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Era de noche cuando Rin supo que no se encontraba sola. Esa era la primera noche desde que su hermana regreso, la primera noche en la que esperaba dormir en completa paz luego de una semana cargada de incertidumbre. Sin embargo, algo en el ambiente cambio, algo en el ambiente no se sentía del todo bien…

La joven no lo había visto, pero su presencia llenaba la habitación con una amplia y pesada atmosfera. Su aroma amaderado se expandía en cada rincón, dándole la certeza de que él estaba ahí, oculto en algún lugar de la penumbra.

«¿Era acaso otra pesadilla?», se preguntó con los ojos cerrados. No tenía necesidad de abrirlos, su cuerpo lo presentía.

Como toda respuesta a su pregunta, el colchón se hundió bajo un nuevo peso. En ese momento, sus ojos se abrieron únicamente para confirmar lo que ya sabía. Sesshomaru estaba ahí, a su lado, mirándola con la misma intensidad que lo había hecho en cada noche desde la partida de Kagura.

—¿Qué está haciendo?

Rin no podía creer que fuese tan descarado como para meterse a su cama, aun sabiendo que su esposa dormía a tan solo una habitación de distancia.

El hombre no respondió a su interrogante, únicamente se inclinó con toda la intención de darle un beso. El rostro de la joven se apartó de inmediato, negándose a que invadiera su boca como lo había hecho últimamente. Esto no agrado a Sesshomaru, quien instintivamente la tomo de la nuca y se apoderó de sus labios sin ningún tipo de remordimiento.

—No—trato de luchar, pero su fuerza no era nada en comparación a la suya.

La beso con rudeza e impaciencia. Reclamando sus labios de una forma castigadora, como si quisiera hacerle pagar por una vieja deuda. Ella se retorció una y otra vez bajo su peso, pero no tuvo ningún efecto. Esta vez parecía dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias.

De pronto sus labios no parecieron ser suficientes y se dirigió a besar su cuello. Rin se sobresaltó ante la sensación, que lejos de ser desagradable, había enviado deliciosas descargas al resto de su cuerpo. Esa no era la primera vez que su cuerpo reaccionaba de esa manera, en toda esa semana donde no había hecho más que meterse a su cama y tentarla, había empezado despertar en ella un prohibido deseo.

Era el esposo de su hermana y ella…

Rin sacudió la cabeza alejando el pensamiento. Odiaba a ese hombre, odiaba su actitud prepotente y odiaba que se creyera el dueño de absolutamente todo.

Pero en ese momento, en medio de la oscuridad y la neblina de la excitación, deseaba que no se detuviera, deseaba que calmara el calor que había despertado en su zona íntima y al cual nunca había atendido antes. Porque no, Rin nunca había experimentado ese tipo de sensaciones.

—Deténgase—gimió con voz estrangulada, mientras sus fuertes manos trataban de arrancarle la ropa.

Sesshomaru se detuvo y la miro con sus ojos dorados cargados de deseo. De cierta forma, podía saber que ella también quería esto, pero aun así, seguía rehusándose.

—¿Por qué? ¿Por qué te resistes tanto?

La mujer lo miro fijamente y decidió exponerle sus razones:

—Porque usted es un maldito…—fue lo único que dijo con su voz cargada de desprecio.

El hombre no supo si sentirse halagado o no ante su insulto, pero una sonrisa retorcida apareció en su rostro tan perfecto. Estaba a punto de retirarse de encima de ella, cuando la mujer se lo impidió colgándose de su cuello y dándole un beso que lo hizo gruñir inmediatamente.

Los dos se besaron esta vez sin caretas, ambos deseaban ese beso aunque se odiaban. La lengua de ambos danzaba en una misma sintonía: pasión, lujuria, adrenalina. No sabían que era lo que hacía de aquel beso más atractivo, pero no podían resistirse a su efecto.

Se desvistieron mutuamente con premura, sin dejar de jadear y tocarse conjuntamente. Sus pieles se encontraron entonces y los preámbulos sobraron, se encajaron con un vaivén lento, pero que al poco tiempo empezó a ser insuficiente. Necesitaban más, más profundo, más intenso.

La cama de Rin se sacudía y de sus labios no dejaban de surgir suaves gemidos. La mujer intentó cubrir su boca con su mano, cuando recordó que Kagura se encontraba a tan solo una habitación de distancia. El recuerdo envió una punzada de dolor a su mente cegada por la lujuria, pero en ese momento no podía pensar más allá de las sensaciones que estaba experimentando.

Con fuerza, Sesshomaru entraba y salía de su cuerpo, y ella sacudía las caderas para darle encuentro. De esa forma continuaron un rato más, hasta que ambos alcanzaron un orgasmo que los dejo jadeando y con ganas de más.

«¿Qué hice?», se preguntó Rin cuando vio al hombre acostado a su lado, tratando de regular su aliento.

—Vete—exigió entonces con lágrimas en los ojos.

Sesshomaru se giró para verla sin entender su reacción, pero no dijo nada. Se levantó de la cama y se vistió lentamente… Por su parte, Rin no pudo detener su llanto el resto de la noche, había hecho una cosa terrible y no podía dejar de pensar en eso.

A la mañana siguiente, Kagura entro con una brillante sonrisa a la habitación de su hermana, en sus manos llevaba una bandeja de desayuno que contenía frutas y cereales.

—¡Vamos dormilona, es hora de despertar!—la mujer la sacudió al ver que aún seguía completamente cobijada.

Rin se despertó con el corazón acelerado al ver a Kagura en su habitación, inmediatamente apretó más fuerte la manta contra su pecho, puesto que aún se encontraba completamente desnuda.

—Kagura, yo…

—¿Qué pasa contigo? Ya casi es medio día—dijo su hermana, depositando la bandeja de desayuno en la mesita de noche.

—¿Medio día?—la joven se sorprendió de haber dormido tanto.

—Sí, por eso te traje el desayuno. Vamos, levántate y come. Tenemos que salir—anuncio antes de cerrar la puerta.

Rin se levantó de la cama una vez se encontró completamente sola y se miró al espejo, sintiendo reproche de sí misma. Su cuerpo estaba lleno de marcas ligeramente rojas, que presentía se convertirían en moretones. Detallando aquellas magulladuras, recordó todo lo que había sucedido la noche anterior y no pudo evitar sentirse más miserable de lo que ya se sentía… Era una traidora.

Obsesión - SesshrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora