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—¿Cómo estuvo la película?—preguntó Sesshomaru esa noche.

La joven mujer, quien ya se encontraba en pijama, sintió una oleada de nervios que la atravesó a penas escucho la voz del hombre.

—Estuvo muy entretenida—contestó con una voz suave, como si lo recordará perfectamente. La realidad era, que ella no había prestado la más mínima atención a lo que transmitían los proyectores.

—¿Te divertiste?

Sesshomaru se acercó y la tomó por la cintura, presa ante aquellos brazos masculinos, la mujer susurró:

—Sí, mucho.

—Me alegra—el hombre besó seductoramente su cuello sin soltar su agarre alrededor de su cuerpo.

Rin suspiró ante las sensaciones que le transmitían esos labios sobre su piel desnuda.

—Yo te extrañé, ¿sabes?

La mano que se encontraba en su cintura se desplazó hacia uno de sus senos. La mujer sintió el apretón y luego como masajeaba su pecho.

—Y-yo también—jadeó en respuesta a esas sensaciones.

En ese momento, Sesshomaru la hizo girar para que sintiera su virilidad en su trasero.

—¿Me extrañaste? ¿Segura?

—Sí, te extrañé mucho.

—No creo que más que yo—confesó apretándose a ella, para que sintiera mejor el producto de su excitación.

Rin se derritió ante aquello, suplicando a viva voz para que la tomara. No sabía si eran las hormonas producto del embarazo, pero sentía una necesidad desenfrenada de sentirlo en su interior.

Sesshomaru no se hizo de rogar y la llevó a la cama, la misma rechinó producto del ardiente encuentro. A pesar de que la mujer se encontraba en estado de embarazo, aquello no era impedimento para tener noches enteras de pasión.

Él disfrutaba de Rin, como nunca había disfrutado de ninguna otra mujer. La castaña era su adicción, y no se cansaba de tenerla para sí mismo. 

Los dos se miraron después de un rato, la joven estaba sudorosa y jadeando, pero aun así, recordó la primera parte de su plan de escape.

—Hoy vi cosas muy bonitas—contó acariciando distraídamente el pecho del hombre.

—¿Qué tipo de cosas?

—En una de las joyerías, hubo algo que me gustó mucho.

—¿Qué fue? Dímelo y enviaré por ello.

—Yo no lo sé, parecía muy costoso—se mostró dubitativa.

Rin cerró los ojos sintiéndose extraña con lo que estaba haciendo, aquello era parte de su plan para conseguir mucho dinero.

—El dinero no es problema, lo sabes.

—De todas formas, no sabría explicarte exactamente qué fue lo que me gustó. Tendría que ir otro día y verlo.

—En ese caso, mis hombres te llevarán mañana. No te limites, Rin, compra todo lo que quieras—concedió con voz suave.

—¿Comprarlo? Pero…

—Ya te lo dije, el dinero no es problema y tú te mereces mucho más que simple joyería.

La joven asintió recibiendo de buena gana aquel detalle. Y de esa forma, al día siguiente, Rin se presentó en una de las más costosas joyerías de toda Alemania, durante más de media hora trato de decidirse sobre qué llevar, hasta que se decidió por un par de aretes de diamante rosa perfecto, entre otros de menor valor a ese.

Pasado un mes, recibió un mensaje de texto en su teléfono, se trataba de Kirinmaru, quien le informaba que había logrado dar con las personas correctas para hacer el cambio de identidad.

"Son expertos en la materia, pero sus honorarios son muy costosos. Además, son gente peligrosa, debemos mantener esto en secreto"

"¿De cuánto dinero estamos hablando?"

"De unos quince mil dólares"

Rin miró la suma escrita en su teléfono y no pudo evitar alarmarse. Era una cantidad exorbitante, pero afortunadamente la joyería que había adquirido costaban un poco más que eso.

"Tengo unas joyas que cuestan un poco más que eso. ¿Crees que podríamos vernos este fin de semana para entregártelas?"

"Por supuesto"

Luego de aquella conversación, la joven borró la evidencia de la misma. Sesshomaru no sospechaba que usaba ese teléfono para contactarse con el joven, él creía que únicamente se mensajeaba con su hermana.

La mujer sintió una punzada al pensar en Kagura, la última conversación que había tenido con ella, había sido justamente esa mañana.

"¿Cómo amaneció mi embarazada favorita?", le había preguntado, adjuntando una foto mientras tomaba el desayuno.

Kagura se veía radiante, feliz, pero eso no era lo que realmente estaba experimentando. De momentos, se sentía de un excelente humor, pero en las noches, no había dejado de recurrir al alcohol. Se sentía completamente abandonada.

Se había presentado en la empresa una vez más y había discutido con la secretaria de su esposo. Estaba convencida de que la falta de atención del hombre era debido a esa mujer.

—¡Quiero que se largue de aquí!—le había gritado a Sesshomaru completamente fuera de control.

El hombre se había negado, porque no tenía la intención de obedecerle. Sin embargo, Kagura había recurrido a amenazarlo nuevamente.

—Si no se va de aquí, todo el mundo sabrá la verdad. ¡Me encargaré de destruirte, Sesshomaru!—gritó, sacándose el almohadón que simulaba su embarazo.

La intención de la mujer era salir de la oficina y mostrarse sin aquella evidencia de embarazo. El resto de las conclusiones las sacarían los trabajadores.

—¡No te atrevas!

—¡No me retes!

El alcohol también había servido para hacer de Kagura una mujer mucho más agresiva. En ocasiones, no le importaba nada, solamente quería terminar con toda la farsa que la rodeaba; pero, al mismo tiempo, quería que aquel hombre insensible la amara.

El mayor error de Kagura, había sido, precisamente ese, enamorarse de un hombre como Sesshomaru, firmar un contrato y, sin darse cuenta, entregarle su alma.

Sesshomaru, por su parte, cada día la soportaba menos y no dejaba de pensar en la manera de deshacerse de la mujer, sin que eso le perjudicara. De haber sabido que Kagura se convertiría en una persona tan desequilibrada, jamás se hubiese casado con ella. Sin embargo, esa mujer era oficialmente su esposa, la señora Taisho, conocida por todos sus socios y hombres de negocio. Era la persona que se suponía permanecería a su lado hasta que envejeciera.

Lo que no sabía el resto era que él odiaba esa idea, odiaba imaginarse el resto de sus días al lado de Kagura y odiaba pensar que criarían dos niños juntos. No, él no quería ser padre junto a Kagura, necesitaba deshacerse de la mujer definitivamente…

Obsesión - SesshrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora