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—Asegúrense de que no se acerque nadie a la propiedad—ordenó Sesshomaru a sus hombres, cuando llegaron a la casa campestre.

Rin miró al par de guardaespaldas asentir diligentemente, mientras se apresuraban a montar guardia en compañía de otros más.

—¿Ya me dirás qué sucede?

—No hay nada de qué preocuparse, Rin. Tranquila.

—¿Dices que no hay de qué preocuparse, pero actúas como si se avecinara una guerra? Por favor, necesito saber qué es lo que me estás ocultando.

—Hay algunos rumores rondando por las redes. Al parecer se filtró algo de información.

La joven palideció.

—¿Rumores? ¿Qué clase de rumores?

Sesshomaru suspiró, cansado. Lo cierto era que las cosas se estaban saliendo un poco de control.

—Se dice que tú y yo tenemos una relación.

Rin abrió muy grandes los ojos, imaginando lo problemático que sería si aquello llegaba a los oídos de Kagura.

—¿Tú y yo? ¿Pero cómo es que saben de mi existencia?

—No lo sé. Pero se está hablando mucho sobre la misteriosa hermana de Kagura y su relación con los bebés.

—¿Quiere decir que saben que Kagura no es su verdadera madre?

—Así es. Aunque, por ahora, son simples rumores sin fundamento.

Eran simplemente rumores, pero aquello estaba teniendo efectos negativos para su reputación. Su teléfono no había parado de sonar desde que la noticia salió en el periódico. Su padre estaba furioso y su abuelo parecía estar a punto de querer desheredarlo.

Por eso, necesitaba garantizar primeramente que Rin y sus hijos estuviesen a salvo de todo este escándalo y ya luego tomaría una decisión al respecto. Desmentirlo todo o aprovechar para que su realidad saliera a la luz, eran dos caminos diferentes que parecían llevar al mismo resultado.

Sin importar su decisión, perdería su posición como heredero del consorcio hotelero. Era obvio que su abuelo no toleraría este tipo de faltas, aunque se trataran de simples mentiras, lo cual no era su caso.

Pero a estas alturas de las circunstancias eso no le importaba. De hecho, lo veía como una oportunidad para desligarse de todo. Solamente deseaba que Rin pudiese aceptar su amor en un futuro, aunque eso era mucho más difícil a que su abuelo lo perdonará…

[...]

—¡Señora, por favor, cálmese!

—¡¿Qué me calmé?!—gritó la mujer histérica—. ¡¿Cómo se te ocurre pedirme algo así?! ¡Todos ustedes son unas cuerdas de inútiles!

—Ya le explicamos que los bebés están en una revisión. En cuanto el médico termine, los traerá aquí—prometió la enferma, que en ese momento la estaba atendiendo.

—¡Mentiras! ¡Son puras mentiras! ¡Ya son dos días con la misma historia! ¡Exijo ver a mis hijos en este mismo instante!

Kagura se levantó de la cama y se dispuso a lanzar todo lo que encontraba en su camino, su desesperación era tanta que no podía pensar con claridad. Evidentemente, la mujer no se imaginaba todo lo que sucedía a las afueras de aquella clínica.

Su nombre y el nombre de su hermana, circulaban en todos los periódicos, pero no precisamente por una buena noticia. Sino por una verdad que ella desconocía: habían estado compartiendo al mismo hombre.

Sin embargo, y para empeorar la situación, su asistente Martina se hizo presente en la habitación. La mujer siempre había trabajado para ella y de cierta forma le tenía un especial cariño, por lo que se compadeció de su actual estado.

—¡Señora, por favor!—suplico la asistente con voz suave.

—¡Martina, estás aquí!—se alegró Kagura, de por fin ver una cara conocida—. Rápido, Martina, hay que hacer algo. Todas estas personas se están confabulando en mi contra para quitarme a mis hijos. Ya son dos días que no los veo. ¡Dos días!—recalco con dolor.

—Por supuesto, señora. Pienso ayudarla a qué los recupere de inmediato—consoló la mujer, aunque sabía que para estas alturas ya los niños no estaban en el hospital.

—¡Gracias al cielo!—se alivió Kagura de tener una mano amiga en la cual apoyarse.

—Ahora venga, debe alistarse. Será dada de alta dentro de unas horas.

—Oh, está bien. Pero no me iré sin mis hijos—afirmó lo otro mirando con ojos rabiosos a la enfermera, que se negaba a darle una explicación precisa sobre el paradero de sus pequeños.

Kagura se dio una ducha, mientras su asistente recogía sus pertenencias y las introducía en un pequeño bolso. En el proceso, la mujer cavilaba sus siguientes pasos.

«¿Qué debía hacer primero?», se preguntó.

Su señora seguramente se negaría a irse sin los niños, por lo que la opción que le quedaba era ponerla al corriente sobre lo que estaba sucediendo. Sin embargo, en su actual estado, no sabía si eso era del todo conveniente.

Martina no podía todavía terminar de procesar lo que se decía. El tema de la posible traición de Rin en contra de su hermana, era demasiado escandaloso para sus envejecidos oídos.

Durante muchos años de servicio, había tenido que presenciar muchas infidelidades por parte de Sesshomaru hacia su esposa, pero aquella sobrepasaba a todas las anteriores. Esta era una traición verdadera y seguramente a su jefa le dolería mucho saberla.

—Ya estoy lista—anunció Kagura saliendo del baño.

—Perfecto, señora. Es hora de irnos.

—Aguarda, Martina. No olvides lo que me prometiste.

—Ah sí, señora. Lo que pasa es que…

—¡Tú también, Martina!—reclamó Kagura sin dejarla terminar de hablar—. Vas a inventar una excusa, lo veo en tu mirada. ¡Por favor, no me mientas!

Martina se sintió desarmada ante aquello, era evidente que su jefa le tenía mucha confianza, por lo que se negaba a escuchar de ella otra cosa que no sea la verdad.

—¡Solamente dímelo, no le des tantos rodeos!—suplicó la mujer.

—De acuerdo, pero debe saber que esto es simplemente un rumor—comenzó la asistente antes de suspirar.

El trabajo había iniciado por lo que ya no había marcha atrás, debía decir la verdad y de esa forma, Martina agregó sin titubear:

—Se dice que el señor Sesshomaru mantiene una relación romántica con la joven Rin.

El rostro de Kagura no reflejó nada, luego de escuchar aquellas palabras carentes de cualquier sentido para ella.

—¡Patrañas! ¿No me dirás qué has creído semejante cosa?—contestó como si nada, convencida de aquello, simplemente buscaba crear chismes.

—Eh, no, señora.

—¿De dónde salió esta información? Hay que demandar a ese periódico por promover este tipo de injurias.

En la cabeza de Kagura no había espacio para una traición por parte de su hermana. Era evidente, que todo esto solo se trataba de un plan malévolo para perjudicar a las empresas, y por eso habían inventado semejante mentira. Sin embargo, no todo era como ella lo creía y de mala manera terminaría descubriéndolo…

Obsesión - SesshrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora