—Eso ha sido duro.
El gólem se limitó a decir eso, nada más, nada menos. Cuatro palabras de mierda que Izuku se tomó como un puñado de sal sobre una herida recién abierta a sabiendas de que Akatani no tenía la intención de hacer daño... Y tampoco de animar. Únicamente soltó el primer comentario que se le pasó por aquello que se supone qué es su cerebro e Izuku le dio la gracias como es debido.
—Que te den por detrás.
—Que grosero eres —replicó Akatani poniendo los ojos en blanco mientras fingía el intento más insultante de ofensa del mundo. Menos mal que abandonó toda intención de actuar como un Woke ofendido y soltó una idea—: ¿Qué tal si le pides a alguien que forme parte de nuestro grupo en vez de quejarte?
¿Idea? Mejor dicho: intento de idea. Akatani estaba a tope con lo de intentar hacer cosas sin ser útil, algo así como la agenda progre pero molestando a mucha menos gente.
El peliverde miró a su alrededor al mismo tiempo que se ataba la banda de diez millones de puntos a la cabeza, a los cuarenta y un alumnos dando vueltas y lanzando peticiones de amistad (o en este caso peticiones de grupo) en la imitación de una pagina de citas con resultados sudorosos y estimulantes. Rechazos y aceptaciones marcados con poco sutiles miradas hacia su persona, traducidos en forma de desafíos a conseguir la mayor cantidad de puntos. Y venganza por la escenita de la prueba de obstáculos, pero nuevamente, Izuku actuó siguiendo las reglas.
Le pareció injusto que nadie se metiese con Todoroki: congeló gran parte de la pista por el simple gusto de hacerlo; había formas más respetuosas con el entorno y contrincantes de patinar y todos allí lo sabían. Él actuó así porque le salió del lado derecho.
Izuku se frotó las sienes en pos de animar el cerebro a encontrar un vacío legal que lo llevase a una situación favorable. ¿Que podría hacer? ¿Torcer un poco la regla que soltó Aizawa alegando que Akatani tenía sentimientos y eso lo convertía en un ser vivo? Era arriesgado, si el maestro no se tragaba la "técnicamente realidad", su transcurso por el festival deportivo terminaría antes de la última prueba. Todos sabían que los héroes no solían fijarse en aquellos que no llegaban al final.
Un pésimo juego de palabras.
—Izuku. —Akatani le pellizcó la mejilla evitando hacerle daño—. Creo que deberías buscar un compañero cuanto antes. El tiempo se acaba.
Dos minutos con treinta y dos segundos, marcaba el reloj. Quedaba tiempo, solo debía esforzarse un poco más.
«Si Kacchan estuviese aquí...».
No pensó en el rubio hasta ese momento, y no dudó en preguntarse si habría aceptado formar grupo con Akatani y él. Había cambiado tanto en los últimos meses que parecía una persona nueva, al menos en su trato hacia él porque con el resto de la clase... Mejor no seguir.
—Izuku, queda muy poco. —Akatani detuvo su tren de pensamientos con otro recordatorio—. Menos de dos minutos. En serio, date prisa o quedarás fuera.
El gólem empezaba a estresarlo. ¿Por qué no pensó en instalar un botón de "on" y "off"? Ahora era demasiado tarde para realizar cambios, cualquier intento de forjar destrozaría a Akatani.
—Brocoli-kun.
A Izuku se le hinchó la vena. Dio media vuelta para encarar al gólem cuando notó que no era él quien le llamaba esta vez, sino ella. Mei Hatsume, inventora loca certificada, extendía la mano con la posible intención de tocar su hombro. El gesto brusco de Izuku la sobresaltó.
—¿Qué estás...?
—¿Quieres formar equipo conmigo?
La pregunta le golpeó como una tonelada de ladrillos, y no porque ella decidiera invitarlo a él por encima del resto de concursantes (de ser así, el peliverde se limitaría a enarcar una ceja), si no por su tono de voz exageradamente elevado, como si su quirk fuera el de graznar como un pato con altos niveles de alcohol en sangre.
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Más allá de los sueños
FanfictionIzuku Midoriya no era el adolescente con mejor suerte del mundo... mejor dicho: No tenía nada de suerte. Nació bajo la estrella más pequeña, deprimente y bastarda del universo. Sin quirk, despojado de su sueño de ser héroe y abandonado por su padre...