Capítulo XXVI

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   —¿Podría decirnos qué fue exactamente lo que pasó?

   Estaba harto de tener que contar la misma historia. Había pasado dos semanas desde el accidente con Stephen, y aunque no había muerto, los doctores aseguraban que al despertarse del coma iba a tener que enfrentar su vida siendo parapléjico.

   Por supuesto su familia pensó que yo lo había intentado asesinar. Por ello habían contratado abogados y policías para intentar resolver el caso, mientras que por otro lado el Servicio Secreto metía sus manos para desenmascarar todos sus actos ahora que estaba indefenso.

   —Ya se lo dije: él intentó tener relaciones conmigo a la fuerza. Lo golpeé muchas veces para poder alejarme. Stephen se resbaló al levantarse y se golpeó el cuello con el borde de la mesita de noche.

   El oficial me estaba mirando incrédulo.

   —¿Estás seguro que no lo empujaste?

   Me molestó la pregunta. Era claro que su familia estaba girando mucho dinero para que yo quedara como culpable.

   —¡No!

   —¿Y usted por qué estaba en la habitación?

   —Porque ahí duermo.

   —¿Y por qué no quiso acceder a tener relaciones con su propio esposo?

   —Porque me mostró un video donde yo mismo estaba siendo abusado por un sujeto que él mismo buscó y me pidió recrear la escena. ¿No le parece eso un motivo suficiente para pensar que la persona con la que estás casado es un completo enfermo y desquiciado? ¿Necesita otra prueba? Si es así, hable con mi abogado.

   —Usted necesita un psicólogo.

   —Gracias a Stephen, por supuesto. Y claro que voy a ir, pero luego que toda esto termine. ¿Es todo lo que tiene que decirme? ¿O quiere saber más? ¿Quiere más detalles?

   —Puede retirarse.

   Me levanté de la silla y salí del interrogatorio. Firmé unos documentos antes de marcharme del área, y caminé lo más rápido que pude por el corredor hasta llegar a los ascensores para bajar a planta lo más pronto posible e irme a casa.

   Subí al auto que Martin estaba conduciendo. Nos miramos a través del espejo vertical que había a la altura de su cabeza.

   —¿Cómo te fue?

   Bufé.

   —Igual que siempre. ¿No sabes si puedo divorciarme ya?

   Martin hizo una mueca de disgusto mientras hacía avanzar el vehículo.

   —Lo más seguro es que sí hasta que se demuestre tu inocencia total. Si metes la demanda de divorcio te verás más sospechoso... No puedo darte detalles, pero sólo ten paciencia.

   Solté un bufido, al tiempo que echaba mi cabeza hacia atrás para intentar calmarme. Había tenido ataques de ansiedad muy constantes por todo lo que estaba sucediendo.

   —¿John no ha llamado?

   Martin negó con la cabeza.

   —Está en sus días de duelo. Cuando se incorpore lo mantendremos al tanto de todo lo que pasó.

   —Pero a mí no me ha llamado... —le dije—. Ni siquiera se ha intentado saber de mí.

   —¿Y por qué no lo llamas tú?

   —Porque quisiera sentir que le importo. Quiero que sea él quién lo haga... Y estoy seguro que no viene porque no sabe nada de lo que está pasando... Si lo supiera, vendría de una vez.

Stolen Kisses ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora