Siete desconocidos, siete almas que comparten un mismo destino. Siete historias unidas por un bien mayor.
¿Sabrán distinguir el bien del mal? ¿Podrán descifrar quién es el verdadero enemigo?
Esta es la historia de los hijos del pecado, siete jóvenes...
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Orgullo
Nos dirigimos hacia el centro de Sreigh, donde se alzaba la gran cabaña del jefe de nuestra tribu, un hombre venerado por su sabiduría y su liderazgo inquebrantable en tiempos difíciles como estos. Aeron y Elara caminaban a mi lado, sus manos entrelazadas con las mías mientras nos preparábamos para enfrentar la amenaza de los gendarmes que se acercaban desde el norte.
Al entrar en la cabaña, fuimos recibidos por el jefe de la tribu, un hombre mayor con cabello cano y rasgos marcados por los años de sabiduría y experiencia. Su mirada era firme pero cálida cuando nos recibió con los brazos abiertos, mostrando su apoyo y gratitud por nuestro regreso y la valentía que habíamos demostrado.
—Drystan, jóvenes. Es un alivio verlos sanos y salvos. —dijo el jefe, su voz resonando con autoridad y afecto.
Nos inclinamos respetuosamente ante él, reconociendo su liderazgo y la importancia de su bendición en estos tiempos inciertos.
—Gracias, Jefe. Estamos aquí para ayudar en todo lo que podamos —respondí, mi tono lleno de determinación.
El jefe asintió con aprobación, luego se dirigió a toda la tribu que se había reunido en la cabaña.
—Hermanos y hermanas de Sreigh, enfrentamos una prueba difícil. Los gendarmes se acercan, y con ellos, la amenaza a nuestra tierra y a nuestros seres queridos. Pero no nos rendiremos. Defenderemos nuestro hogar con todas nuestras fuerzas, como lo hemos hecho siempre —declaró el jefe, su voz resonando con firmeza y esperanza.
La gente de Sreigh asintió en silencio, cada rostro reflejando determinación y unidad. Los preparativos para la defensa estaban en pleno apogeo: se reparaban las defensas, se organizaban patrullas y se preparaban armas y provisiones.
Entre la multitud, vi a los miembros de mi tribu, amigos y familiares, cada uno comprometido con la causa común de proteger nuestro hogar y a aquellos que ahora nos acompañaban en esta lucha.
Después de una breve reunión con el jefe, todos nos unimos a las tareas de preparación, ayudando donde pudimos y fortaleciendo nuestros lazos con la comunidad. En medio de la incertidumbre y el peligro, encontramos consuelo y fuerza en la unidad de Sreigh.
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