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Avaricia

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Avaricia

Eiran.

El palacio de Sagehaven se alzaba majestuoso sobre la colina, sus torres blancas brillando bajo la luz del sol. Junto a Althea, logré escabullirme entre la multitud y colarnos por una entrada lateral, donde los guardias parecían menos atentos. Avanzamos sigilosamente por los pasillos, el eco de nuestros pasos resonando en las vastas galerías de mármol y oro.

Encontramos un rincón apartado, una pequeña alcoba oculta detrás de una cortina de terciopelo rojo. Althea se detuvo y me tomó del brazo, sintiendo la tensión en mi cuerpo. No había podido detenerme a llorar la muerte de mi hermanastro. Sabía que Althea también sentía el dolor de su pérdida, pero yo lo sentía de una manera más profunda, como un vacío que nunca podría llenar.

—Eiran —susurró Althea, atrayéndome hacia ella—. Necesitas descansar, aunque sea solo un momento.

Dejé que Althea me condujera hacia un pequeño banco de piedra. Me senté, mi mirada perdida en algún punto lejano, mientras las lágrimas llenaban mis ojos.

—Kenji debería estar aquí con nosotros —dije con voz quebrada.

Althea se sentó a mi lado, envolviendo sus brazos alrededor de mí en un abrazo reconfortante.

—Lo sé. —dijo suavemente—. Kenji siempre estará con nosotros, en nuestros corazones. No podemos cambiar lo que pasó, pero podemos honrar su memoria continuando la misión. Y no estás solo. Estoy aquí contigo.

La miré, mis ojos azules brillando con lágrimas pero también con una nueva determinación. Asentí, respirando hondo para calmarme.

—Tienes razón, Althea. No podemos detenernos ahora. Por Kenji.

Althea sonrió y se levantó, tendiéndome la mano. Juntos, continuamos nuestra búsqueda, moviéndonos con cautela por los corredores del palacio. Sabíamos que el Vínculo Áureo, la reliquia que podría cambiar el destino de Dewhar, estaba oculto en algún lugar dentro de estos muros.

Después de lo que pareció una eternidad de esquivar guardias y explorar habitaciones vacías, noté algo inusual en una pared de la biblioteca. Un relieve tallado de un león alado, similar al símbolo de la antigua realeza, parecía desentonar con el resto de la decoración.

—Mira esto —dije, señalando el relieve a Althea.

Ella se acercó y, tras examinarlo detenidamente, presionó suavemente sobre el león. Con un clic silencioso, una puerta oculta se deslizó, revelando una estrecha escalera de piedra que descendía hacia las entrañas del palacio.

—Parece que estamos en el camino correcto —dijo Althea, su voz apenas un susurro.

Descendimos por la escalera, nuestros corazones latiendo con anticipación. Al final de la escalera, un largo pasillo se extendía ante nosotros, iluminado por antorchas que ardían con una llama azulada. La atmósfera era pesada y cargada de misterio, cada paso resonando en la quietud.

Finalmente, llegamos a una puerta masiva de madera oscura, adornada con intrincadas tallas de figuras mitológicas y runas antiguas. Althea y yo intercambiamos una mirada, sabiendo que detrás de esa puerta podría estar el Vínculo Áureo.

Con manos temblorosas, empujé la puerta, sintiendo su peso ceder lentamente. La madera crujió y la puerta comenzó a abrirse, revelando la oscuridad más allá.

La luz de las antorchas apenas penetraba en la sala oculta, dejando entrever formas y sombras que bailaban al compás de la llama. El aire estaba cargado de una energía antigua, un susurro de poder que parecía resonar desde las paredes mismas.

Cruzamos el umbral, nuestros pasos reverberando en el silencio mientras nos adentrábamos en la sala oculta. Sentíamos que el destino de Dewhar pendía de un hilo, y la respuesta a nuestra búsqueda estaba a punto de ser revelada.

La puerta se cerró detrás de nosotros con un estruendo sordo, dejándonos solos en la penumbra. La sensación de anticipación y peligro se intensificó mientras avanzábamos, sabiendo que estábamos más cerca que nunca de descubrir el Vínculo Áureo y cambiar el curso de la historia.

 La sensación de anticipación y peligro se intensificó mientras avanzábamos, sabiendo que estábamos más cerca que nunca de descubrir el Vínculo Áureo y cambiar el curso de la historia

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El Resurgir del PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora