Stolen Kisses ➳ McLennon

Capítulo XVI

   —Quítate el anillo.

   Levanté la mirada antes de deslizar mi lengua por su pene.

   —Quiero sentir que eres solo para mí..., que no tengo que compartirte con nadie..., y que lo que tenemos va a durar más que sólo un momento. Aunque sea mentira, quiero pensar que es así.

   Le extendí mi mano, sin dejar de mirarlo a los ojos.

   —Quítamelo tú.

   John saboreó sus labios y con su mano, sacó el anillo de mi dedo anular. Lo contempló durante unos instantes.

   —Oro y piedras preciosas... —musitó—. Debe valer una fortuna.

   —Supongo.

   —Si te casas conmigo...

   Sentí que el corazón me iba a estallar.

   —... no podría costear un anillo así jamás.

   Se lo arrebaté de la mano y lo dejé sobre la mesita de noche.

   —Eso no importa. Me basta con que quieras casarte conmigo.

   Me incliné a él, procurando estar cerca suyo para poder besarle los labios. Comencé a juguetar mi lengua dentro de su boca hasta que me separé y volví a colocarme de rodillas.

   Y sin el anillo en mi dedos, deslicé mi lengua por la punta. John saboreó sus labios sin quitarme la mirada de encima cuando comencé a llenarlo de saliva.

   —Mmh... —jadeó.

   Lo metí en mi boca, succioné un par de veces y moví mi cabeza de arriba hacia abajo.

   Luego de unos segundos, lo saqué y comencé a masturbarlo. Estaba erecto, con unas venas marcadas alrededor y escurriendo aquel líquido transparente, cuyo sabor quedó impregnado en mi lengua.

   Nuestras miradas volvieron a encontrarse cuando lo metí en mi boca una vez más. John echó su cabeza hacia atrás, soltando un gemido.

   —Mierda, no me mires así... Creo que podría correrme tan solo con eso...

   Volví a sacarlo de mi boca y, lamiéndome los labios, moví mi mano de arriba hacia abajo en toda la longitud. Pasé mi lengua por la punta, haciendo movimientos circulares.

   Me levanté un poco hasta poder alcanzar sus labios. John me besó con frenesí, rodeándome la cintura con sus manos mientras que yo, desesperadamente, buscaba en terminar de bajarle el pantalón hasta sus muslos.

   Nos separamos en medio de un jadeo. John terminó de desvestirse y pronto quedó completamente desnudo frente a mis ojos.

   Su cuerpo masculino me hacía estremecer. Y mientras él seguía sentado, mirándome con deseo, yo comencé a desvestirme frente a sus ojos.

   —Vas a degustar el fruto de tu entrenamiento —le dije a John, haciéndolo reír—. Supongo que después de todo eres quién se lo merece.

   Cuando estuve en ropa interior, John se tomó la atribución de tomarme de la cintura para darme la vuelta. Pasé su mani por mi espalda, bajando hasta mis glúteos. Los tocó, y sentí escalofríos.

   —Están duros... Tu espalda definida. Y tus piernas..., Dios..., creo que me gustaría morir entre ellas...

   Reí. John paseó sus manos por mi cintura y se atrevió a bajar mi ropa interior, dejando mis glúteos expuestos ante sus ojos.

   En cuanto sentí sus labios posarse en mi piel, sentí un escalofrío placentero que, sumado a sus caricias, debilitó mis piernas y me hizo caer en las suyas.