Capítulo 11: Una conversación corta.

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El silencioso viaje en fue interrumpido por un frenazo que a poco estuvo de estampar al peliverde contra el cabecero del asiento del conductor. Habían regresado al edificio de la UA, el sitio donde menos le apetecía estar. Rezó para que All might arrancara de nuevo y los llevase a cualquier otro lado.

El héroe, en cambio, desabrochó el cinturón de seguridad antes de dirigirse al complejo. Izuku maldijo entre dientes.

Akatani y él lo siguieron sin decir nada. Lo poco que sabían era que alguien quería hablar con ellos (seguramente para regañar al gólem por su comportamiento en el examen). Avanzaron a través de pasillos desconocidos para él, notando la ausencia del ajetreo que vio la primera vez que estuvo allí. Y menos mal que la calma se extendía por todos y cada uno de los rincones, el joven necesitaba relajarse a riesgo de sufrir un paro cardíaco.

—El director Nezu desea hablar con vosotros —All might finalmente se dignó a hablar después del largo silencio—. No es nada grave, tranquilos.

Izuku no se calmó. Miró a Akatani, el cual mostraba su habitual sonrisa serena, insensible a los problemas que él mismo provocó. El trío subió hasta la penúltima planta en un ascensor diminuto y recorrió el largo corredor que conducía a la meta, marcada con el cartel de "despacho del director". El héroe tocó suavemente.

—Adelante —dijo una voz aguda y alegre desde el otro lado.

Entraron. Izuku notó que el despacho superaba con creces al del director de Aldera junior; teñido de amarillo gracias a la luz del ocaso que entraba por el ventanal de la pared derecha. Una mesa y dos sillones descansaban en el lado opuesto. El escritorio se hallaba frente a la puerta, demasiado grande para su... Ocupante. El peliverde se esforzó por mostrarse impasible.

—Es un wombat albino —señaló Akatani silbando de admiración—, y es inteligente.

Izuku no pensó lo mismo. Un animal blanco, con un uniforme, ocupaba la silla del director. No medía más de sesenta centímetros y tenía una cicatriz alargada en el rostro. El animal aplaudió.

—¿Soy un wombat? —preguntó con una voz humana demasiado alegre para el ánimo de Izuku—. Puede que sí. Poseo muchas similitudes con dicha especie e excepción del quirk de alta inteligencia. Aunque de mí no es de quién vamos a hablar.

«Obviamente», pensó Izuku poniendo los ojos en blanco.

Ocuparon los sillones a la vista de cuatro tazas de té humeante. Izuku vacío la suya en dos segundos; estaba muerto de sed. Akatani, contrariamente, se veía descansado... Si ignoraba que la ropa parecía un mosaico de agujeros y manchas de aceite.

—Quiero hablar de tu quirk, Midoriya-kun —el director habló alto y claro antes de dar un sorbo de té—. All might lo mencionó hace meses, y no niego que me siento atraído por las circunstancias inusuales. ¿Me comprendes?

Izuku negó.

—Quisiera saber porqué no hay un registro de tu quirk.

Izuku lo entendió. Era consciente de que no hizo el papeleo adecuado antes de inscribirse al examen. Por favor, seguro que en su ficha aparecía bien detallado "quirkless". Alegar que la falta de tiempo le impidió organizar los documentos no servía de excusa porque tuvo once meses completos.

—Llamé a tu casa poco después de la finalización de examen —prosiguió el animal adoptando un tono cercano que no evitó la arritmia que, a punto estuvo, de detener el corazón del joven—, me sorprendió escuchar que eres quirkless, lo que las grabaciones del examen y la palabra de All might. —El héroe se atragantó al oír su nombre—. Contradicen. ¿Puedes explicarlo?

¿Podía? Sí. ¿Quería? No, a pesar de que los diminutos e inteligentes ojos del director esperaban una respuesta. Izuku podría perder horas de su vida admirando el brillo simpático y cruel de aquellos ojos salvajes, enderezados con una inteligencia superior al promedio. Un instinto primario le advirtió de no enfadar al animal. Y eso incluía contestar a la dichosa pregunta empleando el respeto reservado a un dios.

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