Cap 58: Miserable

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"Las lágrimas son palabras que necesitan ser escritas". Paulo Coelho

Al abrir los ojos lo primero que consigo ver son los rostros miserables de mi familia, mi madre de rodillas frente a mí cama mientras no deja de gemir y llorar, mi padre al otro lado con la mirada en el techo, pidiéndole a Dios que me brinde una segunda oportunidad, mi tía Selene, mi primo Adams y mi prima Wendy, están abrazándose sin dejar de sollozar, mis abuelos están llorando al igual que todos pero ellos se encuentran rezando, a diferencia de los demás, mi querida Hanna está sosteniendo mis manos con su cabeza reposando en mi pecho. Con la mano que tengo al aire acaricio la cabellera de mi madre, quien es la primera que nota que estoy despierta.

Sus ojos me observan y se llenan de alegría, lo que antes parecía un funeral ahora sea tornado una fiesta, vestida de gozo y armonía, los brazos de mi madre me rodean con un cálido abrazo, su sonrisa media adormecida hace que recuerde lo que pasó hace poco, lo cual me provoca miedo y ansiedad. La segunda al darse cuenta que ya desperté es mi prima Hanna, pues le doy un apretón de menos y ella enseguida abre los ojos.

El sonido de su llanto hace que los demás también abran los ojos, una diminuta línea decora los labios de mi padre al ver que muevo las pestañas, intento retirar la máscara de oxígeno que cubre mi rostro pero todos me lo impiden. Así que, no tengo más opción que seguir con ella, no obstante, por más débil que suena mi voz, puedo decir.

-¿Qué está pasando conmigo?

Todos los que antes no dejaban de observarme, ahora me han dado la espalda, es irónico que minutos atrás no dejaban de mirarme a los ojos y este preciso instante lo están evitando a toda corta. Al ver que nadie quiere darme respuestas, llamo su atención quitándome la máscara de oxígeno, no importando la preocupación en sus rostros.

Mi madre intenta convencerme de que me lo vuelva a poner, pero inmediatamente la detengo y con la garganta más agotada que antes digo.

-Quiero que alguien me siga que está ocurriendo

Otra vez el silencio incómodo se hace presente, me empiezo a irritar y con ello se empieza a escuchar un pitido en los aparatos que me rodean, entonces, es ahí cuando todos se comienzan asustar y rogándome se colocan a mi lado.

-¡Tranquilízate, hija! --pide mi madre consumida por los nervios

-Necesito una explicación, porque esto que está pasando conmigo no es normal

Pronuncio tratando de mantener la calma al ver los rostro afligidos de mis abuelos.

-¿Realmente sólo tengo anemia ferropénica? ¿O hay algo más? --indago altamente asustada

Otra vez veo como todos están evitando mirarme a la cara, nuevamente mi corazón empieza acelerarse provocando que me duela el pecho.

-Estás enferma, mi amor ‐-habla mi mamá otra vez, diciéndome algo que ya sé

-Que estoy enferma, ya lo sé, pero si me pregunta no ha sido lo suficientemente clara, lo voy hacer, ¿qué tipo de enfermedad tengo?

Mi tía Selene se acerca a mí madre y con ojos suplicante le pide que sea sincera conmigo.

-Dile la verdad Sofía, ella merece saber que le está pasando

Bajo las garras de mí acosador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora