Bajo las garras de mí acosador

Cap 36: Un Cofre de Cristal

El miedo es una muralla que separa lo que eres de lo que podrías alcanzar hacer.

Estiro mis manos en las dulces sábanas dejando que el frío de la mañana se cuele en cada centímetro de mi cuerpo, despacio y sin ninguna brisa voy abriendo los ojos, pero lo cierro nuevamente al sentir los pequeños rayos de sol penetrar mi habitación desde las ventanas, me pongo de pies adaptándome a las preciosas luces, camino con dirección al cuarto de baño, retiro la pijama que adorna mi cuerpo, dejando que el agua deshaga por un momento mis inquietudes, paso mis dedos por mi cabellera quitando todo el sucio, la fría agua me da una sensación de relajación y armonía.

Después de algunos minutos en el baño, me encuentro sentada en el sillón mirando hacía la mesita de noche, donde se encuentra el Diario de Erica, tengo tanto deseo de descubrir que hay ahí dentro que no me atrevo ni siquiera a tocarlo. La curiosidad invade mi cuerpo cada vez que este pequeño cuaderno aparece antes mis ojos, encontrarlo no fue nada fácil, ya que estaba escondido bajo su cama.

Inicio del Flash-back

Abro la puerta dejando el miedo atrás y paso adelante, sosteniendo con fuerza mi mochila, Mateo fue quien me la entregó con la excusa de querer saber dónde estoy, una sonrisa tímida se asomó en mi rostro cuando le vi mirándome con desconfianza, y sólo puede decirle que estaba buscando el baño, gracias a Dios en ese momento todavía no hubiera abierto la puerta.

Él se marchó después de indicarme donde quedaba en lugar que busca, pero antes de eso veo observó inseguridad y pues le hice creer que iba al baño, en cambio en el momento que lo vi desaparecer, volví a el mismo lugar.

Una corriente de emociones atraviesa mi alma al saber que estoy poniendo en riesgo la confianza que todos han depositado en mí al entrar en esta habitación. Cierro la puerta muy lentamente y me enfoco en la habitación, el color violeta resalta en todas las paredes, al igual que algunos cuadros, camino con dirección a ellos y empiezo a observarlos, los personajes que están ahí no son nada más que sus amigos, hay uno de Mateo sentado con un pequeño Chow Chow blanco, hay otra donde Bayron y Aarón aparecen sentados en un sofá, también la figura de Renata se hace presente en uno de los retratos, ella está en una Colina presenciando el ocaso, mientras una hermosa sonrisa decora sus labios, no puedo negar que se ve plenamente feliz y despreocupa ahí. Razón que me hace pensar que fue tomada cuando todavía eran buenas amigas.

Vuelvo a mirar las paredes, encontrándome con una de Amanda y Alessandro, ellos están agarrados de la manos, observando sus figuras bajo la luz de la luna, la chica que está ante mis ojos se muestra muy alegre con los ojos puesto en el alto moreno que está a su izquierda, míos pupilas cafés viajan a otra fotografía donde Seattle y Lara hacen acto de presencia, cada una sostiene un pez en las manos con una sonrisa de triunfo, aparto la mirada de allí para ahora encontrarme con una de Dereck, quien está centrado en su móvil mientras alguien muestra sus pies.

También aparece un cuadro de una mujer hermosa delante de mi campo de visión, ella es elegante con dotes de líder, su cabello rubio rizado le cae en todo el rostro al mismo tiempo que entre sus manos está una niña muy hermosa de melena rojiza, mirándole con mucho amor, inmediatamente caigo en cuenta de que esas pueden ser; Charlotte y Seattle.

Dejo de mirar los cuadros para encaminarme a un pequeño estante que esta adornado con diferentes objetos llamativos, en el hay una cámara fotográfica, pequeñas fotos de ella y Mateo cuando eran bebés, también todo tipos de accesorios, entre otras cosas, mi mirada recae en un pequeño collar dorado, lo tomo entre mis manos y abro la pequeña medalla que hay en el, una imagen de Erica y Renata se hace frente, en esa fotografía parecen que tienen menos de once años. Las chicas están una abrazada a la otra mientras sonríen.