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Envidia

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Envidia

Nyx.

El sol estaba en lo alto cuando me despedí de Valmeadows. Con una mezcla de emoción y nerviosismo, tomé mi pequeño bolso y me dirigí al camino principal donde el carro de mercancías esperaba. Al llegar, me detuve un momento para observar mi alrededor y grabar en mi memoria los detalles de mi hogar, antes de embarcarme hacia lo desconocido.

Mientras me acercaba al carro, noté una figura familiar escondida entre los árboles. Era Anielka. Sus ojos verdes brillaban con determinación y preocupación mientras salía de su escondite.

—¿Anielka? ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, sorprendida.

—No podía dejar que te fueras sola —respondió, su voz llena de firmeza.

Mis emociones se mezclaron, sintiéndome aliviada y conmovida por su presencia. Sin decir más, subimos juntas al carro de mercancías. El conductor, un hombre robusto de mediana edad, nos miró brevemente antes de encogerse de hombros y ponerse en marcha. El traqueteo del carro y el sonido de las ruedas sobre el camino de tierra crearon una extraña sensación de calma.

Durante un rato, viajamos en silencio, observando cómo el paisaje cambiaba a nuestro alrededor. Finalmente, Anielka rompió el silencio.

—Nyx, ¿qué te llevó a tomar esta decisión? ¿Qué te hizo dejar Valmeadows?

Miré a Anielka, su preocupación evidente en sus ojos. Suspiré, sintiendo la necesidad de sincerarme con ella.

—Siempre me he sentido atrapada en Valmeadows —comencé, mi voz temblorosa—. Mis padres siempre me comparan con mi hermana menor. Ella es perfecta a sus ojos, siempre querida por todos. Yo... yo nunca me sentí suficiente.

Anielka me escuchó atentamente, su expresión compasiva.

—Te entiendo, Nyx. Pero tú eres increíble tal como eres. No necesitas compararte con nadie —dijo suavemente, colocando su mano sobre la mía.

—Es difícil no hacerlo —respondí—. Siento una envidia tan profunda hacia mi hermana. Ella siempre recibe amor y atención, mientras que yo solo recibo críticas. Me duele más de lo que puedo admitir.

Anielka me apretó la mano con más fuerza, sus ojos brillando con una determinación renovada.

—Eres fuerte, Nyx. Y aunque no te sientas así, tienes un corazón increíble. Estoy aquí para ti, pase lo que pase.

Sentí una calidez en mi pecho al escuchar sus palabras. No estaba sola en este viaje, y la presencia de Anielka me daba fuerzas.

El carro siguió avanzando, y el paisaje comenzó a transformarse. Pasamos por valles verdes y colinas ondulantes, con flores de todos los colores salpicando el terreno. El aire fresco del campo llenaba nuestros pulmones, y el sonido de una cascada cercana añadía una melodía relajante al entorno.

Finalmente, después de lo que parecieron horas, llegamos a los límites de Sagehaven. La ciudad se alzaba majestuosa ante nosotros, con edificios de piedra y madera que reflejaban la luz del atardecer. El palacio, construido con piedra caliza blanca, se erigía imponente en lo alto de una colina.

Nos bajamos del carro, agradeciendo al conductor por llevarnos hasta allí. Mientras caminábamos hacia la ciudad, sentí una mezcla de temor y esperanza. No sabía qué nos esperaba en Sagehaven, pero con Anielka a mi lado, estaba lista para enfrentar cualquier desafío.

Juntas, nos adentramos en la capital, preparándonos para el siguiente capítulo de nuestra aventura.

Juntas, nos adentramos en la capital, preparándonos para el siguiente capítulo de nuestra aventura

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El Resurgir del PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora