Capítulo 34: El descenso de Akatani... y supongo que el de Bakugou también.

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Bakugou supo que estaba en problemas cuando fue recibido por Aizawa nada más terminar la reunión con el psicólogo. Aunque, más que recibirlo, lo esperaba con la espalda apoyada en la pared y un ceño menos amigable de lo acostumbrado.

—Sigueme —dijo, estoico, con un ademán tan vago como el aura que transmitía para dar clase—, el director quiere hablar contigo.

Bakugou frunció los labios. No conocía al director y, los pocos que habían hablado de él, lo describían como un monstruo temible del que incluso All might tenía miedo. Siguió al maestro sabiendo cuando había que callar y obedecer.

El recorrido solo podía describirse como lento y tenso. Bakugou contó los pasos amortiguados de su maestro, una sombra andante cuya técnica se definía como "silencio vivo", bastante impresionante y útil para emboscar malhechores. Pero cualquier indicio de admiración fue aplastado bajo la verdad absoluta: Él era ruidoso, su quirk era la encarnación del caos. Aprender a andar sin emitir ruido era propio héroes como el que se convertiría Izuku en un futuro, no de una erupción volcánica como él.

Y hablando de Izuku, laa actuaciones de dicho enano de cabello verde rozaban lo extraño... Apenas se relacionó con sus compañeros de clase, como si no existieran. Una sombra. Y era muy cierto que Izuku se comportaba así en su infancia, siendo aquel asiento vacío a ojos de los que tenían quirk, pero, actualmente, poseía una peculiaridad poderosa. Debería comportarse con orgullo. ¿Dónde quedó su seguridad? Debería mostrar su grandeza.

Sus actuaciones se resumían en mandar a Akatani a realizar el trabajo sucio mientras él atacaba por la espalda. No estaba mal, pero a Bakugou le seguía pareciendo extraño, un desperdicio de potencial; ¿por qué no creaba un arma poderosa y atacaba de frente? ¿O que tal si creaba más Akatanis? Un ejército de entidades poderosas garantizaría la victoria en todas las batallas.

Achacó su comportamiento al hecho de que no conocía todos los aspectos de su peculiaridad. Y Bakugou era más paciente de lo que su carácter dejaba ver. Podría esperar semanas a que el "verdadero Izuku saliera a la luz".

—Ya hemos llegado.

Bakugou apenas procesó la llegada y posterior invitación al despacho hasta que se sentó en la mesita acompañado de una taza de té. Aizawa ocupó el sitio de al lado y en frente...

—¿Una rata? —inquirió analizando al animal albino de arriba a abajo. Llamaron la atención la ropa, la cicatriz y los pequeños ojos negros y brillantes—. ¿Él es el director? — le cuestionó a su maestro de clase.

La rata esbozó una sonrisa divertida mientras se servía una taza de té y daba un sorbo lento. Dijo, ignorando su forma de dirigirse a él:

—Yo soy el director de esta prestigiosa escuela. Llamame Nezu. —Dio otro sorbo. Su voz aguda se incrustó en los tímpanos del joven explosivo. Fue desconcertante sentir irritación al tono agudo teniendo en cuenta que su peculiaridad era ruido, calor y fuego servidos en grandes dosis—. Mi peculiaridad me otorga una capacidad intelectual por encima del 99% de las personas.

Bakugou miró a Aizawa a la espera de una confirmación, que llegó a modo de sutil asentimiento. No pasó por alto la inclinación irritada de su ceño; a él tampoco le caía muy bien el director.

—¿Sabes por qué he solicitado tu presencia? —preguntó la rata con una mirada tan brillante como infantil. Una inocencia que escondía lo peor que uno se podría imaginar. Bakugou negó—. Oh, pensé que tendrías sospechas... Bueno, da igual. Estás aquí para discutir sobre tus acciones pasadas.

El rubio explosivo se tensó. Habría dejado caer la taza de tenerla en las manos. Un leve atisbo de satisfacción, que Bakugou no llegó a notar, recorrió la mirada de Aizawa.

Más allá de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora