Siete desconocidos, siete almas que comparten un mismo destino. Siete historias unidas por un bien mayor.
¿Sabrán distinguir el bien del mal? ¿Podrán descifrar quién es el verdadero enemigo?
Esta es la historia de los hijos del pecado, siete jóvenes...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Gula
Seren.
El impaciente rugido de mi estómago me despertó y me obligué a levantarme de mi cama, dirigiéndome hacia la sala de baño para ocuparme de mis necesidades y asearme antes de bajar a desayunar. El agua gélida ayudó a despertarme del todo y, cuando me envolví en las pieles que se habían convertido en mi vestimenta habitual, bajé las escaleras y me dirigí a la cocina.
Mi padre ya estaba preparando el desayuno y me saludó con un leve asentimiento de su cabeza antes de regresar a sus labores. Era un hombre de pocas palabras, pero lograba compensarlo a su manera. Su papel en la aldea era muy importante, no era solo el chef más reconocido de Aldness sino también un gran alquimista.
Esta alquimia fue la que me concedió una habilidad especial, diseñada por mi padre, que era muy útil para mí a la hora de cazar y sobrevivir en nuestro helado paisaje. Era capaz de adquirir una habilidad de cualquier materia que consumiera.
Aldness era una gran comunidad, todos nos manteníamos unidos a pesar de la dureza del eterno invierno al que estábamos sometidos al ser la región más septentrional de Dewhar. Con el esfuerzo de muchas generaciones atrás, se construyeron las cabañas en las que vivimos, hogares cálidos y resistentes a las corrientes de viento helado que a menudo las azotaban.
Con el estómago rogando por probar un bocado, extendí una mano hacia uno de los bollos que mi padre acababa de sacar del horno, pero solo recibí un golpe de su parte.
━Aún están calientes, ¿acaso quieres achicharrarte la mano? ━preguntó, para luego negar levemente━. Controla tu apetito y ve a cazar, necesito carne de Elgsvin para el almuerzo.
━Sabes que no puedo concentrarme en la caza con el estómago vacío.━me quejé, formando un pequeño puchero mientras trataba de convencerlo con mis enormes ojos verdes.
Mi padre suspiró, dándome un bollo de los que había puesto a enfriar junto a la ventana.
Le mostré una radiante sonrisa y tomé mis armas antes de salir de la casa. Mi objeto más preciado era el hermoso arco tallado en madera que mi padre me había regalado al cumplir los 18 años. Era ligero y fácil de transportar, no suponía una carga cuando lo colgaba a mi espalda cada mañana al salir a cazar.
Disfrutaba de aquella actividad más que de cualquier cosa en el mundo, pero el clima gélido no lo hacía nada fácil. Emprendí mi camino hacia el bosque nevado, donde sabía que encontraría una de aquellas sabrosas criaturas.
Seguí el rastro de huellas frescas hacia un lago helado y oteé la distancia para buscar al animal. Había ido hasta allí con la intención de beber agua, pero la dura capa de hielo se lo había impedido. En su lugar, se encontraba saboreando las bayas de un arbusto cercano cubierto por una capa de nieve.
La criatura era enorme, presumiblemente un macho, pues su cornamenta se alzaba orgullosamente al menos dos metros. Su pelaje oscuro estaba húmedo por las precipitaciones y su fina cola se mecía de un lado a otro mientras comía.
Los Elgsvin eran animales extraños, una mezcla surgida de los venados y los jabalíes como último intento de supervivencia de las especies en un paisaje tan poco propicio para la vida. Siempre me habían resultado curiosos, y el sabor de su carne se había convertido en mi favorito.
Estiré el brazo hacia atrás para agarrar el arco y tomé una flecha, colocándola. Apunté hacia el animal y tensé la cuerda. Tal y como mi padre me había enseñado, tomé aire y lo solté mientras disparaba.
La flecha atravesó el aire con un silbido y se clavó en el flanco derecho de la criatura. Rápidamente cargué otra flecha y la disparé, clavándose esta vez en su cabeza mientras el pesado animal cargaba contra mí.
Se desplomó con un ruido sordo amortiguado por la nieve. Me acerqué con sigilo y me arrodillé junto a él, sacando mi cuchillo para despellejarlo y cortar las partes más jugosas. Guardé todo lo que pude en mi morral y me acerqué al lago para lavar mis manos en el agua cristalina.
Golpeé el hielo con el cuchillo hasta que cedió y sumergí tanto el cuchillo como mis manos, observando cómo el agua se teñía de rojo.
De pronto, unas ondas comenzaron a oscilar en la superficie del agua y apareció un reflejo que no era el mío. Se trataba de una mujer robusta de cabellos dorados y unos ojos de un tono turquesa similar a los míos.
━Seren, hija mía.━comenzó, con una voz solemne━. Es hora de que enfrentes tu destino.
━¿Mamá?━murmuré, confundida.
Nunca había conocido a mi madre, pero no podía negar el parecido que aquella mujer guardaba conmigo.
━Así es, soy tu madre biológica.━continuó━. Y necesito tu ayuda para recuperar algo que me fue robado hace mucho tiempo.
No comprendía nada de lo que estaba ocurriendo, pero decidí escuchar lo que la mujer tenía que decirme.
━El Cáliz de la Voracidad es una reliquia antigua que los Ministros tienen custodiada en el palacio de Sagehaven. Dewhar está en peligro y la única forma de salvarlo es que me traigas el cáliz de vuelta a Doomholt.━explicó con serenidad.
Sentí un escalofrío que nada tenía que ver con el frío del invierno en Aldness, y todo con la mención de aquel sombrío lugar.
━¿Por qué tengo que ser yo?
━Porque eres mi hija, has heredado mis poderes, eres la única que puede ayudarme.━dijo.
Toda aquella información era demasiado para procesar, siempre había creído que mis habilidades se debían a la alquimia de mi padre. Descubrir que me había ocultado tanto,provocó que un nudo se formara en mi garganta. Pero una profunda determinación me invadió al pensar en el peligro que todo lo que amaba correría si no hacía caso de su advertencia.
━Lo haré, buscaré esa reliquia y te la llevaré.━asentí, decidida.
La mujer esbozó lo que pareció una sonrisa llena de orgullo y luego, sin despedirse, simplemente desapareció. Aturdida por todo lo que acababa de ocurrir, me levanté cargando con el pesado morral y mis armas para hacer mi camino de vuelta a mi hogar. Tenía mucho que hablar con mi padre.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.