Capítulo 15: ¡Un nuevo forjador ha aparecido!

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—¿Por qué estás jadeando? —Akatani dejó a Izuku en el suelo—. No te has movido ni una minucia.

Izuku hizo un gesto con el dedo medio porque su boca estaba muy ocupada reponiendo el oxígeno. Akatani tenía razón, su función fue ser llevado a cuestas en la perfecta imitación de un paquete de Amazon. Claro que, si uno no vivía la situación de principio a fin, no entendería lo agotador que era el estrés.

Y el haber forjado un arma inútil que condujo a la herida del brazo... Y hablando de brazos.

Tres marcas de garras en el antebrazo saludable cuyo sangrado manchó la camiseta. No tenía buena pinta, menos aún bajo el ojo critico de la linterna. Escocía como un discurso de Donald Trump sin estar hasta los topes de cocaína.

—¿Y eso? —Akatani se agachó a observar la herida—. ¿Fue el perro de sombras? ¿Cuándo te atacó?

Izuku dio una explicación rápida de lo ocurrido. El gólem se mordió el labio, luego arrancó un pedazo de su camiseta y envolvió la herida sin pedir permiso.

—Espero que no se infecte. ¿Puedes caminar?

—Claro que puedo —jadeó. No debió forjar la pistola—. Dame unos segundos.

—Estás hecho un asco —el gólem dijo medio en broma, medio preocupado—. Bien. Vamos a descansar. De paso intentaré contactar con Melissa.

Izuku se sentó con la espalda apoyada en la pared. Estaba cubierto de agua, sudor, manchas de sangre y arena, una mezcla que no imaginó tener encima. Por lo menos, el brazo dislocado no dolía mucho. Pudo realizar movimientos lentos sin sufrir un ardor cegador. El trabajo de recolocación de la extremidad fue magnífico, Akatani había estudiado los vídeos de YouTube con ganas. Ajustó el vendaje torpemente. Quedó bien... Más o menos.

—Melissa, ¿me oyes? —Akatani se llevó el walkie a la oreja. Caminaba de lado a lado a paso ligero—. Venga, funciona, trasto inútil.

El peliverde no hizo más que mirarlo con la boca abierta. Una parte de su cerebro se resistía a creer que Akatani poseía sentimientos reales, la otra no dejaba de gritar: ¡Míralo de cerca! ¡Ni el mejor actor podría fingir tan bien! Las palabras de Melissa contradecían este hecho: Los gólems no son seres vivos. No sienten nada.

¡Que lío!

«Akatani podía estar vivo —susurró su cerebro con ganas de confundirlo aún más—, Melissa dejó caer la posibilidad antes, ¿lo recuerdas? Claro que sí. Solo hace falta la confirmación del conocido al que quiere visitar».

Izuku se preguntó si podría vivir sin cerebro. Con una cucharita podría deshacerse de aquel órgano innecesario para su subsistencia. Había perdido la cuenta de los pensamientos negativos que le molestaron desde su descubrimiento de Erinjar. Pocos no eran, eso lo tenía claro.

Un sonido de estática lo trajo a la realidad.

Chicos, por fin puedo contactar con vosotros —Habló Melissa. Sus palabras iban cargadas de alivio—. He sentido un terremoto muy fuerte hace media hora.

Akatani e Izuku se miraron.

—Puede que seamos responsables —el peliverde le informó alto y claro asumiendo parte de la culpa de los sucesos. Porque él no fue quién disparó hondas de choque como un idiota ni dio saltos catastróficos—. Destrozamos una gruta muy grande y hemos sepultado a los perros malos bajo tierra.

No era un mal resumen. Corto, explicativo y la forma de detallar la muerte de los perros oscuros les daba cierto halo de "personas con el control de la situación". Ahora bien, Izuku no estaba 100% seguro de dichos fallecimientos. Llevaban un buen rato sin ver formas inquietantes en la oscuridad, por lo que las probabilidades jugaban su favor, sin embargo, no se quedaría tranquilo hasta presenciar los tres cadáveres. Lo cual, debido a los temblores, era imposible.

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