Izuku disfrutó de los vítores y aplausos como el que gana la lotería. Se los merecía. Era el ganador de la primera prueba y con una diferencia inmensa. Dio una pequeña vuelta de celebración antes de poner los pies en el suelo en sentido literal. Akatani posó como si le estuvieran haciendo fotografías con la linea de meta justo detrás.
—¡Izuku Midoriya es el ganador de la carrera de obstáculos! —declaró Mic a gritos—. ¡Una victoria nunca antes vista! ¿Verdad Aizawa?
—Hace un par de años un alumno ganó de la misma forma.
Pues no era una victoria nunca antes vista. Mala suerte.
El frió erizó el escaso vello de los brazos de Izuku; Todoroki alcanzó la meta impulsándose con una ola casi tan helada como su rostro. Miró al peliverde desde una distancia de ocho metros en total silencio —una especie de desafío que Izuku no entendió— y se alejó sin mediar palabras. El peliverde esperaba al menos que le estrecharse la mano.
—¿A ese qué le pasa? —Izuku susurró para sí mismo.
—Se le habrá congelado el cerebro —Akatani se acercó a responder aún cuando el peliverde no esperaba una contestación—. Fijate, su brazo está prácticamente congelado. Se ve como un helado de sabor amargo.
Todo el costado derecho estaba cubierto de escarcha, desde el brazo hasta la pierna, cuello y mejilla. Apartó la mirada imaginando ese mismo hielo reptando como una sombra viva hacia él, congelado su cuerpo lentamente...
«¡Ugh, qué desagradable!».
Los alumnos fueron llegando bajo los puntuales anuncios de Present Mic. Todos con rostros enrojecidos, una capa de sudor que caía de sus frentes y la respiración agitada. Le hizo especial gracia ver a Kaminari caer redondo al suelo cual tronco recién cortado. Mientras tanto, Izuku se sentía más fresco que una lechuga. Capaz de matar a un dios... Brutalizar a un anciano, más bien.
—¡Enhorabuena a los cuarenta y dos primeros que alcanzaron la meta! El resto queda descalificado, lo lamento mucho —el héroe de la radio dictaminó—. ¡Mejor suerte para el próximo festival!
Izuku se quedó mirando al número 43, el bebé con esferas moradas que debió resbalar de la espalda de Yaoyorozu en algún momento de la competición, el pobre quedó destrozado a un pie de pisar la linea de meta. Casi dio pena verlo llorar.
—Habrá un descanso de media hora antes del comienzo de la segunda prueba —dijo aquel héroe clandestino que vendió su dignidad a costa del dinero—. Recuperad fuerzas —recomendó recobrando de repente parte de la energía que perdió durante los anuncios—. A partir de aquí todo será más difícil.
El Aizawa que todos conocían regresó.
—¡Recordad comprar toda clase de productos en la cafetería, las grandes empresas cuentan con nuestro apoyo!
Un buen consejo-anuncio con el que terminar la primera parte del festival deportivo. Izuku salió corriendo a llenarse el estómago. Lo merecía después de no hacer nada.
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—¿Cómo crees qué será la próxima prueba? —la pregunta del gólem pilló a Izuku a punto de meterse otro trozo de filete en salsa en la boca. El sabor de la carne se derritió en la lengua forjando una sensación que lo mandó al cielo—. ¿Una batalla campal? ¿Un rompecabezas en grupo?
—No lo sé. —Engulló, masticó y tragó la carne. Disfrutó de pedacito de cielo recién hecho como si fuese su última comida—. Siempre cambian la prueba intermedia.
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Más allá de los sueños
FanfictionIzuku Midoriya no era el adolescente con mejor suerte del mundo... mejor dicho: No tenía nada de suerte. Nació bajo la estrella más pequeña, deprimente y bastarda del universo. Sin quirk, despojado de su sueño de ser héroe y abandonado por su padre...