Pasar de los aplausos a los abucheos fue un cambio drástico para Izuku. Aquellos espectadores maravillados con su capacidad de sobrevolar la pista de obstáculos a lomos de una tabla querían ver acción, y no a tres (dos humanos y un gólem sentimental) sentados sin hacer nada y con una gran cantidad de puntos mientras el resto se debatía entre robar bandas o intentar alcanzarlo.
Y eso sin añadir la escenita publicitaria que se montó Mei aprovechando la audiencia del festival (y la altura de la tabla).
Y luego estaba el caos que montó Akatani en los minutos finales de la prueba, que si bien no atacó directamente a nadie —tal como decían las reglas—, hizo descalificar a un buen sector de grupos. Menos mal que no empezó a robar bandas porque entonces se repetiría la escena del examen de ingreso.
Comprendía, entonces, el descontento general que rondaba a su alrededor. Una amalgama oscura que podría reactivar su más grave miedo a las multitudes si no contase con la felicidad de haber sido el primero en ambas pruebas. Su nivel de euforia solo podría ser superado con una dosis extra letal de drogas duras.
Se llenó los pulmones de aquellos sentimientos amargos que flotaban en el ambiente, exhaló. Sencillamente magnífico. Tras su deleite, Akatani y él abandonaron la arena no sin antes destruir la tabla.
—Te ves muy orgulloso —dijo Akatani una vez se internaron en el laberíntico pasillo. Las voces del público se transformaron en ruido de fondo—. Vas con una cara de ganador que nunca antes había visto.
Izuku tuvo que palpar su rostro para precisar la amplitud de su sonrisa. Llegaba hasta las orejas... Lo cual no podía ser saludable para su estructura facial... Pero lo ignoró. Estaba muy feliz para preocuparse de cosas banales. Solo quedaba una prueba más y sería coronado como el ganador del festival deportivo.
Revisó rápidamente la lista de mensajes, felicitaciones de parte de Melissa adornadas de emoticonos cuyo significado carecía de lógica según el contexto. A menos que ella escribiera golpeando la pantalla con el rostro. Mandó un gracias seguido de un resumen rápido de sus experiencias en ambas pruebas tratando de sonar muy humilde.
Tal vez no fue buena idea comenzar el mensaje con "soy el brócoli volador que...". Ya era tarde, lo envío sin poder borrar su sonrisa, los músculos se habían paralizado en aquella peculiar posición. Desventajas de no entrenar su sonrisa a diario.
Solo queda a un último obstáculo hasta la victoria.
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Todoroki chasqueó la lengua y golpeó la pared del extenso pasillo con el puño. La situación del festival no le favorecía nada; perdió las dos primeras pruebas, un segundo lugar que albergaba un abismo de diferencia respecto al primer puesto. No podía quitarse la imagen de Izuku Midoriya superándole sin esfuerzo. Ni una gota de sudor manchó su piel, ni un cabello verde fuera de lugar. Él había barrido ambas competiciones empleando el mismo truco, lo que lo hacía más doloroso.
Todoroki sintió una gota de amargura llegar a su estómago. ¿Así se sentía su padre cuando trataba de superar a All might? Todos sus esfuerzos quedando como un chiste ante la sonrisa deslumbrante del héroe número 1. Que, sin importar cuánto hiciera, su trabajo no lograría el resultado mereci... No, esperado.
Desde pequeño fue entrenado como un arma con el disfraz de héroe. Cumplió las exigencias de su padre, se bañó en conocimientos de lucha cuerpo a cuerpo, estrategias de batalla y técnicas con su peculiaridad pensando en ser el número 1 sin, muy en el fondo, querer serlo. No comprendía la ambición de su padre, sabía que era inmensa, no obstante, el punto de su esfuerzo quedaba reducido a una incógnita.
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Más allá de los sueños
FanficIzuku Midoriya no era el adolescente con mejor suerte del mundo... mejor dicho: No tenía nada de suerte. Nació bajo la estrella más pequeña, deprimente y bastarda del universo. Sin quirk, despojado de su sueño de ser héroe y abandonado por su padre...