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El Esperado Encuentro

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El Esperado Encuentro

En la penumbra de la sala oculta, todos se observaban mutuamente, cada uno evaluando las intenciones y la determinación de los demás. La sorpresa inicial se desvaneció, dando paso a una silenciosa comprensión: todos estaban allí por una razón común, aunque los caminos que los habían traído fueran diferentes.

Seren fue la primera en romper el silencio.

—Me llamo Seren. He venido desde Aldness —dijo con voz firme—. El reflejo en el río me mostró que Dewhar está en peligro. Necesito recuperar el Cáliz de la Voracidad para proteger a mi hogar.

Calix dio un paso adelante, con Aeliana a su lado.

—Somos Calix y Aeliana. Estamos aquí para encontrar el Anillo de Eros. Sin él, la paz en Dewhar está en riesgo. Tenemos que asegurarnos de que no caiga en manos equivocadas.

Drystan, con su imponente figura, se cruzó de brazos y asintió.

—Yo soy Drystan. He venido a recuperar la Corona de la Soberbia, que mi padre me encomendó. Este palacio oculta secretos que debemos desentrañar para salvar a Dewhar.

Nyx y Anielka, todavía algo recelosas, intercambiaron una mirada antes de que Nyx hablara.

—Somos Nyx y Anielka. Estamos buscando la reliquia de la envidia. Debemos detener la amenaza que se cierne sobre nuestro mundo.

Daiki y Hideyoshi, tras su vacilación inicial, también se presentaron, con una chispa de determinación en sus ojos.

—Nos perdimos al principio, pero estamos aquí para ayudar —dijo Daiki—. No podemos permitir que Dewhar caiga.

Maeve y Reed fueron los siguientes en dar un paso adelante, con Ozzy enroscado alrededor de sus piernas, no acostumbrado a la presencia de tanta gente.

—Nosotros somos Maeve y Reed, estamos aquí para recuperar el escudo de mi padre y salvar Dewar.—habló la azabache con seguridad.

Finalmente, Eiran y Althea salieron de las sombras para presentarse. Sus manos entrelazadas no pasaron desapercibidas para los demás, que los miraban con curiosidad.

—Eiran y Althea, hemos venido para encontrar la reliquia de mi padre.—dijo el de cabellos rizados, su intensa mirada aún examinando a los demás.

Con las presentaciones hechas y las motivaciones claras, procedieron a inspeccionar mejor la sala en busca de las reliquias. En el intento, Aeliana tropezó con algo. Calix se apresuró a tomarla del brazo para evitar que cayera, atrayéndola a su cuerpo.

—No podemos ver nada, así es imposible investigar.—se quejó Hideyoshi, soltando una maldición.

Eiran caminaba siguiendo las paredes hasta que finalmente encontró una palanca. Sopesó los peligros, pero finalmente terminó tirando de ella. Al instante, cientos de lámparas distribuidas a lo largo de la sala, iluminaron la estancia.

El Resurgir del PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora