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«Un hijo», aquella frase todavía hacía eco en su mente.

«¿Cómo se le había ocurrido proponerle semejante cosa?», se preguntó Kagura subiéndose al auto donde la aguardaba su chófer.

Sin duda alguna, Sesshomaru Taisho acababa de perder completamente la cabeza. Era una locura desde todos los puntos de vista posibles.

"¿Y quién dijo que será tuyo?"

Kagura soltó un bufido recordando su pregunta. Era un descarado, infiel, que abarcaba una lista inmensa de malos calificativos. No podía creer que existiese alguien tan cínico.

"¡Estás demente!", le soltó en ese momento, sintiéndose completamente encolerizada.

"Lo estoy, querida", reconoció con tono orgulloso.

Y pensar que el día que lo conoció en aquel hotel se mostraba tan diferente. Luego de un exhaustivo intercambio de miradas, le dedicó una media sonrisa que le paralizó el alma.

Era un hombre bello y sensual que la dejó enteramente cautivada. Después de ese encuentro, cada vez que se veían se mostraba tan atento y cordial, haciéndose poco a poco un espacio en su ingenuo corazón.

«Tonta», se reprendió.

Pero que se iba a imaginar ella, la finalidad que tenía ese hombre para mostrarse como algo que no era. Únicamente había querido engatusarla para usarla como una marioneta en sus propósitos.

"No pienso aceptar ni una más de tus exigencias. ¡Quiero el divorcio, Sesshomaru!"

"Lamento informarte, mi querida Kagura, que tendrás que obedecerme si es que realmente deseas obtener nuevamente tu libertad"

"¡Eres un ser bajo y vil!"

"Lo soy, pero también sigo siendo tu esposo"

Recordar aquella conversación en la oficina, hizo que su viaje de regreso a la mansión fuese una completa tortura. Sabía que Rin la estaba esperando en casa, ansiosa por escuchar buenas noticias. ¿Pero cómo decirle a su hermanita que la bestia no había querido soltarla de sus garras?

"Te daré el privilegio de encargarte de todo"

"Eres un cínico"

"Vamos, Kagura, sé que te hace mucha ilusión la idea del hijo", le dijo con descaro levantándose de su asiento para acariciar un mechón de su cabello. 

Kagura no quería participar en toda esta locura, pero sabía perfectamente que no tenía otra alternativa.

"Cuando nuestro pequeño hijo cumpla un año de edad, nos divorciaremos. Me quedaré con la custodia del niño y luego tú podrás regresar a Suiza si es lo que tanto te place"

—Es un maldito—susurro la mujer apretando los puños.

Al llegar a la mansión Taisho, Kagura se sentía demasiado ofuscada. Necesitaba pensar con cabeza fría, necesitaba ordenar sus ideas. Una parte de su ser quería participar en todo esto, tener un hijo con Sesshomaru, aunque no fuese ella quien lo llevase en su vientre era algo que le hacía mucha ilusión. Podía incluso imaginar cómo sería el pequeño, si sacaría sus ojos dorados carentes de emoción, o si, por el contrario, tendría una mirada mucho más risueña.

De inmediato la imagen de una pequeña niña atravesó su mente. ¿Cómo sería tener una bebé con Sesshomaru? Podía imaginársela siendo una bebé digna de portada de revista.

«Pero qué tonterías piensas», se regañó a sí misma.

Sin duda, Kagura estaba batallando entre su corazón y su mente. Su corazón amaba a ese hombre cruel y despiadado, y su mente sabía perfectamente que no debía prestarse para esa locura. Pero, ¿a quién escucharía?

Obsesión - SesshrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora