Ira
El sueño comenzó como todos los otros: con una sombra pesada que se cernía sobre mí. Pero esta vez, había algo diferente. El aire se cargaba de una energía eléctrica, y el silencio era casi palpable. Me encontraba en un vasto campo, iluminado por una luna inmensa que parecía más cercana de lo habitual.
Fue entonces cuando lo vi: un hombre de una estatura y musculatura que desafiaban la lógica. Su piel parecía esculpida en ébano.
—Debes buscar el escudo —dijo, su voz resonando como el trueno.
Me quedé allí, paralizada. Era como mirar a un dios antiguo, una figura de una fuerza y poder incomprensibles. Me esforcé por entender qué demonios estaba pasando.
—¿Qué escudo? —logré preguntar, mi tono más desafiante de lo que pretendía.
Esa era yo, incluso en sueños: una imbécil bocona que no sabía cuándo callarse.
—El escudo que las Virtudes me robaron.—respondió, con una paciencia admirable—. Está custodiado en el palacio de Sagehaven.
Virtudes. La palabra me hizo reír, aunque sonó más como una exhalación amarga.
—¿Y por qué debería importarme? —repliqué—. Todo esto suena como un mal chiste.
El hombre dio un paso hacia mí, y el suelo pareció temblar bajo su peso.
— Dewhar está en peligro —dijo con gravedad—. Si no recuperas el escudo, los Ministros tomarán el control, y todo lo que amas será destruido.
Solté una carcajada sardónica.
—¿Y qué hay de bueno en Dewhar? —pregunté—. Nunca he tenido nada ni a nadie. Así que, si esperas que salve el mundo por algún sentido del deber o lazos familiares, estás hablando con la persona equivocada.
Sus ojos, brillantes y fijos en los míos, no mostraron ninguna reacción.
—No se trata de lo que tienes o no tienes, sino de lo que eres capaz de hacer. Las Virtudes no deben ganar. Tú tienes el poder para evitarlo.
Sentí una chispa de algo en mi interior, algo que podría haber sido esperanza, o tal vez simple curiosidad. Pero antes de que pudiera responder, el sueño comenzó a desvanecerse y me encontré cayendo en la oscuridad.
Desperté de golpe, jadeando, con el corazón latiendo desbocado. Me pasé una mano por la cara, tratando de sacudirme el sueño, pero sus palabras seguían resonando en mi mente.
Buscar el escudo. Las Virtudes. Dewhar en peligro.
Me recosté de nuevo, mirando el techo con una mezcla de irritación y extraña determinación. Algo en las palabras del hombre me tocó una fibra.
—Maldita sea —murmuré, cerrando los ojos e intentando volver a dormir—. Realmente debo haberme vuelto loca.
Pero, en el fondo, sabía que ya no podía ignorar lo que había visto. Algo había cambiado, y aunque odiara admitirlo, tendría que hacer algo al respecto.
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El Resurgir del Pecado
FantasySiete desconocidos, siete almas que comparten un mismo destino. Siete historias unidas por un bien mayor. ¿Sabrán distinguir el bien del mal? ¿Podrán descifrar quién es el verdadero enemigo? Esta es la historia de los hijos del pecado, siete jóvenes...