Capítulo 22: ¡La televisión pudrirá tu cerebro!

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Ir a la enfermería se hizo cuesta arriba por culpa de la cojera. La patada en la espinilla y la caída al suelo le afectaron más de lo que pensó en su momento. Akatani tumbó a los tres inconscientes en las camillas (lanzó a Bakugou como una pelota de baloncesto) y se sentó en una silla. Recovery girl no estaba por ningún lado.

—Ha sido un día productivo —declaró positivamente. Izuku fue incapaz de averiguar si estaba siendo sarcástico o consideraba el desmadre del ejercicio como algo bueno—. ¿Cómo se siente tu primera victoria?

Izuku ocupó la camilla que estaba al lado de la ventana. Debía ser la hora del almuerzo, aunque su estómago no estaba para la labor precisamente.

—Ha sido... —se quedó en blanco. No supo definir la experiencia—. Te responderé cuando aclare mis pensamientos.

El gólem le dejó espacio. El pitido de las máquinas de última generación dejaba la enfermería del castillo como la consulta médica de un hospital barato. La UA invertía mucho dinero en el cuidado de los futuros héroes. Una inversión que Izuku no supo cómo reclamaban. Tampoco quería meter las narices en la contabilidad de la escuela. Aquel era un pozo donde la sanidad mental podría degradarse.

—¿Qué ha sucedido?

Miraron a la pequeña anciana que acababa de entrar. No estaba muy contenta de encontrar a tres adolescentes inconscientes y otro hecho un desastre. Exigió una explicación adoptando sus palabras con un matiz de inquebrantable dolor reservado para el responsable.

«Pobre All might», pensó Izuku.

Akatani explicó lo sucedido enfocando toda responsabilidad en los maestros y el director. El rostro de la anciana enrojeció de enfado cuando llegó a la parte de las explosiones, pedradas en la cabeza y bombas de gases misteriosos. Izuku, por un momento, creyó que el bastón de la anciana terminaría incrustado en su cabeza.

—No digas más. Os curaré y luego iré a hablar con los responsables.

Si Izuku antes estaba cansado, sintió los músculos derretirse después del beso; vio de reojo a la anciana marcharse muy enfadada. Luego quedó dormido.

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Despertar sobre la moqueta del castillo no fue la experiencia más satisfactoria de la semana (aunque sí la más agradable del día). Vio el techo de piedra desde una perspectiva interesante.

El rostro de Akatani ocupó la mitad de su campo de visión.

—¿Estás bien? ¿El viaje a Erinjar te ha mareado?

—Estoy bien —afirmó analizando los agujeros de la nariz del gólem—. Me siento como un cadáver a la espera del entierro.

—Tu respuesta se contradice un poco —señaló el gólem a modo de broma—, supongo que estás bien. ¿Te ayudo a ponerte en pie?

Izuku se dejó levantar como un bebé. Bostezó frotándose los ojos perezosamente. Debió dormir un buen rato porque se sentía despejado.

—Parece que tengo invitados —Melissa apareció detrás de él con la intención de dar un buen susto. Y vaya que dio resultado. El grito de Izuku sería escuchado por las generaciones futuras—. Ok, lo pillo, nada de acercamientos por detrás.

La joven se veía en mejor estado que la vez anterior, sin esa cara de sueño que podría confundirla con un zombi. Vestía el uniforme Steam punk clásico, lo que significaba una cosa.

Más allá de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora