Con mucho dolor en su corazón, Rin tuvo que aceptar que debía irse, aun cuando el destino de su hermana fuese completamente incierto. De esa forma, la joven mujer se alistó esa mañana para llevar a cabo la penúltima fase de su plan de escape.
Con la excusa de necesitar nuevas vestimentas porque las que tenía le empezaban a quedar demasiado ajustadas, Rin se encontraba en el centro comercial recorriendo tiendas sin un verdadero interés de comprar absolutamente nada.
Como ya se había vuelto costumbre, no se encontraba sola. Uno de sus vigilantes estaba justo a su lado, mientras simulaba evaluar algunas prendas y, el otro, esperaba afuera, completamente alerta de su entorno.
En ese día las cosas iban a llevarse a un punto mucho más extremo. No había un plan en sí, y no tenía ni la menor idea de cómo iba a lograrlo, pero necesitaba escabullirse de sus guardaespaldas y hablar con Kirinmaru.
La muchacha entró al probador y aprovecho para enviar un corto mensaje. Kirinmaru estaba en ese mismo centro comercial, aguardando por la indicación de su paradero.
"Ya estoy aquí. Pero necesito distraer a los hombres de Sesshomaru, ¿en qué parte estás?", informó la mujer a través de su teléfono.
"Estaré cerca del baño"
Rin salió de aquel vestidor simulando un malestar que le ameritaba ir de urgencia al baño. Su guardaespaldas, el que se mantenía en el interior de la tienda acompañándola, se apresuró a guiarla hasta dónde se encontraba el baño del centro comercial.
Mientras caminaban por una serie de pasillos, la joven mujer ponía a funcionar su cerebro a gran velocidad. Necesitaba que la dejarán sola, pero seguramente ambos hombres montarían guardia afuera del baño y perdería su oportunidad de ver a Kirinmaru. En ese instante, a Rin se le ocurrió una brillante idea que de inmediato puso a funcionar:
—¡Extravié mi sortija!—exclamó con voz asustada, sorprendiendo a ambos hombres.
—¿Su sortija?
—Sí, cuando me probaba la ropa debió caerse—contestó la mujer con pesar, mientras se apretaba el estómago, aparentando extremada urgencia para llegar al baño—. Debo recuperarla, es un regalo de Sesshomaru.
En realidad, Sesshomaru sí le había obsequiado una bonita sortija que seguramente costaba una fortuna, pero esa había olvidado ponérsela esa mañana. Sin embargo, aquellos hombres no debían de saber que estaba usando aquel regalo como una excusa para que se marcharan.
—Iré por ella.
—¡Por favor, encuéntrala!
De esa forma, aquel sujeto corrió de regreso a la tienda para recuperarla, mientras que el otro siguió acompañándola. Pero ante el simulacro de unas repentinas náuseas, el segundo hombre tuvo que ir rápidamente en búsqueda de un poco de agua.
Rin aprovechó aquel instante de descuido, para escabullirse en medio de la multitud que se divisaba en ese centro comercial. Pero a pesar del cúmulo de personas, no tardó mucho tiempo en sentir como alguien la jalaba del brazo y la llevaba a otra área. En ese momento lo supo, se trataba de Kirinmaru.
El joven la guío por unos pasillos, hasta que llegaron a un área apartada. Una tienda de especias cuyo dueño les permitió acceder a una oficina. Kirinmaru había hablado anteriormente con el dueño de la tienda y le había pagado para que le permitiera usar ese espacio para conversar.
El hombre, quien no tenía muy buenas ventas en ese día, accedió gustoso ante el dinero que le ofrecían y les abrió la puerta de una pequeña oficina donde solía llevar los papeles de la administración del local.
Una vez completamente solos, Kirinmaru le extendió un sobre a la muchacha, el cual contenía su nueva identidad. Se trataba de un juego de documentos, en el que estaba desde su acta de nacimiento, hasta sus notas de escolaridad.
—Susan Colmat, es un nombre muy bonito—halagó la mujer ante su nuevo nombre. Ella no se había preocupado por esos detalles, todo lo había dejado en manos de Kirinmaru.
Rin se sentía ensimismada, muchas emociones pasaban por su mente en ese momento: iban desde la alegría hasta la tristeza, tristeza de tener que abandonar quién era para asumir una nueva identidad.
La mujer acarició su vientre, convenciéndose de que eso era lo mejor. Lo hacía por sus pequeños, ellos se merecían nacer lejos de todo este infierno en el que estaba. Sin embargo, no había terminado de salir de su estupor, cuando Kirinmaru sacó de su chaqueta otro manojo de documentos.
—Lo siento, estaban en promoción—se disculpó.
—¿Qué?
Rin, parpadeó, no entendía de qué iba todo esto.
—No pretenderás que te deje sola con dos bebés, ¿cierto?—preguntó con obviedad.
—Kirinmaru—susurró la mujer sin poder creer lo que estaba diciendo.
—No pienso dejarte sola—declaró con firmeza en su voz.
En ese momento, fue como si algo vibrara en todo su ser. El apoyo que Kirinmaru le estaba brindando era tanto que sentía que no se lo merecía.
—No, no tienes por qué…—intentó negarse.
Sin embargo, el joven la acalló poniendo uno de sus dedos sobre sus labios.
—Nada de lo que digas va a hacerme cambiar de parecer.
La sonrojada mujer se quedó congelada ante semejante acto. Ella no tenía ni la menor idea de a dónde iría, y, sin embargo, él quería acompañarla.
—Es demasiado...—Rin no pudo contener las lágrimas, toda aquella situación le sobrepasaba.
—No pienso dejarte sola—el hombre se mantuvo firme en su postura.
Rin no había terminado de dar sus razones para convencerlo de que no era necesario, cuando la puerta fue tocada con impaciencia.
—Salgan—el dueño de la tienda parecía nervioso por algo.
—Un momento—dijo Kirinmaru completamente extrañado ante su actitud despectiva.
La joven fue la primera en salir y sus ojos miraron lo último que esperaban ver. El terror en el cuerpo de Rin fue notorio y, inmediatamente, sintió que sus manos sudaban sin control.
«¡No podía ser!», exclamó una vocecita en su mente completamente aterrorizada.
Sin embargo, por más que quisiera negarse a aceptar la realidad, aquello era real y estaba sucediendo en ese preciso instante.
—Llévensela—ordenó Sesshomaru a sus secuaces, mientras su vista no se despegaba del hombre que estaba justo a su espalda.
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En este punto las cosas se parecen, ¿pero terminarán igual? 🤔
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Obsesión - Sesshrin
Fanfiction"Cruel y despiadado", aquellos eran unos de los calificativos que Rin utilizaba para describir a su cuñado. Desde que llego a la casa de su hermana, luego de cinco años sin verla, descubrió que la vida que Kagura tanto pregonaba no era más que una f...