La risa llenó la cocina cuando Abril y Marcos se miraron, cubiertos de harina, mientras Franco se alejaba rápidamente con una expresión triunfante.
— ¡Felipe! ¡Vas a ver! —exclamó Abril, tomando un puñado de harina para devolverle la broma.
Marcos intentó contener la risa, pero al final no pudo evitar estallar en carcajadas.
— Abril, creo que tenemos que aliarnos contra nuestro propio hijo —dijo, medio en broma, mientras intentaba limpiar la harina de su rostro.
— ¡Eso suena justo! —respondió ella, cargando un poco más de harina en sus manos y dirigiéndose al living, donde Franco ya se había escondido detrás del sofá.
— ¡No se atrevan! —gritó Tiago, quien cobria a su hermano.
— ¡Muy tarde! —respondió Abril, lanzando el polvo directo hacia él mientras Marcos se unía al caos con un puñado de masa.
El resto de los chicos se asomaron al living, riendo al ver la escena. Malena, siempre la más entusiasta, decidió unirse al juego y tomó un poco de harina de la cocina.
— ¡Esto es una guerra! —gritó, lanzándosela a Azul, quien acababa de entrar con curiosidad y estaba acompañada de Anahí.
En cuestión de minutos, el salón se convirtió en un campo de batalla de harina y risas. Belén y Alejo, que observaban desde la entrada, no pudieron evitar sonreír ante el espectáculo.
— Parece que la familia está encontrando su ritmo —comentó Alejo con un toque de orgullo en su voz.
— Sí, y creo que no hay mejor regalo de Navidad que este —respondió Belén, apoyándose en su hombro.
Cuando finalmente se calmó la guerra de harina, todos estaban cubiertos de blanco, pero sus rostros brillaban con una alegría genuina. Cris entró con las manos en la cintura, mirando el desastre que habían hecho.
— Bueno, parece que la cena navideña ahora también tendrá un toque de harina —dijo, fingiendo molestia, aunque no podía ocultar una pequeña sonrisa.
— ¡Lo limpiamos, abu! Prometido —dijo Fach, levantando las manos como en señal de rendición.
— Más les vale, porque si no, la próxima guerra será conmigo —respondió Cris, guiñándoles un ojo antes de volver a la cocina.
Mientras los chicos se organizaban para limpiar, Abril miró a Marcos y a Felipe, su corazón lleno de amor y gratitud. A pesar de todo lo que habían pasado, estaban juntos, construyendo recuerdos que permanecerían para siempre.
— Esto es todo lo que necesitábamos —susurró, tomando la mano de Marcos y la de Felipe al mismo tiempo.
Marcos apretó suavemente su mano.
— Y apenas estamos empezando.
Felipe sonrió, mirando a sus padres.
— Bueno, pero la próxima guerra de harina... ¡quiero revancha!
Las risas volvieron a llenar el hogar mientras la familia terminaba de prepararse para una noche de Navidad que prometía ser inolvidable. La música comenzó a sonar en el patio, y los chicos se reunieron para afinar los últimos detalles de su presentación.
Las niñas y los niños vestidos con sus mejores ropas se pararon en el escenario para cantar, la melodía empezó a sonar con un instrumental navideño y los niños cantaban con su alegría característica.
Anahí:
Con un poquito de amor
Me despierto y veo todo
Con un poquito de amor
Busco el cielo de algún modoRenata:
Con un poquito de amor
Todo es fácil
Todo cambia siempre de color
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