Capítulo 6: El bosque de cristal.

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Izuku se estiró en la última sala que visitó del castillo, aquella donde Melissa guardó sus creaciones más raras. La mitad de la esfera fue lo primero que vio, luego la tabla astillada y la bombilla que brillaba sin cables. Un casi imperceptible balanceo ayudó a despejarse. Estaba de vuelta con ánimos renovados y ganas de exploración.

—¡Soy el héroe número 1! —anunció mini-might desde el bolsillo del pantalón mientras luchaba contra capas y capas de tela. El peliverde esperaba que la figura de acción no estuviera sufriendo—. ¡No temáis! ¿Por qué? ¡Porque estoy aquí!

—Ya sabemos que estás aquí —Izuku mencionó poniendo los ojos en blanco. Nadie le avisó de que los objetos vivientes daban tanto la lata. ¿Por qué su figura no era tan educada como Chalier?—. Ahora cierra el pico. El único villano cerca de ti son los boxer de Endeavor que llevo puestos.

Detestaba al héroe número dos por su actitud impropia de una persona civilizada. ¡Y qué mejor forma de expresar el odio que cubrirse el trasero con la cara de dicha persona! Su madre accedió a comprar la prenda pese a no entender el razonamiento de su hijo.

La puerta de la sala de abrió mostrando a Chalier en toda su altura. Saludó a Izuku inclinándose con respeto. ¡Agh, Melissa debía hacer algo con el chirriar de las placas de la armadura! ¿Acaso el aceite era un bien muy caro en Erinjar?

—Buenos días, señor Izuku —saludó con su voz atemporal y asexual—, por favor sígame.

El peliverde obedeció. Los corredores seguían siendo un lío para él. Todo era igual salvo los cuadros, ¿pero quién podía memorizar todos ellos? Hubiera preferido un ejército de mapas como los de Ikea con el puntito que rezaba "usted se encuentra aquí". Se ve que la comodidad Sueca no había traspasado la frontera de ambos mundos. Qué decepción.

—¿A dónde vamos?

Izuku notó que la armadura caminaba más rápido de lo normal, cosa que no le gustó porque una zancada de Chalier equivalía a tres suyas.

—A la quinta torre —respondió Chalier sin aminorar el ritmo.

—¿No es el sitio al que no puedo ir?

—Melissa hizo una excepción porque considera que hoy será un día importante.

Izuku estaba más nervioso di cabe. La sorpresa que le tenía preparada su compañera debía ser inmensa.

—¿A dónde planea llevarme Melissa?

—Al bosque de cristal —respondió Chalier de inmediato—. Está un poco lejos del lugar donde te atacó el escorpiés.

Bosque de cristal. El nombre dio un par de vueltas en la cabeza de Izuku hasta que las palabras empezaron a sonar raras. La pareció un lugar mágico y apetecible.

—¿Por qué vamos allí?

—Melissa necesita materiales. La madera del bosque de cristal es valiosa —Explicó la armadura girando a la derecha en un cruce—. Cuidado con la escaleras.

Una sección de escalones en espiral con barandilla, para alegría de Izuku. Subieron un largo rato ignorando puertas cerradas hasta dar con una especialmente interesante. Estaba hecha de metal, como la puerta acorazada de un banco. Un teclado con números del 0 al 9 brillaba a su derecha, a la altura de los ojos del chico. La puerta que permitía el acceso a la torre prohibida. Chalier marcó la contraseña tan rápido que el peliverde solo se quedó con los dos últimos números (6 y 1). Un pitido de confirmación y la puerta se abrió.

—Sigueme —indicó sin mirar atrás.

Los pies del peliverde entraron en piloto automático mientras sus ojos analizaban la zona. La moqueta roja desapareció dejando a la vista las baldosas blancas con patrones de color gris. Las paredes —antes de roca desnuda— pasaron a estar cubiertas con planchas de metal mal atornilladas. Los cuadros fueron sustituidos por engranajes que sobresalían de las paredes y el techo. Los había tan pequeños como un zapato o tan grandes como el propio Izuku, y todos giraban a distintos ritmos emitiendo una música pegadiza. Un robot al más puro estilo Steam punk pasó a su lado con una fregona y se perdió en los pasillos. Un dron fue detrás a toda prisa.

Más allá de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora