Kagura no dejaba de observar las revistas que se encontraban esparcidas sobre la cama. Había ordenado a su asistente que vaciara todos los puestos de prensa que encontrará.
Su foto y la foto de su amargado esposo, tenía más de un mes circulando en los principales tabloides. La más reciente noticia se trataba de la cena que habían protagonizado la noche anterior en un lujoso restaurante.
En las fotografías podía verse una pareja radiante que evidenciaba amor y atención, la cual fue captada de imprevisto, aunque, Kagura sabía que aquello no había sido del todo improvisado. Sesshomaru había pagado a un fotógrafo profesional para que hiciese aquellas tomas y luego se había encargado de distribuirlas en el medio como algo meramente casual.
A pesar de conocer estos detalles, Kagura no podía evitar sentir una pizca de emoción, ya que después de todo, era de ella de quien hablaban esas revistas y le gustaba ser la protagonista de aquel cuento de hadas, aunque fuese simplemente algo ficticio.
Según la versión oficial, su embarazo de gemelos debía tenía poco más de dos meses de gestación, por lo que aún no debía de preocuparse en evidenciar una barriga, ya que era muy pronto para eso. Incluso, Rin ni siquiera la había llegado a desarrollar.
—Pronto los veré, mis pequeños—susurro la mujer, mirando con atención su vientre plano en el espejo.
Kagura sonrió de una manera radiante, admirándose con la seguridad propia de una mujer que acababa de conquistar el mundo. Su mundo finalmente estaba completo…
La realidad era que no sentía que existiese algo más que pudiese necesitar. Todo parecía ocupar el lugar que le correspondía, porque incluso su matrimonio ya no le parecía del todo una causa perdida.
La mujer cerró sus ojos rememorando el momento exacto, en el que su esposo le acarició en aquella zona. El flash constante de la cámara les ofusco en ese preciso momento, pero aquello no aminoro la magia de aquel instante. Su vida, su vida perfecta, había sido capturada en esa fotografía.
"Todo está bien" se dijo la mujer en aquella sección fotográfica, sonriendo con una naturalidad que no era para nada fingida. Ese precioso momento era toda la verdad que necesitaba, su verdad, aunque para él solo se tratara de una mentira.
Pero podía convertirla en realidad, ¿cierto? Él parecía estar dispuesto, y ella estaba completamente lista. Lista para intentarlo cuántas veces fuese necesario, porque ahora había dos importantes motivos que le daban mayores fuerzas.
Los ojos de Kagura se abrieron nuevamente, pero esta vez con una determinación absoluta. Debía buscar a su hermana y agradecerle por la felicidad que le estaba brindando, además, quería vivir a su lado la experiencia completa del embarazo...
[...]
Rin evitó mirar directamente el rostro de su hermana, decir que se sentía mal, era muy poco para el sentimiento que la embargaba. En realidad, sentía un dolor punzante en su pecho, el cual no dejaba de pinchar como si fuese una insistente aguja que se clavaba cada vez más.
—¿Y como te has sentido?
Los ojos de Kagura relucieron en un gesto de ternura, mientras acariciaba los cabellos de la menor.
—Me he sentido mejor, las molestias han disminuido un poco—confeso la joven, mirando sus manos que se hallaban ocultas en su regazo.
En ese tiempo, no había podido evitar pensar en la posibilidad de confesarle toda la verdad a su hermana. Sentía que de cierta forma era lo mejor, quizás Kagura pudiese algún día llegar a perdonarla.
—¿Y las náuseas?—pregunto Kagura, bastante interesada en el tema. Se había documentado mucho sobre los síntomas de un embarazo, que prácticamente ya los conocía al pie de la letra.
—Solo las he sentido en las mañanas, acompañadas de leves mareos—explicó Rin, ante la insistencia de su hermana.
—Las náuseas matutinas son un síntoma muy común... —comentó la mayor con entusiasmo en su voz—Cuéntame, además de eso, ¿has notado algún otro cambio?
Kagura no dejaba de preguntar con mucha curiosidad. El deseo de adentrarse en el mundo de la maternidad danzaba vivazmente en sus ojos.
Era muy incómodo. Rin solamente deseaba que se marchara y no era porque le guardara algún tipo de rencor a su hermana, todo lo contrario, la apreciaba lo suficiente como para querer ser parte de su futuro sufrimiento.
«Ya el mal está hecho», le recordó su subconsciente. Ya le había fallado a su hermana y no tenía forma de remediarlo.
Aun así, no pudo evitar preguntarse: ¿qué pasaría si le confesara la verdad a Kagura? ¿Cambiaría algo al hacerlo? ¿Su hermana la perdonaría? No tenía forma de saberlo, de la misma forma, en la que no sabía si aquello la beneficiaria o le perjudicaría. En el fondo de su corazón, aún albergaba la esperanza de que pudiese huir con sus hijos, ya que esa parecía ser la única salida ante su situación.
—Creo que ya ha pasado bastante tiempo, es momento de que salgamos, ¿qué te parece?
—¿Salir? ¿Y está permitido hacerlo?
Rin no era una prisionera, pero no podía evitar sentirse como una, puesto que los hombres de Sesshomaru habían sido muy enfáticos al mencionarle que no tenía autorizado abandonar la propiedad.
—Claro.
Kagura sacudió con entusiasmo las llaves de su auto frente a ella. Por lo general, no manejaba, ya que su controlador esposo se encargó de ponerle un par de gorilas que la mantenían bien vigilada, sin embargo, Kagura había optado por ser un poco más rebelde y decidió tomar el volante de su propio auto.
”No sé qué pretendes, Kagura, pero sea lo que sea, simplemente déjalo" le advirtió Sesshomaru, cuando le dio la noticia de que ya no quería tener choferes.
”¿No te parece que sería extraño que la esposa de un hombre tan importante no tenga su propio auto? ¿O es que quieres dar una mala imagen? Recuerda que los ojos de muchas personas están puestos sobre nosotros"
"¿Y por qué daría una mala imagen? Simplemente, me encargo de que mi esposa no esté sola, sabiendo lo delicada de su condición", respondió audazmente.
El debate fue arduo, y aunque Sesshomaru no quiso dar su brazo a torcer con facilidad, Kagura logro obstinarlo lo suficiente como para que le concediera salir en su propio auto, aunque fuese solo una vez.
Rin pensó en la propuesta de Kagura, y se dijo que no estaba mal alejarse un poco de su encierro, seguramente al hombre no le gustaría, pero… la joven se molestó consigo misma, al darse cuenta del rumbo de sus pensamientos, ¿Qué carajo le importaba si le gustaba o no? ¿Desde cuándo ella debía preocuparse por guardar cautiverio para que él estuviese contento?
Ignorando su dolor e incomodidad, procuró disfrutar de aquel día. Disfrutar como si su mente sufriera de algún tipo de amnesia, una muy selectiva, dónde podía borrar todo lo horrible que había vivido y dejar únicamente espacio para lo bueno.
Eso había pensado ella. Lamentablemente, las cosas no resultaron ser de esa manera... Y contra todo pronóstico, la muchacha se encontraba subiendo a la oficina dónde aquel hombre trabajaba...
¿Por qué a Kagura se le había ocurrido ir a ese lugar justo ahora?
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Obsesión - Sesshrin
Fanfiction"Cruel y despiadado", aquellos eran unos de los calificativos que Rin utilizaba para describir a su cuñado. Desde que llego a la casa de su hermana, luego de cinco años sin verla, descubrió que la vida que Kagura tanto pregonaba no era más que una f...