Lujuria
Aquella noche, tras el tumulto de la jornada en el Jardín de los Placeres, me retiré a mi modesta habitación en el ático del edificio. El calor del día aún persistía, y el aire era pesado, cargado con el aroma de flores nocturnas y las notas persistentes de la música lejana. Me dejé caer en la cama, agotado, y pronto el sueño me envolvió en sus brazos.
Me encontré en un vasto y exuberante jardín, diferente a cualquier otro que hubiera visto. Las flores brillaban con un resplandor propio, y el aire estaba impregnado de un perfume intoxicante. Caminé descalzo sobre el césped suave, sintiendo cada brizna como una caricia contra mi piel. A medida que avanzaba, la sensación de deseo se intensificaba, envolviéndome en una nube de placer.
De repente, ante mí apareció un hombre de cabellos oscuros y ondulados, con ojos castaños que parecían atravesar mi alma. Su presencia era abrumadora, irradiando una atracción que me dejó sin aliento. Sabía, en lo más profundo de mi ser, que estaba frente al pecado de la Lujuria.
—Calix, mi querido hijo —su voz era un susurro que recorría mi piel como un escalofrío—, has crecido en un mundo lleno de deseos, pero hay uno en particular que debes cumplir para salvar a Dewhar.
—¿Quién eres? —pregunté, aunque una parte de mí ya conocía la respuesta.
—Soy tu padre, la encarnación de la lujuria y el deseo. Y te he elegido para una misión crucial. Necesito que recuperes el Anillo de Eros, una reliquia poderosa que las Virtudes me arrebataron. Sin él, mi esencia está atrapada, y Dewhar está en grave peligro.
Miré sus ojos y sentí la verdad de sus palabras. El jardín parecía latir con vida propia, cada planta y flor pulsando con un deseo incontrolable. El Anillo de Eros... su poder resonaba en mi mente, una promesa de fuerza y dominación.
—¿Dónde está el anillo? —pregunté, mi voz temblando con una mezcla de excitación y miedo.
—Está custodiado en el palacio de Sagehaven —respondió él—. Debes encontrarlo y traerlo a mí, a la tierra de Doomholt, al otro lado de la Muralla de Sreigh. Sólo entonces podré ser liberado, y juntos podremos salvar a Dewhar.
La visión de Lujuria se acercó más, y su mano acarició mi mejilla. El contacto fue eléctrico, llenándome de un deseo abrumador y una necesidad ineludible de cumplir su petición.
—Confío en ti, Calix —susurró—. Eres mi hijo, y estoy seguro de que podrás superar cualquier obstáculo que encuentres en tu camino.
Con esas palabras, el jardín comenzó a desvanecerse, y sentí cómo el sueño me soltaba de sus garras. Me desperté con un sobresalto, el corazón latiendo con fuerza. El recuerdo del jardín, de la presencia de Lujuria, seguía fresco en mi mente.
Miré alrededor de mi habitación, sabiendo que mi vida había cambiado para siempre. La misión que se me había encomendado era peligrosa, pero la necesidad de salvar Dewhar y descubrir más sobre mi verdadero origen ardía dentro de mí.
Sabía que no podía hacerlo solo. Tendría que encontrar aliados, y la primera persona en la que pensé fue Aeliana. Ella no sólo podría ser una ayuda valiosa, sino que también había algo en ella que despertaba en mí un deseo de ser mejor, de ser digno.
El primer paso estaba claro: debía planear cómo infiltrarme en el palacio de Sagehaven y recuperar el Anillo de Eros. Pero antes de eso, necesitaba prepararme y ganar la confianza de aquellos que me rodeaban. Mi viaje apenas comenzaba, y cada paso me acercaba más a mi destino y al encuentro con mi verdadero padre.
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El Resurgir del Pecado
FantasiSiete desconocidos, siete almas que comparten un mismo destino. Siete historias unidas por un bien mayor. ¿Sabrán distinguir el bien del mal? ¿Podrán descifrar quién es el verdadero enemigo? Esta es la historia de los hijos del pecado, siete jóvenes...