Capítulo 36: Camino espiritual

451 61 73
                                    

—Wow, ¡los dos parecéis una pareja muy necesitada de cariño!

Izuku y Akatani levantaron la mirada encontrando a una Melissa con demasiadas ganas de burlarse de ellos. Más allá de su careto, vieron un pasillo al azar del castillo. Dos armaduras reían silenciosamente desde la esquina.

«Latas de mierda», maldijo el peliverde dentro de su cabeza.

Izuku y Akatani se quedaron dormidos durante su abrazo de lamentos. Erinjar, por lo visto, no dudó en realizar el clásico "secuestro exprés" y mandarlos al castillo a merced de una rubia con mucha necesidad de tocar las bolas. Se separaron, no con rapidez, sino pereza, cansados y con un tema importante del que hablar.

Pero la charla tendría que esperar un poco para consternación de Izuku, pues notó que Melissa planeaba llevarlos a otro lado siniestro de Erinjar. Su mirada hablaba por si sola.

—¿Ya estáis todos? —Knuckleduster se acercó al trío esbozando una amplia sonrisa, lo que solo podía significar "violencia gratuita al ritmo del heavy metal"—. Perfecto. Estamos muy cerca de nuestro nuevo destino. El mayor lugar de culto de toda Erinjar.

Izuku mantuvo una mueca de extrañeza durante todo el recorrido hasta la nave. ¿Iban a visitar al Papa erinjo?

---

—Muy bien, mis queridos pasteles de chocolate. —Melissa fue la primera en tocar tierra—. Nos encontramos en Crefan, el hogar espiritual al que todo adorador de deidades visita una vez en la vida. Una de las ciudades más relajante que visitaremos. Disfrutad las vistas.

¿Relajarse? Lo que hizo Izuku fue aferrarse a la carrocería del vehículo. Aquel viaje fue el peor con diferencia. Condujo Knuckleduster, y lo hizo como un loco. Giros cerrados, turbulencias, un par de pájaros (parecían gallinas hinchadas) estampados en el cristal delantero y acelerones repentinos al ritmo de la radio. Incluso Akatani se puso nervioso, ¡el único que podría sobrevivir si llegaban a estamparse!

—También es un muy buen destino de vacaciones —añadió el vigilante saliendo del bus por detrás de Akatani, tan satisfecho de su conducción que se dio un par de palmaditas en la espalda—. Los hoteles y balnearios son muy baratos.

Izuku le dirigió una mirada a la ciudad (¿Melissa la nombró Crepon? ¡Cómo fuese, no estaba de humor para pronunciar bien un nombre raro!). No se alejaba de un pueblo tradicional europeo: casas de piedra, calles adoquinadas y la única muestra de tecnología eran las farolas y los coches clásicos que avanzaban con traqueteos.

Había poca gente transitando las calles. Cuatro personas: una anciana siendo ayudada por un hombre que podría ser su hijo y dos adolescentes en plena cita. Gente tranquila y relajada, no adictos a la televisión. La parte negativa: Los cuatro vestían de blanco. Y cualquiera pensaría que se trataba de una casualidad, pero Izuku no era ajeno a las cosas raras.

Decidió dejar de lado el problema porque confiaba en que Melissa no les hubiera llevado a otro lugar peligroso, además, tenían a Knuckleduster, un adulto... Racional, que, seguramente, había hecho una investigación exhaustiva de la ciudad antes de poner un pie en ella... Nah, estaban jodidos.

Pasó a mirar la catedral barroca situada en el centro de la ciudad... Pues eso, una catedral... Solo eso.

Dejando de lado el tema de la ropa, Izuku no estaba impresionado con el aspecto de la ciudad. Había visitado lugares mucho más increíbles en sus viajes por Erinjar. Mirándolo del lado más optimista y ajeno al peligro, se sintió agradecido por pisar un destino como aquel. Necesitaba relajarse después de lo experimentado en las últimas horas.

Más allá de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora