3

13 4 0
                                        

Avaricia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Avaricia

Abrí mis ojos y me encontré inmerso en una espesa negrura, todo era oscuridad hasta donde alcanzaba la vista. Mis ojos intentaban acostumbrarse a aquel ambiente y, entonces, una cegadora luz dorada irrumpió en aquel inquietante paraje. Una figura se materializó frente a mí. Se trataba de un hombre extremadamente alto, con el cabello rubio largo y unos ojos de una tonalidad extrañamente parecida a la mía.

—¿Quién eres? ¿Qué es este lugar? —pregunté, rompiendo el silencio.

—Vaya, veo que tu madre no te ha hablado de mí.—dijo y una expresión de tristeza pareció ensombrecer su rostro, pero fue tan fugaz que quizás solo lo imaginé.

—¿De qué conoces a mi madre?—fruncí mi ceño al escuchar su vaga respuesta y eché otro vistazo a mi alrededor, pero aún no se veía más que oscuridad.

El hombre soltó una risa que retumbó a mi alrededor. Traté de caminar hacia él, dispuesto a borrar aquella sonrisa de su rostro, pero terminé chocando con un muro invisible.

—No puedes tocarme, así que si fuera tú, no volvería a intentarlo. —su voz se endureció al pronunciar aquellas palabras—. Necesito que me escuches bien, no tengo mucho tiempo. —seguía estando muy confundido por toda aquella situación, pero me esforcé por mantener la boca cerrada.— Ojalá tuviera tiempo para sentimentalismos, pero ahora mismo tendrás que conformarte con que te diga que soy tu padre y necesito tu ayuda.

—¿Mi padre? ¿De qué estás hablando? —alcé la voz, incapaz de contenerme ni un minuto más—. Mi padre murió así que, a menos que seas una alucinación, no veo cómo eso puede ser verdad.

—Creo que te dije que me escucharas.—habló en un tono más parecido a un gruñido y un aire gélido me recorrió de pies a cabeza.

Intenté responder, pero mis labios no se movían.

—Perfecto, ahora presta mucha atención. —una sonrisa asomó a sus labios al ver que no le interrumpía—. Soy el pecado capital de la avaricia, yo te di la vida antes de ser engañado y desterrado por aquellos que ahora gobiernan Dewhar y controlan cada paso que das. —prosiguió, caminando a mi alrededor, el muro invisible aún separándonos—. Estoy atrapado y necesito que encuentres algo por mí.

Se detuvo frente a mí y, con un movimiento de su mano, un holograma apareció en ella. Parecía una larga cuerda de color dorado resplandeciente, casi como si estuviera hecha de oro. Me quedé mirándola por algunos minutos en los que el hombre también se mantuvo en silencio.

—Los ministros me robaron esta reliquia, encerraron la mayor parte de mi poder en ella. Estoy usando el poco que me queda para hacerte llegar este mensaje. Es hora de que las cosas cambien, hemos estado demasiado tiempo dormidos. —su voz cada vez se me antojaba más lejana mientras hablaba—. Necesito que robes la reliquia del palacio y la traigas a Doomholt, es la única forma de salvar Dewhar.

El Resurgir del PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora