No supo con exactitud cuánto tiempo pasó, la realidad era que sus ojos no querían ser abiertos. La sensación de unos labios ajenos sobre su piel escalaba con cada segundo.
El hombre besó su frente prolongadamente, para luego pasar a otras áreas de su cara. Cuando se percató no hubo espacio en su rostro que no hubiese sido besado.
Era extraño.
No percibía la lujuria o el desenfreno típico de aquel sujeto, sus besos parecían ser únicamente un gesto de completa devoción y afecto.
De pronto, los ojos de la mujer se abrieron completamente, no pudo evitar sorprenderse ante la sensación de una mano tocando su bajo vientre.
Rin abrió sus ojos, pero Sesshomaru no la estaba viendo, seguía con su visión cerrada, mientras su mano acariciaba aquel lugar donde sus hijos se formaban.
«¿De qué se trataba todo esto?», volvió a preguntarse, ahora mucho más confundida que antes.
Tratando de regresar a la realidad, la joven intentó apartar su mano, provocando que los ojos del hombre la mirarán muy fijamente.
Sesshomaru negó, renuente, a soltarla, mientras susurraba con voz muy baja:
—Déjame sentirlos, Rin. Son nuestros.
Rin tuvo el impulso de pellizcarse. ¿Acaso estaba soñando?
—¿De qué habla?—el tono de reproche no pudo ser ocultado.
La joven se sentía de alguna manera indignada.
«¿Tan rápido se le había olvidado lo que esos bebés representaban? ¿Acaso no recordaba que la había obligado a firmar un contrato para luego quitárselos?», se preguntó, sintiéndose ofuscada.
Era obvio que ella no tenía derechos, eso se lo había dejado bastante claro. Entonces, ¿por qué ahora venía a decir que eran "nuestros"?
—¿Cómo quieres que se llamen?—aquella pregunta tan trivial dejó a la mujer completamente desencajada.
Sabía que los niños necesitaban un nombre, pero no pensó tener participación en la elección de los mismos. De hecho, Rin trataba de no encariñarse mucho con las criaturas que venían en camino para no sufrir más de lo debido.
—Puedes elegir los nombres—continuó Sesshomaru aprovechando la perplejidad de la joven—. El que elijas estará bien para mí.
—¿Por qué?—murmuró la chica en voz muy baja, con sus ojos visiblemente conmovidos por sus palabras.
Tenía tiempo luchando contra ese sentimiento, el sentimiento de maternidad que crecía en su interior, al que se negaba a darle parte para no sufrir ante el choque de la realidad; porque ella no sería la madre de esos pequeños, su madre sería su hermana.
Sesshomaru no supo interpretar su pregunta, por lo que la miró fijamente esperando fuese más específica.
—¿Por qué me permite esto ahora? ¿Qué significa que elija los nombres?—atacó la mujer sin saber si se estaba burlando de ella, o si realmente deseaba que se involucrara más en la vida de los bebés.
—Es lo que quiero. Son nuestros hijos, nuestros—recalco con cierto toque de orgullo en su voz, un orgullo que Rin no supo interpretar.
De esa manera los dos se miraron por largo rato, la mujer se negaba a confiar en él, en su mente busca el mensaje oculto en todo esto.
«¿Acaso iba a pedirle algo a cambio? ¿Acaso era una trampa?»
Pero Sesshomaru no tenía la intención de aprovecharse de su condición, aunque sí, esperaba que ser más permisible le abriera las puertas de su corazón, aunque la chica no parecía tenerle ni un mínimo de confianza.
—¿Y Kagura estará de acuerdo?
—Eso no importa, Rin—contesto, olvidando por un instante que ella era la hermana de la mujer.
—¡Claro que importa!
Rin intentó apartarse, pero Sesshomaru no se lo permitió.
—Ya te lo dije—él alzó la voz para hacerse escuchar—. Son nuestros, de nadie más.
—¡Eso no es cierto! ¿Acaso su brillante idea no incluía a mi hermana? Usted dijo que ella sería la madre y usted el padre, yo soy la única que sale sobrando.
—No, tú no sobras—la mano del hombre se posó en la mejilla de la mujer y ella no pudo evitar sentirse incómoda.
«¿Qué le pasaba?», se preguntó. Era evidente que Sesshomaru no parecía estar en sus cabales, de lo contrario, no se estaría comportando de esa forma.
—Claro que sí, eso usted lo estableció desde un principio. Así que suélteme—la mujer apartó la mano invasora y se alejó del hombre como si su tacto le quemara.
Poniendo varios metros de distancia, Rin se permitió regular su respiración y pensar en lo que estaba sucediendo con cabeza fría.
—Por favor, váyase. Ya tuve suficiente de sus tonterías—solicito de manera rotunda.
—Rin…
A Sesshomaru no parecía gustarle la manera en que le estaba hablando. Sin embargo, la mujer negó, no quería escucharlo, no quería estar junto a él.
—Dos años—dijo el hombre de pronto, sorprendiéndola nuevamente.
Rin no pudo evitar asustarse. ¿Qué se le había ocurrido esta vez?
—¿Dos años?—repitió la mujer, de forma recelosa.
—Sí, dame dos años para convertirte en mi esposa.
Los ojos de Rin se abrieron desmesuradamente.
«¿Qué acaba de escuchar?», se preguntó convencida de no haber escuchado bien. Sin embargo, Sesshomaru estaba hablando muy en serio y aprovecho su estupefacción para acercarse nuevamente.
—Dos años, Rin. Dos años y te haré mi mujer—repitió acariciando el rostro de la sorprendida chica.
—¿Qué?—los labios de la mujer apenas pudieron pronunciar esa palabra.
—Lo que escuchaste, quiero que seas mi esposa, la madre de mis hijos, la única en mi vida.
Rin negó repetidamente, su cabeza de alguna forma estaba saturada ante tanta información.
«¡Es una locura!», pensó.
—Usted está completamente loco, como se le ocurre que yo…
Mientras ella intentaba negarse ante su pretención, Sesshomaru no quiso escuchar más, no quiso escuchar que a lo mejor sentía algo por otro y que, por esa razón, no iba a aceptar sus sentimientos. Él se negaba a dejarla ir, se negaba a permitir que alguien más obtuviera su corazón.
El beso fue completamente invasor y en cuestión de segundos la mujer se encontró completamente presa entre los brazos de aquel hombre. La necesidad que trasmitía era irracional, al igual que sus palabras anteriores, aquello hizo sacudir algo en su mente, algo a lo que no le había prestado suficiente atención.
«¿Acaso lo que acababa de decirle era una especie de confesión de amor? ¿Sería posible que Sesshomaru sintiese algo por ella?», se preguntó, dándose cuenta de que si así era, acababa de otorgarle un poder que podría utilizar muy bien para su conveniencia…
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Obsesión - Sesshrin
Fanfiction"Cruel y despiadado", aquellos eran unos de los calificativos que Rin utilizaba para describir a su cuñado. Desde que llego a la casa de su hermana, luego de cinco años sin verla, descubrió que la vida que Kagura tanto pregonaba no era más que una f...