Capítulo XL

401 69 320
                                    

   Mis manos comenzaron a temblar.

   El corazón estaba por salirse del pecho.

   John estaba vivo, había tenido un accidente y no me recordaba.

   Claro, por eso no me había buscado.

   Y yo había pensado lo peor. Incluso había mantenido relaciones ocasionales cuando él estaba sufriendo.

   —Paul, ¿estás bien? —escuchaba la voz de Shotton como eco—. Hey, Paul... Jane, está pálido...

   Sentí las manos de Jane en mi cara, obligando a que lo mirara. Shotton me tomó por la espalda para evitar que me cayera, pues mis piernas comenzaron a temblar.

   —No... no entiendo... ¿Entonces... entonces John no me recuerda?

   Pero Jane le hablaba a Shotton y yo no podía entender lo que decía. Ambos me llevaron a unos asientos donde pudieron dejarme, y pese a su expresión, supe que mi semblante estaba mal.

   Comencé a sudar, pero tenía frío. Los latidos de mi corazón se tornaron débiles y me costaba incluso respirar.

   Vi como la gente se fue reuniendo al rededor mío, pero la visión fue tornándose cada vez más borrosa. No fue sino hasta que Jane llenó mi boca de azúcar que comencé a sentirme mejor.

   —Tuvo que haber sido la presión baja —alcancé a escuchar a Jane—. Gracias por el azúcar, señor, muy amable.

   Mi respiración se normalizó y mi vista se aclaró.

   —¿Te sientes bien, Paul? —Shotton me preguntó.

   —Sí... —contesté. Sentí dolor de cabeza—. Gracias.

   La gente comenzó a dispersarse lentamente hasta que volvimos a quedar solo. Me encontraba sentado en una mesa, frente a un restaurante justo en frente del centro de juego donde estábamos.

   Jane y Shotton estaban junto a mí, mirándome con cierta preocupación.

   —¿Entonces qué pasó con John? —logré articular.

   —Tuvo un accidente y perdió la memoria —repitió ella—. Cuando su tía me llamó me lo dijo.

   —¿Y para que te llamó?

   —Para comentarme sobre eso y para pedir mi opinión como enfermera.

   —¿John quedó bien o está lisiado o algo?

   Jane negó con la cabeza.

   —Ella me dijo que se había accidentado en Gales, pero que él está bien... A excepción de su memoria, claro.

   Mi corazón volvió acelerarse con intensidad.

   —Sí... Él estaba en Gales...

   —Viajó allá de inmediato —siguió diciendo—. John despertó a los tres días y no la reconoció. Fue duro para ella.

   —¿Y dónde está ella? ¿En Gales?

   —No, en Londres. Se devolvieron al mes siguiente. El neurólogo le dijo que John podía recuperar la memoria poco a poco si comenzaba hacer las mismas cosas que antes.

   —¿Y no te ha llamado más?

   —No.

   —Dame su número, por favor, necesito ir a ver a John.

   Jane sacó su teléfono celular del bolsillo y comenzó a buscar. Mientras tanto, yo no podía aún creer lo que había escuchado.

   Sentí asco de mí mismo y culpa. Mientras que John estaba esforzándose por recuperar su memoria, John estaba de cama en cama buscando lo que jamás iba a encontrar: su calor, a él.

Stolen Kisses ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora