Te amo!

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- ¡Hace frío, hija! - La mujer la llamó. Enid se volvió, miró la nieve bajo sus botas y arrugó la nariz.

- ¡Pero yo quiero ir en trineo! - Protestó la niña más pequeña, girándose y mirando al cielo. Atrapó un copo de nieve con la lengua y sonrió emocionada para sí misma.

- ¿Es tan obvio que nunca antes había visto nieve? - Su madre se rió y se volvió hacia su padre, que estaba ajustando sus botas. Los padres de Enid estaban en el porche de su cabaña de esquí alquilada. Enid estaba de rodillas enterrada en la nieve a unos metros de ellos.

- Necesitas una chaqueta, tonta. - Se rió su madre, haciéndole un gesto a Enid para que se uniera a ellos en el porche. Resoplando, la niña caminó a través de la nieve y saltó a los escalones de madera.

- Pero no hace frío. - protestó Enid, mientras una rápida brisa la hacía estremecerse. Su madre

ella simplemente se rió y llevó a la niña más joven a la sala delantera de la cabaña.

- Tendrás frío, créeme. - Se rió la mujer. Cogió el abrigo amarillo pastel de la percha de la puerta y Enid dejó que su madre la ayudara a ponérselo, balanceando los brazos cuando notó que las mangas estaban un poco largas.

- ¿De dónde viene la nieve? Preguntó Enid, sentándose en el pequeño banco cerca de la puerta y mirando ansiosamente por la ventana.

- Es sólo una lluvia muy fría. - Su madre se rió y se arrodilló frente a la niña, alisándole el cabello y acomodándole el sombrero amarillo en la cabeza. Enid sonrió, bajó la tela y se volvió para mirar su reflejo en el cristal de la ventana.

- Al menos sabemos que no te perderemos. - Se rió su padre, apareciendo en la puerta. Enid levantó la vista y se rió, juntando las manos.

- ¿Podemos ir en trineo ahora? - Preguntó suplicante, presionando sus palmas contra el vidrio frío.

- Como quieras, niña. - Su padre se rió y le revolvió el pelo. Enid jadeó juguetonamente y se llevó la mano a la cabeza para ajustarse el sombrero. Sus padres se rieron.

- ¿Podemos llevarnos un poco de nieve a casa? - Preguntó la niña más pequeña, saltando escaleras abajo y golpeando la nieve con sus botas. Quedó fascinada por los copos blancos que caían del cielo.

- Todo se derretirá con el calor de Florida.

Su madre se rió. Enid hizo un puchero y saltó a un banco de nieve, riéndose mientras prácticamente hundía las rodillas en la nieve.

- ¡Estoy atascado! - Gritó dramáticamente cayendo hacia atrás y mirando al cielo. Ella entrecerró los ojos, repentinamente distraída por los copos que caían del cielo.

- ¡Mirar! - Enid señaló hacia arriba. - ¡Mira la nieve!

- ¿Qué tal, hija?

- Es tan... hermoso... - Suspiró la niña, admirando la imagen sobre ella. - Mami, ven a acostarte y mira hacia arriba. - Momentos después, sus padres se unieron a ella, recostados de espaldas en la nieve y mirando al cielo.

- ¡Tienes razón! - Se rió su madre, limpiando la nieve de la cara de su hija.

- Esto es mucho mejor que la lluvia. - Se rió Enid, llevándose las manos a la cabeza y tratando de agarrar la nieve con las manos. - Este es el mejor día de todos.

- ¿De todos? - Su padre arqueó las cejas. Enid se rió y lo imitó, inclinando la cabeza hacia un lado.

- ¡Sí a todos! - Confirmó. Sacó la lengua y cogió un copo, antes de apoyar la cabeza en la nieve y suspirar suavemente. - Gracias.

 wenclair - YellowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora