Capítulo XLIII

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   —John, ya te habías disculpado por eso... Además, no fue tu culpa...

   Seguía consternado. Estaba sentado en el sofá mientras que yo preparaba chocolate caliente para cerrar la tarde.

   —Es que... lo hubiera podido evitar, ¿no crees? Debí haber sabido que si tú regresabas a la casa solo con Stephen, te iba a suceder algo malo... Y mira lo que te hizo...

   —Estabas con tu esposa.

   —Sí, eso lo sé, pero...

   —Eran sus últimos momentos, supongo que por eso querías mantenerte a su lado.

   John suspiró, pasando la mano por su cabello.

   —Se suponía que yo debía cuidarte... Y que además era mi trabajo.

   —Pero tenías un permiso por lo de tu esposa.

   —Estaba confundido... Tenía sentimientos revueltos, por eso... por eso te herí tantas veces.

   —Pero quedamos bien, John... No tienes por qué preocuparte por lo que pasó. Yo te perdoné y decidí creer en ti otra vez.

   De pronto, y mientras yo revolvía el chocolate mientras estaba a punto de hervir, sentí sus brazos en mi cintura y sus labios en mi nuca.

   —¿Hay algo que yo pueda hacer por ti para que confíes plenamente en mí otra vez?

   Intenté no demostrar los nervios que tenía.

   —Quedarte conmigo siempre, así cómo lo prometiste.

   Escuché su risita, y pronto volvió a besar mi cuello.

   —Entonces voy a quedarme contigo.

   Sin duda, nada en él había cambiado. Seguía haciendo promesas sin importar la gravedad de la situación y despreocupándole el entorno en que estábamos.

   Tal vez era algo rutinario.

   Pero aguardaba, en lo más profundo de mi corazón, que esta vez sí pudiera cumplirlo.

   Después de tanto me resultaba difícil volver a creer.

   —¿No vas a decir nada?

   Apagué la estufa en cuanto sentí otro beso suyo en mi mejilla.

   —Es que...

   —Entiendo, entiendo —se apresuró a decirme, separándose de mí para buscar un par de tazas—. Sé que te cuesta trabajo hacerlo por todo lo que pasó, pero te prometo que esta vez es en serio porque no hay nada que me detenga ahora, ¿sabes?

   —¿Y William?

   —Ah, él... Bueno, Will es algo... algo diferente... Mira, cuando yo desperté en el hospital luego de un par de días inconsciente, fue su rostro el que vi primero. Él era el enfermero que me estaba cuidando, ya sabes... Y estuvo conmigo durante todos esos meses de recuperación. Estoy agradecido de él.

   Comencé a servir el chocolate en las tazas.

   —Ojalá yo hubiera podido estar ahí.

   Volvió a estamparme un beso en la mejilla.

   —Pero ahora estás aquí.

   Sujetó ambas tazas y las dejó en la mesita de vidrio frente al sofá donde, de inmediato, nos sentamos.

   John me besó la mejilla.

   —Sigue hablando sobre nosotros. Me gusta escucharte y quiero saber cosas.

Stolen Kisses ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora