Izuku disfrutó de una semana tranquila... Sin contar los entrenamientos espartanos de la UA y los viajes a Erinjar; las horas en el castillo transcurrieron tranquilas aún con el desafío del invento de su amiga y el aprendizaje de su nueva habilidad. No hubo viajes a lugares raros, solo el castillo, y con eso era suficiente.
Izuku cerró el grifo de la ducha y se miró al espejo con la toalla enrollada en la cintura. Sonrió, había llegado el día del festival.
El espejo mostró a un chico algo bajito y delgado, pero con un rastro reciente de músculo fabricado después de muchas expediciones a Erinjar. Su cabello húmedo dejó caer gotas de agua sobre la sonrisa que inspiraba seguridad y control que, para nada, servía para ocultar los nervios.
Flexionó los brazos, una minúscula bola emergió de los bíceps, aunque él se vió con brazos de culturista (como le sucedía a todo adolescente de su edad... Y algunos arrastraban esa imagen hasta los cuarenta). Se giró para admirar su espalda, una espalda normal que a sus ojos representaba la masculinidad en su máximo esplendor. Apretó los abdominales, se marcaron un poco, pero para él era una tableta de chocolate.
—Estoy como un tren —le dijo al reflejo.
—Como un tren no estoy seguro, lo que veo es un chico que se ha colocado de tanto oler vic vaporub.
Saltó hacia atrás del susto, casi cayendo en la bañera. El rostro burlón de Akatani se asomaba a través de una rendija minúscula de la puerta. Su pequeña sonrisa dolía mucho más que cualquier puñetazo en el estómago.
—¿Qué estás haciendo? —Inquirió Izuku, agitado y avergonzado—. ¿En qué momento entraste? No te escuché abrir la puerta.
—Llevo un rato —contestó ampliando un poco más la sonrisa—. Iba a meterte prisa porque a este paso llegarás tarde a clase, pero decidí ver un poco de tu peculiar show de onlyfans.
El rubor escaló a sus mejillas. Se prometió cerrar la puerta con pestillo cuando fuera a ducharse.
«Por una vez que hago el tonto un rato... ¡Espera un momento».
—¿Cómo y desde cuándo sabes lo que es onlyfans? —Izuku apuntó al gólem con su dedo acusador—. No es un contenido que debas ver hasta que cumplas 18... ¡Y solo tienes un año!
Akatani puso los ojos en blanco.
—¿La olla está llamando negra a la tetera? Porque me se de un chico de cabello verde que tampoco es mayor de edad y disfruta de cierto contenido.
Izuku estrechó la mirada. El ataque indirecto de su gólem fue doloroso, pero insuficiente para derribarlo. ¡Tenía a su favor el orgullo de un joven atrapado haciendo tonterías delante del espejo!
—Sabes, no has borrado tú historial de búsqueda en mucho, mucho, mucho tiempo —Añadió Akatani frotando su barbilla en peor acto pensativo de la historia. Las intenciones de hacer daño se escondían tras su mirada calmada—. Hay mucha información... ¿Cómo decirlo? Ah sí, descriptiva.
La confianza de Izuku se agrietó como la cáscara de un huevo al mismo tiempo que la vergüenza se mezclaba con la palidez. No retrocedió porque su pie golpeó la bañera. Estaba acorralado física y mentalmente.
—Información sobre tus gustos —el gólem, para más disgusto de Izuku, especificó disfrutando de cada una de sus reacciones como un niño en su tienda de chuches favorita—. Ya sabes. Qué tipo de "cosas" te gusta ver y...
—¡Alto, alto, alto! —Izuku alzó las manos en señal de rendición. Había perdido la batalla. Un resultado indiscutible—. Por favor. Qué esto no salga de aquí.
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Más allá de los sueños
FanfictionIzuku Midoriya no era el adolescente con mejor suerte del mundo... mejor dicho: No tenía nada de suerte. Nació bajo la estrella más pequeña, deprimente y bastarda del universo. Sin quirk, despojado de su sueño de ser héroe y abandonado por su padre...