Capítulo XV

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   Me resultaba imposible no sentirme emocionado. Tenía un millón de mariposas inquietas revoloteando en mi estómago.

   John seguía besándome con intensidad, y yo estaba dispuesto a continuar lo que fuera que hubiéramos empezado.

   Acaricié su pectoral desnudo mientras nuestras lenguas se entrelazaban jugosamente dentro de nuestras bocas. Bajé hacia su cintura y volví a subir a su espalda, tocando sus hombros, siguiendo hasta su nuca y deteniéndome en el cabello para acariciarlo al compás de los besos.

   Sus labios estaban hinchados cuando nos separamos. Él se sonrió y los lamió.

   —¿Entonces...? ¿Vamos a...? Agh, sé que es tonto preguntar, pero no quiero que te sientas incómodo, ¿okey? Si no quieres, está bien...

   Esbocé una sonrisa, para luego acercarme nuevamente a su boca y darle un beso en los labios.

   Pero antes que pudiera contestar, escuché pasos en la habitación y nos separamos rápidamente. Salí, y me encontré con Stephen, que estaba revisando su teléfono celular.

   —¡Stephen! —exclamé, tratando de no sonar nervioso—. ¡Llegaste temprano!

   Eran apenas las dos de la tarde.

   —Sí, te mandé un montón de mensajes, pero no contestaste.

   —Ah, es que dejé mi celular en la cama. Estoy limpiando el armario, ya sabes, desocupando ropa...

   —Mmm, ya —dijo, como si ni siquiera le importara. Y lo agradecí—. Vine temprano porque Stuart va a mudarse hoy.

   Pasé saliva por mi garganta.

   —¿Cómo?

   —Que Stuart va a mudarse hoy —repitió.

   Tomé una bocanada de aire y la expulsé.

   —Sé que no te gusta, pero será temporal. —Dijo él—. Y ocupará una de las habitaciones de arriba, así que no va a molestarte.

   Eso me incomodaba demasiado, pero como John y yo estábamos probando algo diferente, lograba apaciguar casi de forma completa lo que me molestaba. Era como una anestesia.

   Descubrí que John me hacía feliz. Y sin importar la situación que enfrentara, el tenerlo a mi lado me recargaba de fuerzas y me llenaba de entusiasmo y motivación.

   —Bien...

   Stephen se sonrió y caminó hacia mí. Me crucé de brazos. No quería ser tocado por él, y tampoco quería besarlo.

   —Me alegro que entiendas. —Besó mi frente—. Voy a esperar a que llegue Stuart y luego voy a subir para mostrarle la habitación.

   Asentí. Él salió de la recámara, cerrando la puerta a su paso. Me giré y entré nuevamente al guardarropa.

   John se había vestido, y seguía doblando las prendas de ropa que yo le había dado. Estaba sentado en el suelo, en una esquina.

   —Que inoportuno es Stephen. —Bufé—. Y adivina.

   —Escuché —hizo una mueca de disgusto—. No tienes otra alternativa que darle la cara al asunto, ¿no?

   —Sí. —Me senté a su lado, apresurándome a pasar mi brazo por su hombro—. Pero no me importa. Si tú estás conmigo, creo que podría enfrentar cualquier cosa.

   Besé su mejilla y lo miré. John se echó a reír.

   —Pues deberías comenzar a enfrentar cualquier cosa por ti solo y no por la compañía de alguien más.

Stolen Kisses ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora