Lloró durante horas sin saber realmente qué sucedería, el temor por el destino de su amigo seguía latente.
«¿Qué pasaría con Kirinmaru?», se preguntó Rin una vez más, mientras las lágrimas se escurrían.
—¡Por favor, abran!—siguió gritando a cualquiera que pudiese escucharla, sin embargo, nadie se compadecía.
De esa forma, la mujer se fue sintiendo cada vez más debilitada, sus piernas se doblaron hasta tocar el suelo, mientras sentía un ligero mareo.
Rin tocó su vientre y sintió una punzada que no supo identificar de dónde provenía y, de pronto, la mujer gritó, pero esta vez de agonía, un profundo dolor la atravesaba. Todo se volvió negro para ella, cuando al bajar su mirada observó entre sus piernas un líquido escarlata que descendía hasta llegar a sus tobillos, aquello se trataba de sangre.
—¡No, mis bebés!
—¿Señorita, qué pasa?
Una de las empleadas, quien se mantenía atenta, pero sin involucrarse, abrió la puerta de inmediato ante el cambio de situación. Lo que encontró dejó a la mujer completamente paralizada… Su jefe la mataría por no acudir antes.
—¡Ayuda! ¡Rápido! ¡Vengan!
De esa manera, Rin fue trasladada a la clínica de la doctora Becker, quien atendió el caso con urgencia. Una amenaza de aborto para un embarazo tan avanzado era algo bastante peligroso, agregándole el hecho de que aquello se trataba de un embarazo múltiple. No solamente estaba en riesgo una vida, sino que se trataba de tres.
—Ya está fuera de peligro—informó Alviria a Jaken, el asistente de Sesshomaru.
—Muy bien, gracias por mantenerme al tanto.
—Disculpe la indiscreción, pero, ¿el señor Taisho por qué no se presentó?
—Mi jefe se encuentra en este momento atendiendo un asunto muy importante, me resultó imposible hacerle llegar el mensaje.
—Comprendo.
Jaken cortó la llamada y pensó en su jefe, la doctora lo había estado llamando durante horas y cansada de no recibir respuesta, decidió contactarse con él. En cuanto supo lo que sucedía, trató de hacer lo mismo que la mujer: dar con el paradero de su jefe; sin embargo, ni él ni los hombres que cuidaban de Rin atendían el teléfono. Y ahora, la joven estaba recluida en un centro asistencial y por lo visto pasaría una larga temporada en el mismo, debido a que su embarazo estaba en peligro, pero eso no era todo, sino que apenas Rin recobró la conciencia, lo único que hizo fue preguntar por Kirinmaru.
—Debes calmarte, de lo contrario le harás daño a los niños.
—Usted no lo entiende, la vida de una persona está en peligro—contradijo Rin con vehemencia, ella no se calmaría, no lo haría hasta saber que su amigo estaba ileso.
—Me parece que estás exagerando.
—¡No, no lo estoy! ¡Quiero ver a Sesshomaru, pídale que venga!
Alviria tragó saliva sopesando si debía decirle la verdad o no.
—Lo cierto es que no he podido dar con él.
Aquella declaración hizo que la mujer sintiera que el mundo se detenía, eso solamente podía significar una cosa.
—¡Oh, no, Kirinmaru!—sollozó la chica.
—Rin, debes de calmarte—pero al ver que sus intentos de hacerla relajarse no fungían efecto, la doctora Becker decidió suministrarle un calmante, aunque aquello en su condición no era para nada conveniente.
[...]
—Susan Colmat—leyó Sesshomaru el nombre que suplantaría al de Rin en aquel pasaporte. Ese nombre representaba lo que estuvo a punto de suceder, estuvo a punto de perderla para siempre.
No lo permitiría.
Rin era su mujer, suya, jamás sería capaz de dejarla, jamás sería capaz de permitir que se fuera de su lado. Sin embargo...
—¿Por qué hay dos pasaportes?—preguntó el hombre mirando con dirección al chico que se encontraba en el suelo retorciéndose del dolor.
—Uno es mío.
—Eso ya lo sé. La pregunta es: ¿Por qué?
—Creo que es obvio—tosió Kirinmaru, de su boca salió un poco de sangre debido a los innumerables golpes que había recibido en su mandíbula—. Nos iríamos juntos.
Y, aunque era obvio, justo como Kirinmaru decía, Sesshomaru no pudo evitar sentir como su furia se avivaba de tan solo escucharlo declarar esas palabras. Su Rin no se iría con ese imbécil, jamás lo permitiría.
—¿Irse contigo?—la malicia destello de su voz, mientras acortaba la distancia con grandes zancadas—. No seas imbécil, eso jamás sucederá.
Kirinmaru gritó de dolor al sentir como una certera patada maltrataba otra de sus costillas.
—¡Ella no lo quiere! ¡Jamás lo querrá!
Nuevamente, sintió que sus palabras eran tan ciertas, que Sesshomaru solamente deseo cerrarle la boca para siempre. Sabía que Rin no lo quería, sabía que no había logrado ganarse su corazón, pero odiaba en sobremanera que fuese precisamente él, quien se lo dijera.
—¡Cierra la maldita boca!
El hombre se asió del chico para golpearlo, mientras que Kirinmaru lograba a duras penas defenderse. Estaba siendo el saco de boxeo de ese sujeto desde hacía varias horas y ya no le quedaban fuerzas para evitar ni responder otro de sus golpes.
—¿Y cuál es el plan? ¿Va a matarme?
Sesshomaru no respondió y siguió golpeándolo. Entonces, Kirinmaru decidió que era el momento de apegarse a la única carta que le quedaba para salir de esa situación.
—Si me mata, ella jamás va a perdonárselo.
Y vaya que tenía razón una vez más, pero era tanta la molestia que sentía que en ese preciso instante no le importaba si lo perdonaba o no.
—¡Señor, al fin lo encuentro!—la voz de Jaken interrumpió el forcejeo de los dos hombres.
Sesshomaru giró la cabeza para verlo, diciéndole con la mirada que se largara, pues no quería ser interrumpido por nadie.
—Me imaginé que estaría aquí, es el único sitio que se prestaría para algo como esto—señaló al joven golpeado—. Pero me temo que va a tener que postergarlo, señor. La señorita Rin se encuentra hospitalizada, al parecer estuvo a punto de perder a los gemelos.
—¿Qué?
Los dos hombres preguntaron al mismo tiempo.
—Me temo que su situación es delicada—completo el asistente, dejando con sus palabras un oscuro panorama.
Sesshomaru se separó rápidamente de Kirinmaru y pensó en Rin y en sus futuros hijos. No podía permitir que eso pasara, no podía permitir que sus hijos murieran por su culpa. Necesitaba darle paz a la mujer, si era eso lo que tanto necesitaba.
—Libérenlo—ordenó antes de irse de aquel sitio.
Sus hombres cumplieron la orden y de esa manera Kirinmaru fue liberado. El maltratado muchacho llegó a su casa con el cuerpo adolorido, sintiéndose terrible por haber fracasado en su objetivo. No había podido ayudar a Rin a escapar de ese hombre…
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Obsesión - Sesshrin
Fanfiction"Cruel y despiadado", aquellos eran unos de los calificativos que Rin utilizaba para describir a su cuñado. Desde que llego a la casa de su hermana, luego de cinco años sin verla, descubrió que la vida que Kagura tanto pregonaba no era más que una f...