Marcos sonrió entre lágrimas, sintiendo cómo, en un abrir y cerrar de ojos, todo lo que había dudado se transformaba en algo más grande de lo que podía imaginar. Lo que tanto había buscado estaba justo frente a él: una prueba, un milagro que no solo restauraba la vista de Azul, sino también su fe, esa que había perdido en medio de la desesperación.
— Azul, vos sos más sabia de lo que creía — murmuró, acariciando el pelo de la niña—. Gracias por devolverme algo que pensé que nunca recuperaría.
Abril, quien seguía abrazando a su pequeña, observaba la escena con el corazón lleno. En ese instante, supo que la familia que habían formado, más allá de la sangre, estaba unida por algo mucho más fuerte: el amor y la fe compartida, incluso en los momentos más difíciles.
— ¿Vamos a contárselo a los demas? — preguntó Mauro, rompiendo el silencio con su voz suave pero emocionada.
— ¡Sí! — respondió Azul entusiasmada—. Quiero que lo sepan. Quiero que todos lo sepan.
Marcos asintió, con una sonrisa que no desaparecía de su rostro. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que el mundo estaba en su lugar.
— Vamos, entonces a contárselo al teñido. Y tal vez, solo tal vez, este sea el principio de algo mucho más grande.
La familia se encaminó al hospital con el corazón lleno de esperanza, y aunque no sabían lo que el futuro les deparaba, esa tarde, todo parecía posible.
Cuando llegaron al hospital, todos vieron a un chico pelilargo con un traje social y un doctor que estaba parado hablándole.
— ¿Y ese chico quien es? Su perfume me dá un flikiti. — esa miraba al muchacho y a sus hermanos.
— Que loco, se parece al que hace de Fach en Margarita. — Vakentín lo miró serio. — ¿Pero que hace ese chico acá?
— No sé, pero su olor me dá ese flikiti, es el mismo olor de la crema de pelo que le gustaba a mamá Belén — Azul señalaba al chico.
— ¿Y estás segura de eso, Azul?
— Por su pollo que si. — la niña respondió con determinación. — Voy a acercarme y ver qué onda.
La chica corrió moviendo sus brazos y se acercó al muchacho.
— ¡Fach!
— Hola cariño. — ese miró a la nena que lo miraba impresionada.
— Tenés el mismo olor que mamá Belén. — esa susurró.
— ¿La conoces a mamá Belén?
— Si, soy su hija que nació para el 2009.
— Y yo para el 2000, pero soy de otro universo y vine a este solo para actuar en Margarita y ayudar a la abuela. — el muchacho respondió.
— ¿Que? ¿Entonces ese flikiti que me agarraba cuando yo escuchaba tu voz en la tele es porque vos sos mi hermano? — Azul miraba al chico grandote. — ¿Y en tu universo vos tuviste más tiempo con mamá Belén?
Fach se limitó a asentir.
— Así es mi amor, en el universo del que vine yo, yo tuve más tiempo con mamá Belén y me convertí en actor después de terminar el cole.
— ¿Y allá en tu universo, yo nací con discapacidad en la vista igual que acá? — Azul preguntabas aturdida.
— No te puedo contar mucho de allá.
— Necesito respuestas, Fach.
— ¿Sabes que ese no es mi nombre verdadero, no?
— Si, ya lo sé que sos Franco, pero me dá flikiti que hayan dos Francos en el mismo lugar. — la chica miraba a su hermano mayor. — Y encima que sos mas alto que el de acá y tenés los ojos castaños de la abuela.
