Cap 56: Un adiós, quizás

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Te puede ayudar aún cuando ni siquiera podía ayudarme a mí mismo.

No me puedo dejar de irritar con cada movimientos que hace la enfermera mientras me suministra un calmante, ella sigue muy entretenida en su móvil sin prestarle una mínima atención a lo que está haciendo. Empiezo a sentir un ardor en mi brazo izquierdo cuando la medicina inicia a correr por mis venas desde la intravenosa. Mi brazo empieza a irritarse y mis mejillas se van tornando rojas, la señorita parece no darse cuenta ya que sigue inyectando más líquido en el pequeño tubo.

Quisiera decirle que me molesta pero se me fue el habla hace una hora y los medicamentos que me suministran han hecho que no pueda moverme otra vez, esa es la razón por la cual me encuentro tiesa en la cama, como si ya fuera un cadáver.

La puerta se abre y una sonrisa imaginaria decora mis labios, pues imaginaria ya se refleja en mi mente mas no en mi cara, porque no puedo mover ni un músculo. Bayron sigue caminando hacía nosotras a pasos apresurados, en tanto la enfermera no deja de inyectar no sé qué en mis vasos sanguíneos.

Lentamente siento que la respiración empieza fallarme cuando el líquido comienza a circular en mi sangre, siento comezón en toda la espalda e irritación en la garganta.

Bayron había salido atender una llamada y no sé exactamente cuanto tiempo a pasado desde que cerré los ojos, pero me alegra bastante que halla notado mi inquietud, porque enseguida hace que la chica deje de tocarme, ella le mira de manera frívola mientras empieza a decir.

—¿Quién te dió permiso para pasar a esta habitación?

—No necesito ninguna aprobación para ver a mí Lucí

Confiesa de manera demandante ocupando un lugar cerca de mí.

—Lamento informarte que esta no es tú casa y mucho menos un Burdel, sino un hospital y aquí sí se necesita permiso para entrar a las habitaciones, no importando que relación tengas con la paciente, le voy a pedir que se retire --suspira colgado la llamada —Así que, si es muy amable, por favor salga a fuera hasta que la termine de medicar

Bayron le mira de forma inquietante, en tanto va sujetando mis manos, dando a entender que no piensa irse. Lo que le agradezco muy dentro de mí, pues desde que la chica ya no me proporciona dicho líquido cristalino que tiene en la jeringa, mi cuerpo a dejado demostrar malestares.

—No me iré de aquí hasta que venga una persona capacitada para atender a mí chica, pues usted la verdad no lo está

La enfermera se muestra alterada mientras no deja de hacer ruidos molesto con las puntas de sus uñas en la mesa.

—No sé si lo has tomado pero soy enfermera y estoy lo bastante capacitada, para inyectarle está Levetiracetam a la paciente

Bayron observa los frascos de vidrios que están dentro de una caja blanca y su rostro muestra un gesto de desagrado.

—Esos no son frascos de Levetiracetam, sino de Penicilina G y estás apunto de provocar una muerte, lo que me da entender que no estás preparada ni para estar cargando de una mascota, así que --el le señala la puerta con una de esas sonrisas arrogantes que lo caracteriza —Por favor enfermera, le voy a pedir que se retire, sino quiere que hable con su supervisor

La chica se impacienta y un tanto preocupada y avergonzada empieza a ordenar sus cosas para tener que marcharse.

—Le sugiero que antes de suministrarle cualquier medicamento a un paciente, primero mire sus expedientes, no vaya hacer que termine asesinando a uno, pues a una persona epiléptica con la características que tiene Lucí, no se le puede suministrar ningún fármaco que contenga amoxicilina, ¿le a quedado claro, enfermera?

Bajo las garras de mí acosador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora