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Rin sintió que el mundo se paralizaba a su alrededor, de pronto era como si toda esa situación la superará por completo.

—Llévensela—ordenó Sesshomaru con un tono de voz que le envió escalofríos por toda su columna vertebral.

«No puede ser, eso no podía estar pasando», se repitió renuente a procesar lo que estaba ocurriendo.

Kirinmaru notó su parálisis y la amenaza implícita en aquella simple palabra, por lo que adoptó de inmediato una actitud defensiva y se adelantó para dejar a la mujer detrás de él.

Sesshomaru frunció el ceño al ver lo que hacía y apretó los puños sintiendo la ira recorrer todo su sistema.

A él también le costaba procesarlo. Cuando su asistente Jaken le informó que había encontrado registro de sospechosas llamadas por parte de Rin, no pudo hacer más que dudar de lo que el hombre le decía. En su mente no había cabida para una traición, no cuando la joven mujer se mostraba tan cómoda entre sus brazos en los últimos meses, no cuando Rin había empezado a hablarle de una manera tan dulce. Sin embargo, su asistente no desistió de la idea hasta que dio con todas las pruebas pertinentes.

Esa mañana, el hombrecito había procesado los mensajes que la inculpaban.

—Señor, encontré esto—anuncio Jaken dejando un par de hojas sobre su escritorio.

—¿De qué trata?—preguntó sin darle atención.

—Son una serie de mensajes que ha compartido la señorita Rin con un número desconocido, por lo que se lee aquí, la joven piensa encontrarse con un sujeto esta mañana.

Aquello fue como un baldazo de agua fría, las palabras no entraban del todo en su mente. Sesshomaru se quedó completamente mudo, viendo muy fijamente a su asistente.

—Me temo que la señorita Rin lo está engañando—completó el hombre para su desgracia.

En ese momento, hubo algo más que terminó de confirmarle lo que sucedía. Su teléfono celular vibró ante una llamada perteneciente al par de guardaespaldas que había puesto al cuidado de la joven.

—Señor, lo lamento—se disculpó uno de ellos con voz agitada—. No sabemos cómo ocurrió, pero hemos extraviado a la joven Rin.

Y de esa manera, todo tuvo sentido. Sus insistentes deseos de salir, sus insistentes caricias y la forma tan dulce en que lo trataba. Aparentemente, todo era parte de un plan, todo lo hacía con una finalidad, hacer que bajara la guardia y huir; pero él no lo permitiría, no permitiría que se fuera de su lado, jamás la dejaría ir.

—Revisen las cámaras de seguridad. ¡Y más les vale que la encuentren!—ordenó con voz dura, levantándose de su escritorio.

Jaken vio a su jefe ponerse de pie con aquella mirada fría y temió por lo que pudiese suceder, pero ese era su deber, mantenerlo al tanto de todo este tipo de situaciones. No podía permitir que una oportunista se saliera con la suya.

Sesshomaru manejaba a gran velocidad para el momento en que sus hombres le avisaron que ya habían dado con el paradero de la mujer.

—Esperen a que yo llegué—anunció apretando más fuerte el acelerador. Tenía toda la intención de encontrar a Rin con las manos en la masa y así fue…

La joven tembló ante el reto de miradas que estaba presenciando. Sesshomaru parecía querer hacer desaparecer a Kirinmaru con el simple peso de sus ojos dorados.

—Sesshomaru, yo…—intentó articular, pero simplemente no sabía qué decir.

«¿Cómo iba a explicarlo?», se preguntó tratando de hallar una salida, pero no había forma de encontrarla. Estaba acabada.

Obsesión - SesshrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora