37

1 0 0
                                    

A Través de los Túneles

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A Través de los Túneles

La oscuridad de los túneles subterráneos se cernía sobre ellos como un manto opresivo. Seren lideraba el grupo, su mano firme sosteniendo una antorcha que proyectaba sombras danzantes en las paredes húmedas. A su lado, Aeliana y Anielka sujetaban el mapa que habían trazado meticulosamente, sus ojos escudriñando cada esquina y recoveco en busca de cualquier signo de peligro.

—Sigamos adelante, estamos cerca de la salida —murmuró Seren, tratando de infundir confianza en sus palabras.

El aire estaba cargado de tensión. Los pasos cuidadosos del grupo resonaban en el silencio del túnel, cada crujido y eco amplificaba la sensación de peligro inminente. Sabían que los gendarmes estaban buscándolos, y cualquier error podía delatar su posición. Drystan, con su imponente figura, cerraba la marcha, siempre alerta a cualquier amenaza que pudiera surgir desde atrás.

De repente, un ruido lejano llegó a sus oídos: el sonido de botas golpeando el suelo de piedra, acompañado por murmullos apagados. Los gendarmes estaban cerca.

—Rápido, por aquí —susurró Aeliana, señalando una bifurcación en el túnel que no estaba en el mapa.

El grupo se desvió de su camino planeado, siguiendo a Aeliana por el estrecho pasaje. El corazón de Seren latía con fuerza mientras avanzaban a tientas, con la antorcha apenas iluminando el camino. El ruido de los gendarmes se hacía más fuerte, y el grupo se movía con una mezcla de urgencia y cautela.

Drystan y Maeve, con su fuerza combinada, encontraron una antigua puerta de madera medio oculta por la tierra y la maleza. Con esfuerzo y en silencio, lograron abrirla, revelando un pasaje secundario que parecía llevar a la superficie. Calix y Eiran se adelantaron, asegurándose de que no hubiera guardias en las cercanías.

—Está despejado, rápido, vamos —indicó Calix, haciendo un gesto para que todos lo siguieran.

Uno a uno, salieron del túnel y se adentraron en el bosque cercano a las colinas de Wyvern. La frescura del aire exterior y el crujido de las hojas bajo sus pies fueron un alivio bienvenido después de la opresiva oscuridad de los túneles. Seren respiró profundamente, sintiendo una breve pero intensa sensación de libertad.

—Bien hecho, todos —dijo Drystan, su voz grave llenando el aire—. Pero no podemos relajarnos todavía. Debemos encontrar un lugar seguro para acampar y planificar nuestros próximos pasos.

Seren asintió y tomó la delantera una vez más. Con su experiencia en la naturaleza, los guió a través del denso bosque, evitando los caminos principales y cualquier señal de peligro. Sabía que necesitaban un lugar apartado, donde pudieran descansar y reorganizarse sin el riesgo de ser descubiertos.

Después de un par de horas de caminata, encontraron un claro oculto entre altos árboles y rodeado de matorrales. Era perfecto: aislado y fácil de defender en caso de un ataque sorpresa.

—Montemos el campamento aquí —sugirió Seren, soltando su mochila con un suspiro de alivio.

El grupo asintió y se puso a trabajar, cada uno asumiendo una tarea. Althea y Nyx comenzaron a recoger leña y buscar un lugar adecuado para una fogata, mientras Aeliana y Anielka sacaban provisiones y preparaban un pequeño refugio con las tiendas de campaña. Drystan y Eiran, siempre vigilantes, exploraron los alrededores en busca de cualquier signo de peligro inminente.

La noche caía rápidamente, y con ella, una nueva etapa en su misión comenzaba. Estaban juntos, lejos de los peligros inmediatos del palacio, pero conscientes de que los verdaderos desafíos aún estaban por venir. Unidos por un propósito común, estaban decididos a protegerse unos a otros y asegurar que las reliquias no cayeran en manos equivocadas.

La noche avanzaba lentamente, y el grupo se acomodó alrededor de la fogata que crepitaba suavemente en el centro del campamento. Las llamas proyectaban sombras largas y danzantes en los rostros cansados pero determinados de los aventureros. El ambiente, aunque tenso, estaba cargado de una sensación de camaradería y esperanza renovada.

Seren fue la primera en hablar, su voz suave pero firme.

—He vivido toda mi vida en Aldness. Mi padre y yo siempre hemos trabajado juntos para sobrevivir en las montañas. Cuando la visión me mostró la cara de la Gula y supe que Dewhar estaba en peligro, no podía ignorarlo. Debo recuperar el Cáliz para proteger nuestro hogar.

Althea, sentada junto a Eiran, asintió con empatía.

—Entiendo lo que es perder a alguien y querer proteger lo que queda. Eiran y yo estamos aquí por Kenji, quien nos fue arrebatado injustamente. Debemos encontrar el Vínculo Áureo para asegurarnos de que su sacrificio no haya sido en vano.

Eiran, con la voz quebrada por el recuerdo, agregó:

—Kenji era más que un hermano para mí. Era mi mejor amigo, mi confidente. No puedo dejar que su muerte sea en vano. Encontrar el Vínculo Áureo es nuestra forma de honrarlo y proteger nuestro mundo.

Maeve, con su mirada desafiante y sus brazos cruzados, intervino.

—Reed y yo hemos tenido nuestras peleas y diferencias, pero estamos aquí juntos por una razón. El escudo dorado es la clave para salvar Dewhar y, a pesar de todo, no puedo hacerlo sola.

Reed asintió, su expresión seria.

—Maeve tiene razón. A pesar de todo, somos un equipo. Y eso es lo que importa ahora.

Hideyoshi, que había estado observando el grupo, se aclaró la garganta.

—Conozco bien esta región. He explorado estos bosques y colinas muchas veces. Si seguimos al este, bordeando el río, podemos evitar los caminos principales y las patrullas de los gendarmes. Es una ruta segura que nos llevará hacia Doomholt sin ser vistos.

Drystan, que había estado escuchando atentamente, asintió.

—Eso suena bien. Pero también debemos estar preparados en caso de que algo salga mal. Daiki y yo discutimos sobre posibles puntos de encuentro con aliados en el camino. Hay un antiguo puesto de vigilancia cerca de la frontera que podría servir como un buen lugar para reagruparnos si nos separamos.

Daiki añadió:

—Es un lugar seguro y poco conocido. Podríamos encontrar suministros adicionales y posiblemente más información sobre los movimientos de los gendarmes.

El grupo asintió, sintiendo una renovada sensación de propósito. Seren, siempre práctica, resumió los próximos pasos.

—Entonces está decidido. Partiremos al amanecer, siguiendo la ruta que Hideyoshi ha sugerido. Mantendremos un ritmo constante y nos aseguraremos de estar atentos a cualquier peligro. Juntos, podemos lograrlo.

La noche continuó, y poco a poco, uno a uno, los aventureros se fueron retirando a descansar. Las historias compartidas alrededor de la fogata habían fortalecido los lazos entre ellos, convirtiéndolos en algo más que compañeros de misión. Eran un equipo unido por un propósito común, dispuestos a enfrentarse a cualquier desafío por venir.

 Eran un equipo unido por un propósito común, dispuestos a enfrentarse a cualquier desafío por venir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El Resurgir del PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora