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Kagura no podía dejar de pensar en el extraño comportamiento de su esposo. La manera de mirarla y sus palabras despectivas, parecían estar cargadas esta vez de algo más.

«¿Qué ocultaba?», se preguntó la mujer, mientras se acomodaba en el abdomen uno de los almohadones de embarazo que había comprado en esa semana.

La mujer acarició su vientre abultado, el cual simulaba perfectamente un embarazo de cuatro meses. Se suponía que ahora tenía que usarlo constantemente, y realmente, estaba disfrutando de hacerlo.

No solamente había comprado un almohadón diferente para cada mes, sino que además, se había provisto de una gran variedad de ropas de maternidad y cosas para bebés.

Los paparazzi la habían captado en varias ocasiones, mientras visitaba dichas tiendas y, solían hacer pequeños artículos referentes a esos encuentros.

Kagura estaba en el centro de la atención pública, se sentía como una celebridad, mientras muchas personas le otorgaban interés a cada una de sus acciones. Pero, aunque tenía la atención de infinidad de personas, seguía faltándole algo más. Su esposo cada vez la visitaba menos y cuando lo hacía, la trataba como si fuese una completa desconocida.

No se suponía que sería así, no se suponía que en esta etapa se volviesen más frío. Los bebés deberían de acercarlos más, de unirlos, sin embargo, parecía que estaban ejerciendo el efecto contrario.

«¿Por qué?», se preguntó nuevamente, queriendo hallar una respuesta a esa inquietud.

[...]

Rin respiró profundamente, había tratado muy mal a Sesshomaru la noche anterior, pero ahora necesitaba de su permiso para poder salir.

"Nos vemos el sábado en el centro comercial", había acordado con Kirinmaru.

La joven dio varios pasos a lo largo de la habitación, sintiendo mucho nerviosismo. Tenía una excusa válida para decirle a Sesshomaru, pero luego de echarlo de su habitación tan bruscamente, no sabía cuándo se presentaría nuevamente.

«Vamos, Rin, tú puedes hacerlo», se animó un instante antes de sacar su teléfono celular y escribir un mensaje de texto.

"Lamento mi comportamiento de ayer, ¿crees que puedes venir esta noche?", envío el mensaje temiendo una negativa como respuesta.

"Nos vemos más tarde", sin embargo, una respuesta afirmativa fue lo que recibió.

Rin suspiró.

Por más que lo tratará mal, Sesshomaru parecía no poder molestarse con ella. No sabía si eso era bueno o, por el contrario, debería sentir miedo.

Esa noche, justo como lo prometió, Sesshomaru se presentó en la casa campestre. Rin había ordenado a una de las mujeres del servicio que preparara una cena especial y la misma ya se encontraba perfectamente servida en el comedor.

—Hola—saludó la joven con una dulce sonrisa cuando lo vio hacer su aparición.

Sesshomaru llevaba un traje formal del trabajo y por la expresión en su rostro parecía sumamente cansado, aun así, se las arregló para devolverle el saludo de buen humor.

—Hola—contestó acercándose y acariciando su mano con suavidad.

—Te extrañé mucho anoche—confesó la mujer, aunque sabía que debía decir cosas como esa para manipularlo, no estaba del todo mintiendo. Aparentemente, dormir sola era algo que ya no le gustaba.

—Yo también.

Sesshomaru beso su frente y la dirigió hasta la mesa, dónde pasaron a degustar de la cena.

Obsesión - SesshrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora