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—¡Jamás! ¡No se lo daré!—gritó Rin tratando de huir de aquel hombre.

La joven no paraba de correr, mientras sentía aquellos pasos masculinos cada vez mucho más cerca. Su corazón latía con fuerza y sus piernas se encontraban a punto de desfallecer, pero aun así, se negaba a rendirse. No soltaría a su hijo, no se lo daría.

—Entrégalo—demandó Sesshomaru con voz potente, haciéndola estremecer.

Rin apretó más fuerte aquel bulto entre sus brazos y negó rotundamente:

—¡Nunca!

El hombre sonrió con malicia instantes antes de arrebatarle a la criatura, dejándola sola y con una sensación de inmenso vacío.

—¡No!—se despertó Rin de aquella pesadilla, sintiéndola en extremo muy real.

La joven se encorvó en su lugar, continuando con un llanto que no sabía cuándo había iniciado, pero que ya no podía detener.

«No permitiré que se salga con la suya», pensó más desesperada que antes por el tema del bendito contrato.

Esa mañana, cuando bajó a desayunar en busca de su hermana, se encontró con la noticia de que Kagura había tenido que salir a primera hora de la mañana.

—Tenga, señorita—dijo una de las empleadas extendiéndole un papel—. La señora dejó esto para usted.

“Lamento no despedirme, Rin, pero ha surgido algo importante.

Viajaré por unos días. Pero no te preocupes, no tardaré.

Atte. Kagura”

—¿Qué?

La idea de estar sin su hermana no le agradaba en lo absoluto. Y si aquel día de por sí había iniciado mal, el hecho de que Kagura se fuera empeoraba mucho más el panorama. No había tiempo que perder. Necesitaba que idearan juntas un plan, de lo contrario, Sesshomaru Taisho obtendría lo que quería y se negaba a permitir que eso pasara.

[…]

A pesar de la angustia que la ausencia de su hermana le provocaba, Rin se mantuvo centrada en su objetivo. Su mente pasó la gran parte del día pensando en todas las posibilidades existentes. Regresar a Suiza ya no era una opción, no cuando aquel hombre tenía aparente control sobre cada uno de sus pasos en el país. La única posibilidad que les restaba era empezar de cero, en un lugar completamente diferente.

¿Pero cómo harían eso?

Evidentemente, necesitaban una nueva identidad y mucho dinero. También necesitaban contactos influyentes, y tal vez, tendrían que chantajear a más de una persona, empezando por los gorilas, que siempre las seguían a todas partes.

—¡Qué agotador!—murmuró la chica, lanzándose en la cama con extremo cansancio.

Su cabeza punzaba insistentemente, producto del estrés al que se había sometido en las últimas horas. ¿Pero cómo podría estar tranquila luego de aquel sueño tan escalofriante? La realidad era que le urgía encontrar la luz al final del túnel, de lo contrario, perdería completamente la cabeza.

Sintiéndose más tranquila, luego de maquinar aquel plan de escape, la joven fue cerrando sus ojos lentamente. El sueño acudió a ella al instante, sin embargo, no pudo disfrutar mucho de sus placeres cuando sintió un golpeteo insistente en su puerta.

«Kagura», pensó somnolienta. Quizás su hermana había regresado, ante aquella idea se paró rápidamente con una sonrisa en sus labios y abrió la puerta de la habitación, encontrándose con una presencia que no esperaba.

Obsesión - SesshrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora