Mi salvador

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- El apartamento es cálido, estaremos allí pronto. - Yoko intentó consolar a la chica sin saber qué más hacer. Wednesday y ella intercambiaron miradas y Wednesday suspiró profundamente. Entró al estacionamiento del departamento y estacionó el auto, sin siquiera esperar a las otras dos chicas.

Subió las escaleras, suspirando una vez que llegó a su piso. Accidentalmente dejaron la puerta del apartamento abierta, por lo que Wednesday entró corriendo, dejó sus botas de combate llenas de barro junto a la puerta y se dirigió directamente a su habitación.

La pelinegra se dio una ducha caliente y se puso unos pantalones deportivos y una de sus camisetas favoritas. Se ató el cabello mojado en un moño desordenado y se frotó la cara hasta que desapareció todo el maquillaje. Se tomó unos momentos para mirarse en el espejo y puso los ojos en blanco ante su apariencia desaliñada antes de regresar escaleras abajo.

Yoko y Enid no estaban a la vista, pero Wednesday supo que estaban en casa por las huellas de barro en la puerta. Se dijo a sí misma que no le importaba lo que estuvieran haciendo y se dirigió hacia la cocina.

- Nooo.

Wednesday sacó la cabeza del refrigerador cuando escuchó la voz quejumbrosa de Enid. Por mucho que quisiera ver qué pasaba, se obligó a ignorarlo y tomó dos rebanadas de queso del cajón antes de cerrar el refrigerador.

El susurro del piso superior y el abrir y cerrar de varias puertas hicieron que Wednesday cantara suavemente para sí misma en un intento de ahogar el ruido. Colocó la sartén en la estufa y esperó a que se calentara. Tan pronto como tomó el pan de la despensa, escuchó pasos lentos que bajaban las escaleras.

- Hola.- sonrió Enid, desde el otro lado de la cocina. La chica de ojos negros se giró y se quedó sin aliento en cuanto vio a la chica frente a ella. Enid llevaba una de las camisetas de merlina, que le llegaba hasta la mitad de los muslos. No tenía pantalones, calcetines ni zapatos. Wednesday notó las vendas en sus pies, que supuso que Yoko había cambiado.

El cabello rubio de la niña estaba mojado, en un triste intento de hacerse un moño desordenado. Todavía quedaban algunos mechones de cabello claro que caían y enmarcaban su rostro. De alguna manera esto la hacía lucir bonita. Wednesday se maldijo por usar esa palabra.

Antes de que Wednesday pudiera decir algo, Yoko bajó corriendo las escaleras con un par de pantalones de pijama de Wednesday en la mano. - Olvidaste esto. - Se lo entregó a Enid, quien lo estudió unos instantes. Yoko vio la mirada inquisitiva que le estaba dando Merlina y se mordió el labio. - Ella insistió en ponerse tu ropa, no lo sé. - Yoko se encogió de hombros.

- Oh.- murmuró Wednesday. Enid se bajó los pantalones del pijama y acarició alegremente la suave tela. - ¿Por qué tardó tanto? - Preguntó la más alta, tratando de ignorar la sensación que subía en su estómago al ver a Enid vestida.

- Bueno, descubrí que ella puede bañarse sola. - Yoko asintió una vez y le hizo un gesto a Enid, quien aún estaba acariciando el material distorsionado de sus pantalones de pijama. - Lo cual es bueno, supongo. - Se mordió el labio y estudió el rostro de Wednesday.

- Gracias a Dios por eso. - Merlina negó con la cabeza. Todavía estaba extremadamente confundida por todo lo que había sucedido en los últimos dos días. Un ruido la sacó de sus pensamientos, y ella y Yoko giraron sus cabezas. Enid estaba junto a la estufa, con la sartén en el suelo.

- Cálido. - Enid saludó una vez y señaló la sartén. Yoko y Wednesday intercambiaron miradas.

- Bueno, diviértete con ella. - Yoko le guiñó un ojo a merlina. - Dale tarea a esta chica. - Wednesday la miró, pero Yoko desapareció escaleras arriba antes de que pudiera responder.

 wenclair - YellowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora