un tono bastante amenazante.

—Por supuesto, acompáñenme—la secretaria se levantó elegantemente de su puesto y se dispuso a dirigirlas a la oficina de su jefe.

Sarah tocó la puerta con cautela y dijo en un tono burlesco:

—Señor, su esposa ha venido a verlo.

No hubo respuesta alguna ante el llamado, pero aun así la mujer se dispuso a irse como si hubiese cumplido con su trabajo.

—Espere aquí, seguramente en algún momento le atenderá—expresó dándose la vuelta para alejarse, pero sin poder conseguirlo del todo.

Kagura la tomó fuertemente del brazo antes de que diera un paso más, la secretaría en respuesta intentó zafarse del agarre con mucha brusquedad.

—No tientes a tu suerte, perra—dijo su hermana con agresividad.

Rin abrió los ojos, sorprendida. No era algo común ver a Kagura reaccionar de semejante forma, definitivamente aquella mujer se había ganado el odio de su hermana por algún desconocido motivo.

—¿Qué está pasando aquí?—una voz masculina se escuchó detrás de ellas.

Las dos mujeres, que hace unos instantes parecían a punto de pelearse, se separaron inmediatamente.

—Pensé que la despedirías—reclamó Kagura, en voz muy baja.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Sesshomaru ignoró su reclamo sin dejar de ver a Rin. La muchacha podía sentir perfectamente el peso de su mirada dorada, pero aun así, hizo como si no existiera.

—¿Entonces la solución para ti es que no venga a visitarte?—la indignación empañó la voz de Kagura—¿O es que tengo que soportar que sigas teniendo a tu amante de secretaria?

Kagura no pudo olvidar la vez en que había venido a hablar con él y lo encontró a punto de intimar con dicha fémina. Pensó en esa oportunidad que tal vez tendría un poco de recato y se desharía de la mujer, pero no, la había dejado trabajando a su lado.

Rin se sorprendió ante lo que escuchaba, aunque en el fondo, sabía que era estúpido hacerlo. Ese hombre siempre se había mostrado como un descarado, evidentemente no le importaría mantener a su amante como secretaria.

—Entra—le ordenó Sesshomaru a Kagura. Lo último que necesitaba era que le armase una escena en medio del pasillo de su empresa.

—Ella también—exigió Kagura con valentía, señalando a la secretaria, la cual pensaba en escabullirse como si el problema no la inmiscuyera.

Rin no dejaba de observar a la mujer. La secretaria parecía más bien una modelo, que una persona encargada de sobrellevar diariamente una serie de papeleos. Tenía buen porte, era alta, delgada y con grandes atributos.

Obsesión - SesshrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora