El camino de regreso fue difícil. Un paso entre bostezo y bostezo bajo el atardecer. Las clases terminaron hace casi una hora. Una jodida hora. E Izuku no se dio cuenta porque tenía la cabeza pegada al escritorio, pero su madre sí, y la lista de mensajes de preocupación bajaba y bajaba hasta límites insospechados.
Guardó el celular en el bolsillo y prosiguió la marcha lenta sabiendo perfectamente que el último autobús no tardaría mucho en salir. Tal vez no sería tan malo perderlo y disponer así de una excusa razonable para caminar. El aire acariciando sus diminutas pecas se sintió de maravilla, no llegando al nivel impresionante de la brisa limpia de Erinjar, obviamente, porque pocas cosas de Japón superaban los detalles inusuales del mundo de fantasía. Se sintió como un protagonista en un anime isekai.
¿Cuál sería su primera aventura? Melissa le bautizó "compañero de aventuras" por una razón. ¿Explotarían los rincones más insospechados de Erinjar? ¿Lucharían contra monstruos desde la seguridad del castillo? ¿O dominarían el arte del forjado? La sonrisa feliz de Izuku se amplió a medida que más ideas entraban en su mente. Nunca antes deseó con tanta intensidad irse a la cama.
Ni siquiera se molestaría en ver el vídeo del debut de All might como hacía a diario (la mitad de las visualizaciones eran suyas). Tampoco tenía ganas de entrar en los foros a discutir cuál era la hazaña heroica de la semana (el peliverde estaba seguro de que Mount Lady ganaría gracias a sus atributos. Y no precisamente los de su quirk)
«¿Asistir a la UA durante tres años para convertirse en héroe? ¡Es más útil operarse el culo y exhibirse por la calle como un desvergonzado! Al menos a ella le funciona».
Pero basta de hablar de culos enormes que se hacían más grandes. Izuku se estiró perezosamente soltando un bostezo ruidoso. ¿La gente le miraba al pasar? Sí. ¿Importaba? No realmente. Estaba acostumbrado a oír cuchicheos a su espalda.
Una conmoción a pocas calles atrajo su atención. Humo, un cordón policial, varios representantes de cadenas grabando y una agrupación de gente. Todo ello en un singular callejón por el que nunca pasaba. Vislumbró a Mount lady —hablando de la reina de Roma— intentando pasar con su quirk por el estrecho callejón y Kamui Woods, héroe con temática de madera, intentando alejar a la multitud.
Izuku no sintió el deseo de acercarse a ver cómo lo habría hecho el Izuku de la semana anterior. Siguió su camino aún cuando la multitud repitió el nombre del héroe número 1 con esperanza en la voz. Un fuerte impacto que cambió el clima, pero aún así no se giró. No quería saber nada de All might en ese momento. Dormir le atraía más.
Llegó a su casa cuando el cielo estaba a punto de oscurecerse. Su madre esperaba en la puerta con los brazos en jarra. Tragó saliva.
—Izuku, ¿por qué has tardado tanto? —le regañó en cuanto estuvo frente a ella—. Déjame adivinar. Has vuelto a perder el tiempo delante de una redada de héroes, ¿cierto?
Izuku puso los ojos en blanco. Ni que fuera un idiota que se ponía en peligro con tal de ver a los héroes. O puede que sí lo fuera.
—Me quedé hasta tarde haciendo un trabajo grupal —utilizó la excusa milenaria.
Era mejor mentir que reconocer que llegó tarde porque caminó a paso de tortuga mientras se perdía en los recuerdos de un mundo imaginario.
Inko Midoriya se lo quedó mirando fijamente un par de segundos hasta que suspiró. Se hizo a un lado para dejarle pasar.
—Bien, pero la próxima vez ten cuidado. Ha habido un accidente con un villano cerca de tu escuela —le informó su madre—. Está en todas las cadenas. All might estuvo presente.
«¿Se refiere a la conmoción que vi hace rato? —se preguntó—. Probablemente sí».
La cena transcurrió tan perezosamente que Izuku tuvo tiempo de sobra para contar todos y cada uno de los granos de arroz del plato. La televisión solo presentaba mierda en forma de reality shows tan ensayados que todos tenían su guión escrito. Cambió de canal, el discurso del primer ministro sobre una movida en la playa. Cambió otra vez, noticias de la bolsa. Cambió una vez más.
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Más allá de los sueños
FanfictionIzuku Midoriya no era el adolescente con mejor suerte del mundo... mejor dicho: No tenía nada de suerte. Nació bajo la estrella más pequeña, deprimente y bastarda del universo. Sin quirk, despojado de su sueño de ser héroe y abandonado por su padre...